Este jueves, al cabo de la asamblea anual ordinaria, al Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM), se informó que los socios habían reelegido a Diego Cifarelli como”presidente de la institución, para seguir llevando adelante los destinos de este sector estratégico en la matriz productiva de nuestro país”, según reza el respectivo comunicado.
Detrás de esa posición exageradamente impostada hubo mucha tela para cortar, al punto tal que esa entidad -que nuclea a más de 100 molinos harineros de distintos tamaños que producen el 90% de la harina que se consume en el país- comenzó a vivir un reacomodamiento de fuerzas muy evidente, y que está relacionado directamente con el futuro del Fondo Estabilizador del Trigo Argentino (FETA). Tras la votación, en rigor, se ordenó a Cifarelli que haga todo lo posible para que ese fideicomiso deje de funcionar este mismo mes de noviembre, o a más tardar en diciembre.
De los mejorres lobbistas que existen en el agro argentino, Cifarelli viene haciendo un equilibrio mayúsculo con este tema dentro de la FAIM, entidad que en las formalidades ha rechazado desde el principio (diciembre de 2021) este mecanismo de intervención ideado por el ex secretario de Comercio, Roberto Feletti, y continuado por todos sus sucesores en ese cargo. Pero a la vez, queda claro que el presidente de la entidad molinera se ha mostrado muy conciliador con las autoridades del gobierno ya que el principal beneficiario de ese fideicomisso de 400 millones de dólares es Molino Cañuelas, su principal soporte político dentro dela FAIM.
El FETA, salta a la vista, es un verdadero fracaso, que de todos modos los sucesivos secretarios de Comercio sostienen por “órdenes superiores” y por intereses que se desconocen, pero que claramente parecen ligados a Molinos Cañuelas, una empresa concursada desde el año pasado con un pasivo de 1.300 millones de dólares, que fue una de las pocas que se anotó en el FETA y que hasta ahora recibió el 80% de los recursos administrados poe Bice Fideicomisos.
Desde su creación en marzo pasado, el precio del pan común, que era lo que se pretendía subdidiar al abaratar artificialmente los valores de la bolsa mayorista de harina, pasó de unos 250 pesos por kilo a 450 kilos. Y a la vez este mecanismo -rechazado formalmente por toda la cadena y aceptado solo por 20 molinos sobre un universo de 150- generó enormes competencias desleales dentro del mercado. Por eso en la asamblea de FAIM para reelegir autoridades se comenzó a hablar del asunto, y se ordenó a Cifarelli que abandone el doble discurso de todos estos meses para pelear directamente por el reemplazo del FETA por otro sistema que subsidie directamente a los consumidores necesitados del pan barato. Debería ser antes de que concluya 2022.
La revuelta de los molinos de la FAIM tiene que ver no solo conque la mayoría ha permanecido al margen del fideicomiso ideado -como siempre informó Bichos de Campo– a la medida de Cañuelas, motivo por el cual existe incluso una denuncia penal que ha mostrado pocos avances. También hay muchas empresas que ingresaron y que quieren abandonar el fideicomiso, porque ya han comenzado a sufrir demoras en los desembolsos y el valor del subsidio a la bolsa de harina definido por las autoridades experimenta retrasos que los descolocan en el mercado y hasta los hacen perder mucho dinero. El problema está en el FAS Teórico que el gobierno toma para fijar la compensación en la bolsa de harina. Es decididamente bajo.
En todo este contexto, la asamblea del jueves donde Cifarelli fue reelecto no fue un lechado del paz, como parece indicar la amable sonrisa del directivo, sino el escenario de una verdadera batalla campal donde las voces disonantes se hicieron escuchar y comenzaron a imponer algunas condiciones: la primera de ellas sería gestionar ante las autoridades que el FETA no puede durar más allá de 2022 y que luego los 400 millones de dólares recaudados de las retenciones a los derivados de la soja sean redireccionados. Es lo que propuso el nuevo secretario de Comercio, Matías Tombolini, a poco de asumir el cargo: que la plata fuera directo a los panaderos. Pero este cambio no prosperó y el funcionario ingresó en un llamativo cono de silencio.
