Esta nota intentará ser como un pequeño manual para ayudarlo a entender cómo seguirá de acá en adelante la exportación administrada de carne vacuna de la Argentina. Es algo que no quedó muy claro tras la reunión entre el gobierno nacional y la Mesa de Enlace. Es que todos los que participaron de esa rosca, tres ministros nacionales, cinco gobernadores oficialistas, y cuatro dirigentes rurales, explicaron las cosas a su modo o según su conveniencia. Y finalmente nadie entendió demasiado bien las cosas.
En principio, señora, señoro, señore, no le crea ni a los funcionarios ni a los periodistas de la maquinaria de propaganda oficial que en las próximas horas seguramente repetirán más de una vez que las exportaciones de carne finalmente quedaron totalmente abiertas y los reclamos de los productores agropecuarios ya quedaron zanjados. Eso es falso.
Lo único que el gobierno concedió a los ruralistas en materia de exportaciones de carne es lo mismo que el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, había estado negociando y proponiendo hace más de un mes atrás, pero con poco resultado porque en aquel momento el kirchnerismo más duro decía que al campo no había que tenerle ninguna consideración. Luego sobrevino el sopapo electoral y todo cambió, incluso se corrió a Kulfas como interlocutor. Pero que es lo mismo, es lo mismo.
Kulfas, en aquel momento, quería abrir las exportaciones de vaca conserva o manufactura de las categorías D, E y F (según la cantidad de dientes que le queden a esas hembras viejas) con el argumento de que ese tipo de carne no se vendía en el país y por lo tanto no incidía sobre los precios de la carne en el mercado interno. Era lo que le decían frigoríficos y ganaderos: argumentaban que al prohibir la exportación de carne de esos animales lo único que se estaba logrando era dañar a los pequeños productores de las zonas más marginales.
Pero Cristina o Máximo o Mínimo, no se sabe quién, creía saber mucho más. Algunos dicen que Axel Kicillof era quien ponía cara de malo y daba esas órdenes. Axel fue uno de los gobernadores que estuvo en la reunión con la Mesa de Enlace. Y con su silencio ahora permitía lo que antes sugería prohibir, confundiendo más las cosas.
Por eso, estimado estimade: Cuando Julián Domínguez, el nuevo ministro de Agricultura y quien reemplazó a Kulfas como interlocutor, diga que ya se resolvió toda la agenda de problemas que planteaba la Mesa de Enlace, también desconfíe. Solamente se resolvió uno de sus planteos, que era que se habilitara la exportación de carne de vaca vieja o conserva para China, para evitar ese daño innecesario a los eslabones más débiles del negocio ganadero. Es finalmente lo único que se habilitará supuestamente desde el próximo lunes: la carne de vaca conserva de las categorías D, E y F podrá exportarse sin ninguna restricción hacia China.
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Bienvenido sea: es la misma medida que proponía Kulfas y que Cristina, o Máximo o Mínimo, decidieron no aplicar simplemente porque creían que eso los mostraba como grandes militantes enfrentando a la rancia oligarquía vacuna.
Cretinos que cagaron a los más débiles, los criadores y tamberos, y los entregaron en bandeja para que los grandes frigoríficos exportadores compraran gran cantidad de ese tipo de carne a valores más bajos. Ahora se reabre la posibilidad de exportar esa categoría y, según admitió el propio Domínguez, aceptando la gran injusticia que se cometió, existe un elevado stock de 50.000 toneladas de carne en las cámaras de frío. Es más de lo que se estuvo exportando en un mes entero.
Pero sigamos: lo único que se habilitó para exportar ahora con libertad es ese tipo de carne que aquí no se consume y que no incide tanto en los precios. Ese tipo de carne, además, se podrá exportar incluyendo los siete cortes populares cuya exportación también había sido prohibida, incluyendo el asado y el vacío.
Pero es falso que se liberó por completo la exportación. Todo lo contrario, según reconoció el ministerio de Agricultura al final de la noche, los embarques de carne seguirán encorsetados por lo menos hasta fines de año.
