No caben dudas de que la ganadería argentina cierra un año excepcional. Para Fernando Gil, analista del sector desde la consultora Agroideas, el cierre de 2025 también deja bases sólidas para el próximo ciclo, aunque con impactos muy distintos según el eslabón de la cadena. El 2026 estará marcado por la escasez de oferta y precios firmes, lo que favorece a quienes producen ganado, pero afecta a quienes lo demandan, que son frigoríficos y consumidores.
“Pocas veces se ve que en el sector primario todos los eslabones estén con números positivos”, señaló Gil, al describir un escenario donde la cría, la recría y los engordes a corral trabajan con “buenas perspectivas y buenos números”, impulsados por precios históricamente altos y rentabilidades superiores a los promedios de los últimos 15 años. Según el analista, hoy la ganadería se encuentra “un 15, 20 o hasta 25% por encima de los promedios históricos, dependiendo de la categoría”.

Ese quiebre de precios no es coyuntural. Gil habla directamente de “una nueva era de la ganadería”, sostenida por valores internacionales firmes que se trasladan al mercado interno.
En ese contexto, la escasez aparece como el factor estructural que marcará el rumbo del negocio en 2026. “Vamos a terminar el año con unas 13,5 millones de cabezas faenadas, lo que marca un equilibrio, pero sabemos que tenemos por delante al menos dos años de faenas bajas”, explicó.
Para el año próximo y especialmente para 2026, el analista anticipa una oferta todavía más ajustada. “Calculamos que la faena va a seguir disminuyendo, la escasez va a seguir existiendo”, afirmó. A esto se suma una posible retención de vaquillonas si el clima acompaña, lo que reforzaría la menor disponibilidad de hacienda. “Menos stock, algo de retención y una escasez que se va a seguir acentuando, claramente le van a dar mayor firmeza a los precios”, resumió.
En el plano productivo, esa firmeza de precios genera incentivos claros. El mercado hoy “paga lo mismo o mejor el pesado que el liviano”, lo que está empujando un aumento en los kilos de faena. “Las empresas se vuelcan a animales más pesados y eso nos va a dar más kilos de carne”, indicó Gil, aunque advirtió que aun así la demanda seguiría siendo mayor que la oferta durante 2026 y parte de 2027.
El panorama cambia cuando se analiza la industria frigorífica. Para Gil, es hoy “el eslabón con los números más justos o incluso negativos”.
La suba de precios internacionales obligó a trasladar todo el aumento al productor para poder conseguir hacienda. “La industria tuvo que pagar esos valores porque si no, no tenía materia prima para trabajar”, explicó. Con costos en alza, tipo de cambio estable y subproductos con bajo valor, la ecuación sigue siendo ajustada. “La industria va a seguir apretada en 2026, porque va a haber escasez de oferta”, remarcó.
En exportaciones, el contexto internacional acompaña desde la demanda, aunque con límites. “El mundo está reclamando carne vacuna”, afirmó Gil, pero aclaró que mercados como China “no están dispuestos a pagar cualquier cosa”.
Aun así, el analista destacó que el escenario actual es posible gracias a la apertura comercial. “Hoy podemos aprovechar estos precios porque tenemos libertades comerciales; en otros momentos no hubiese sido posible”, sostuvo.
En cuanto al consumo interno, la menor oferta también tendrá impacto. La reducción de vacas ya se viene dando tras una fuerte limpieza de rodeos improductivos en los últimos años, y podría profundizarse. A la vez, el proceso de recría hará que disminuyan los novillos livianos y aumente la proporción de animales más pesados, cambiando la composición de la carne disponible.

Con este combo de demanda firme y oferta limitada, Gil ve “muy buenas señales para 2026” en términos de precios y producción, especialmente para el sector primario y los sistemas mixtos. “La relación carne-grano es muy buena y los mercados a futuro marcan que esto va a seguir”, explicó, lo que da previsibilidad para convertir grano en carne con rentabilidad.
Así, mientras el productor enfrenta un escenario de precios sostenidos y decisiones estratégicas sobre retención y peso de faena, la industria y el consumo deberán adaptarse a un mercado más ajustado. En palabras de Gil, “los tiempos de la ganadería son estos”, y todo indica que el 2026 profundizará un ciclo donde la escasez manda y redefine las reglas para cada eslabón de la cadena.