En estos primeros combates dentro de la Federación hubo escarceos que dejaron bajas que no pasaron inadvertidas. La comunicación oficial dice que secundando a Cifarelli estará en esta nueva etapa como vicepresidente primero nada menos que Ricardo “Cai” Navilli, un representante directo de la familia propietaria de Molinos Cañuelas, el gran beneficiado con el FETA. En ese puesto, y negociando todos los aspectos del fideicomiso, había estado hasta ahora Daniel Ércoli, que ahora fue reemplazado por tanto desgaste.
Pero más curioso ha sido el desplazamiento del histórico representante que Molino Lagomarsino temía dentro de la comisión directiva de FAIM. Buena parte de las empresas acusan a esta compañía de hacer una competencia desleal en el mercado, y aprovecharse para esto incluso del FETA. Por eso Marcos Lagomarsino fue reemplazado en la nueva conducción por Alejandro Campodonico, que ocupará la vicepresidencia segunda.
Según las fuentes que relataron los entretelones de la reunión, Lagomarsino, quien había llegado a ser incluso presidente de la FAIM años atrás, abandonó exaltado la asamblea y se fue sin saludar cuando uno de sus pares le dijo que “no podía pretender un cargo en la Comisión Directiva de FAIM al operar con tanta deslealtad en el mercado”. En rigor, todos sospechan que Lagomarsino ni siquiera debería haber podido ingresar al FETA pues tiene cuentas pendientes con la AFIP.
Los molinos que han decidido no ingresar al Fideicomiso, además, se quejan deque quienes sí reciben dinero oficial ofrecerían a sus clientes bolsas de harina al menor precio establecido en el FETA, pero a cambio de que el comprador o panadero acepte pagar otra parte del valor en negro o haciendo figurar la harina como de mayor calidad cuando en realidad sería Triple 000. Entonces el subsidio pasa a ser una suerte de ficción que finalmente no abarata el costo de la materia prima, como luego se verifica en el precio del pan. En este contexto, los controles oficiales brillan por su ausencia. La información de los pagos es casi secreta.
La asamblea del jueves para reelegir a Cifarelli estuvo incluso a punto de naufragar cuando un grupo de molinos tradicionales (entre ellos Cabodi, Tassara, Chacabuco y otros) plantearon que las decisiones asumidas por la Federación se deberían volver a tomar en votaciones con un voto por empresa, más allá de la porción que cada una de ellas ocupe en el mercado.
En este mismo sentido, otra versión idicaba que el representante de Molinos Río de la Plata (otro de las firmas que acompañó a Cañuelas en las negociaciones con Feletti que desencadenaron en el FETA) quedó cuestionado supuestamente por querer adulterar en una reunión pasada la cifra de personal ocupado para conseguir así más votos en la asamblea.
En su contraataque, y mostrando que todavía conserva una cuota importante de poder, Molinos Cañuelas impugnó el ascenso a una de las vicepresidencias de Guillermo Herfarth, que proviene de Molinos Fénix y es a su vez presidente de la Cámara Argentina de la Industria Molinera (CIM). Los Navilli lo cuestionaron con el argumento de que fue él quien impulsó la denuncia en Defensa de la Competencia contra Cañuelas por posición dominante en el mercado. Herfath accedió a bajarse del podio, pero en la nueva comisión se desempeñará nada menos que como secretario de la FAIM.
En medio de este berenjenal, y tal como contó el comunicado, tras ser reelecto Cifarelli expresó: “Tenemos el desafío de mantener pujante una industria que produce uno de los alimentos base de la pirámide nutricional en un contexto nacional e internacional muy complejo, debemos trabajar duramente en la interacción publico/privada y también seguir bregando por una cadena de valor trigo/harina que siga creciendo junto al resto de los eslabones”.
Luego de la revuelta impulsada por pequeños y medianos molinos socios de la Federación, queda claro que su primera interacción con las autoridades debería ser para hablar -esta vez con mayor convicción- sobre cómo desarmar el sospechoso e ineficaz fideicomiso triguero.
Soy vendedor de harina de un molino NO subsidiado, es imposible competir, va a quedar mucha gente en la la calle, los panaderos que reciben harina barata, se jactan de que nunca ganaron tanta plata,abran los ojos, esto de seguir, generara perdidas de muchas fuentes de trabajo.