Gladys Buscema es tercera generación de viñateros. Sus abuelos italianos comenzaron allá lejos y hace tiempo con la finca de 10 hectáreas ubicada en Junín, en el llamado oasis este mendocino. Hace unos años, cuando comenzó a vislumbrarse la actual crisis de la vitivinicultura, con precios en quebranto y muchas por debajo de los costos, Gladys entendió que debía diversificar su actividad. “Tenía que buscar algo que me ayudara para cuando la viña no me diera”, explicó a Bichos de Campo.
“Cuando empezó a ponerse difícil, le vimos la veta al turismo rural, y apostamos a el”, contó la pequeña productora, que comenzó a alquilar a turistas la viaja casona Finca Don Pablo, donde habían vivido sus abuelos, sus tíos y sus padres.
La posada en cuestión data desde 1929 y tiene capacidad para 9 personas. “Cuidamos la casa como a una niña de 15. Tiene sus años, pero la mantenemos en condiciones. Ofrecemos alojamiento, tenemos una pileta que en estos días de calor viene tan bien. Es un lugar tranquilo que permite desconectar de las grandes ciudades y brinda tranquilidad”, comentó Gladys, quien hace dos años construyó una segunda vivienda para albergar turistas. Esta se llama “La Estela”, en honor a su madre. Don Pablo, en tanto, era su padre.
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Bucema explicó que ahora reparte su tiempo entre la actividad productiva en la finca y el turismo rural. Pero a veces puede mezclar ambas cosas a la vez, ya que “también hay gente que viene a descansar especialmente en plena cosecha, porque quiere ver cómo se lleva a cabo la misma”.
¿Y cuál es hoy su principal fuente de ingresos? Gladys afirmó que todavía lo es “la actividad productiva. Ese es mi mayor ingreso, y el turismo rural apoya esa actividad”.
“Hay años que no es rentable la actividad, o años en que no te alcanza lo que cosechás y lo que te pagan como para continuar el año siguiente, y poder hacer la poda, los abonos y demás trabajos”, explicó para marcar la importancia de estos ingresos complementarios.
Gladys aclaró que pese a haber logrado una diversificación de ingresos para su establecimiento, no es tarea sencilla. “Hay que tener mucha paciencia y un gusto especial por el turismo. El turista es una persona que viene a disfrutar; entonces hay que darle ese disfrute. Hay que atenderlo, porque tiene que llegar y encontrar una cama limpia, perfumada, una cocina nueva, un baño en condiciones, una pileta limpia y un jardín que esté bonito”.
Según Buscema, se puede brindar un buen servicio de turismo rural a la par de una finca produciendo. “Uno debe buscarle la vuelta. Lleva mucho trabajo, pero se puede porque cuando uno decide dedicarse también al turismo, tiene que hacerlo sí o sí”, declaró la viñatera. Y concluyó: “De todos modos, más que atender a los turistas, lo que más trabajo lleva es el trabajo agropecuario”.
Para quienes quieran vacacionar en un entorno rural tranquilo, o simpleente conocer a Gladys, pueden contactarse a través de su blog, de su instagram y de su página de Facebook.
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