Hay en vigencia dos tipos de prohibiciones. Por un lado, la lista de siete cortes vedados tiene plazo hasta el 31 de diciembre de 2021. Por otro lado, los frigoríficos disponen de un cupo de exportación (sin contar las cuotas arancelarias como la Hilton) equivalente al 50% de lo que exportaron el año pasado. Hay que ver la letra chica para saber cómo quedan esos cupos ahora que ya no se contabilizará la vaca conserva. Pero que seguirán vigentes no hay duda. A lo sumo, a ese listado se incorporarán 5 o 6 frigoríficos que quedaron afuera del reparto.
Esos cupos, que se implementaron en junio con vencimiento el 31 de agosto, se extendieron luego sin cambios hasta el 31 de octubre (en el momento que Máximo y Mínimo no escucharon los consejos de Kulfas). Ese día deberían vencer y eso es lo que entendieron los dirigentes de la Mesa de Enlace que se presentaron ante los periodistas: “Nos dijeron que los cupos iban a quedar sin efecto el 31 de octubre y los cortes también vencerían el 31 de diciembre. Recién a partir de ahí todas las exportaciones quedarían liberadas”, aseguraron palabras más o menos. Pero no entendieron bien. O no supieron interpretar.
En realidad, luego Domínguez señaló ante un grupo de periodistas ávidos de precisiones que los cupos que vencen el 31 de octubre serían prorrogados, para unificar la fecha definitiva de vencimiento de estas medidas restrictivas del comercio de carne hasta el 31 de diciembre. El ministro -que estuvo flanqueado por otros dos ministros, el jefe de Gabinete Juan Manzur y el titular de Interior Wado De Pedro-, entonces confirmó que los ruralistas habían entendido todo a medias, pues en lo inmediato se liberaría solo la vaca conserva para China, y recién a fin de año el resto de los cortes.
Minga en octubre. Minga que esté liberado todo el comercio de carnes. La expectativa, en todo caso, es que toda esta pesadilla para los ganaderos tenga fecha definitiva hacia el final de año.
¿Y después? Ahí todo es todavía mucho más confuso. Harían falta tres ministros, cinco gobernadores, cuatro ruralistas, ocho boy scout y todo el Ejercito de Salvación para tratar de anticipar los escenarios para 2022.
Por lo pronto, en la reunión con periodistas, Domínguez reconoció que no tuvo tiempo de parar la pelota desde que aterrizó en el cargo la semana pasada, pues todo su esfuerzo de estos días estuvo dedicado a destrabar los temas más urgentes de la agenda que le proponían los dirigentes del campo: léase la vaca conserva para China, aunque los dirigentes agropecuarios juran y perjuran que ellos reclamaban el fin de todos los cepos existentes.
Pero hay varias claves que permiten un intento de interpretación del pensamiento del flamante ministro. Es que dijo que le iba a encomendar a técnicos del INTA y de las universidades de veterinaria que realicen un análisis para “ordenar” la cadena, de modo que éste cuente con parámetros que le permitan disciplinarse y no sobrepasar el año próximo los niveles de exportación que ponen en peligro el abastecimiento interno y recalientan los precios del alimento, al que su gestión considera como “un bien cultural” que se debe preservar.
Según esta mirada, si las exportaciones superan el 22 o 24% de la producción total ya empiezan los conflictos, y el año pasado llegaron al 28% y este año amenazaban volver a esos niveles hasta que se tomó la decisión de imponer el cepo. Ahora se calcula que los embarques terminarán el año representando 25% de la producción total.
Pero entonces, ¿qué sucederá el año que viene? Domínguez ya avisó que aguardará los análisis técnicos antes de tratar de consensuar con la propia cadena de ganados y carnes un esquema (“saquense de la cabeza la palabra cupo o cepo”, pidió), que permita no vulnerar ese límite de 24% en 2022.
Lo que tres ministros, cinco gobernadores y cuatro dirigentes rurales no pudieron o no quisieron explicar, entonces, era que -aunque bastante flexibilizado por la apertura de la vaca conserva a China- las restricciones a la exportación de carne continuarán al menos hasta fin de año (con cupos y cortes prohibidos), y que después de allí se verá, porque es muy probable que se defina otro tipo de regulación para el mercado de la carne, un poco má sofisticada y que seguramente será llamada de otra manera.
¿Se entendió?