Cualquiera que haya visitado el stand de Abelardo Cuffia durante la pasada Expoagro, podría haber pensado que estaba frente a una vieja máquina de videojuegos. Los dispositivos distribuidos en el espacio, conectados por cables y pantallas, remitían al imaginario de los niños con sus primeros juguetes electrónicos. Sin embargo, lo que ahí se vio fue el corazón de la modernidad en la agricultura de precisión.
En el stand mencionado, a modo de guía, Andrés Copioli, gerente de ingeniería de productos en Abelardo Cuffia, se encargó de explicarle a Bichos de Campo como esos “chiches” de alta tecnología están revolucionando la agricultura en Argentina.
Es que Abelardo Cuffia es una empresa nacida hace más de 30 años en Marcos Juárez, Córdoba, que se especializa en la fabricación de tecnología para el agro. Si bien comenzó con la visión del recordado Abelardo, fundador homónimo de la empresa, al principio vendían bombas para pulverización, pero fueron expandiéndose a equipos para siembra, fertilización y más recientemente, pulverización selectiva.
Para Copioli, la clave del éxito de Abelardo Cuffia radica en haber sido pioneros en la incorporación de la tecnología al campo argentino.
“Hace 30 años, la agricultura de precisión estaba dando sus primeros pasos. Abelardo fue un visionario al apostar por la industria nacional y por el desarrollo de tecnología para el productor.”
Desde sus primeros monitores de siembra hasta la implementación de sistemas más complejos, Abelardo Cuffia fue testigo de la evolución de la tecnología agrícola. Uno de los mayores avances, según Copioli, fue la transición de sistemas mecánicos a electrónicos, lo que permite un control más preciso en tiempo real de las tareas agrícolas. Esto incluye el ajuste automático de dosis de insumos y la posibilidad de adaptar el trabajo según las características del terreno.
“Con la tecnología que desarrollamos, el productor puede ajustar la dosis de fertilizantes o agroquímicos a medida que la máquina avanza. Todo esto se controla mediante un GPS y mapas de prescripción, lo que asegura un uso más eficiente de los insumos y minimiza los riesgos de error”, puntualizó el experto en diálogo con este medio.
Sin embargo, el tema central de la conversación es la pulverización selectiva, la gran innovación de los últimos tiempos de Abelardo Cuffia. Esta tecnología permite aplicar agroquímicos únicamente donde es necesario, gracias a un sistema de cámaras que detecta la maleza y aplica el herbicida de forma localizada.
“La pulverización selectiva es una revolución en la forma en que aplicamos los productos fitosanitarios. Utilizamos cámaras RGB, que funcionan de manera similar al ojo humano, para identificar las malezas y aplicar la dosis exacta sobre ellas, sin desperdiciar agroquímicos en otras áreas del campo”, describió Copioli.
La tecnología detrás de esta innovación no solo mejora la eficiencia en la aplicación de productos, sino que también permite trabajar en condiciones de baja visibilidad, como por la noche. Las cámaras cuentan con luz propia, lo que permite una visión clara incluso en la oscuridad, una ventaja significativa en áreas donde se trabaja durante la noche para evitar la evaporación de las gotas de los agroquímicos.
“Lo interesante de esta tecnología es que no solo se puede usar durante el día, sino también de noche. La cámara tiene una luz incorporada que le permite ver lo mismo que el ojo humano, y así lograr una pulverización precisa sin riesgo de pérdida de eficiencia”, remarcó.
Los beneficios de la pulverización selectiva son claros. Copioli destaca el ahorro significativo de insumos, ya que la aplicación se realiza de forma más precisa y solo en las áreas donde realmente es necesaria: “Lo que estamos logrando con la pulverización selectiva es un ahorro de más del 90% en el uso de agroquímicos. La capacidad de aplicar solo en las zonas específicas reduce drásticamente los costos y, al mismo tiempo, hace la agricultura menos agresiva con el medio ambiente”, señaló también.
Además, esta tecnología permite reducir la logística involucrada en la aplicación, ya que se necesita menos volumen de líquidos para cubrir grandes áreas. Un ejemplo reciente es la pulverización de un lote de 64 hectáreas con solo 700 litros de herbicida, lo que hubiera requerido 1,000 litros en un sistema convencional. Al respecto, es especialista compartió: “Recientemente, realizamos una pulverización en 64 hectáreas con solo 700 litros. Esto no solo ahorra insumos, sino también reduce la necesidad de transportar grandes cantidades de producto, lo que disminuye los costos logísticos”.
Mirá la entrevista completa con Andrés Copioli:
La implementación de este tipo de tecnologóas no solo depende de la maquinaria de última generación, sino también de la capacidad de adaptación de los productores. Copioli explica que, aunque muchos productores ya están familiarizados con la tecnología de pulverización selectiva, aún queda un largo camino por recorrer para lograr su adopción masiva.
“Los productores están cada vez más atentos a las innovaciones, y muchos ya están incorporando la pulverización selectiva. Sin embargo, eventos como Expoagro son fundamentales para acercar estas tecnologías a los productores y mostrarles que no se trata de máquinas exclusivas, sino de sistemas que se pueden adaptar a cualquier tipo de equipo.”
La tecnología en la agricultura avanza a pasos agigantados y, si bien Argentina se encuentra a la vanguardia en muchos aspectos de la innovación, aún quedan áreas por desarrollar. Según Andrés Copioli, Argentina es uno de los países líderes en cuanto a desarrollo y adaptación tecnológica en el sector agropecuario, destacándose por su capacidad de evolucionar frente a condiciones cambiantes, ya sean climáticas o económicas.
“El productor argentino es inquieto, le gusta incorporar nuevas soluciones’, comenta, destacando que las nuevas generaciones están impulsando la adopción de tecnologías avanzadas, lo que también incentiva a las generaciones anteriores a actualizarse.
De cara al futuro, las soluciones tecnológicas podrían facilitar aún más la agricultura, simplificando procesos como la gestión de cultivos, el monitoreo de suelos o el uso de recursos naturales. Sin embargo, como destaca Copioli, uno de los retos sigue siendo la capacitación y la integración de las nuevas tecnologías, algo en lo que Argentina ya trabaja activamente a través de la vinculación con universidades y programas de formación.