¿Al final está bien agregarle al vino soda, hielo, jugo y hasta gaseosas? El debate es interminable, pero el propio sector bodeguero, con tal de mantener los niveles de consumo de esa bebida dentro del país, parece dispuestas a aceptar cualquier regla. Fundamentalistas y fanáticos, guarden silencio.
La última campaña de difusión de “el Vino nos une”, lanzada por el Fondo Vitivinícola Mendoza, pretende poner fin a este eterno debate y acuña un concepto: “refrescancia”. ¿Qué quiere decir? “La refrescancia se instala como una nueva vieja forma de consumir el vino: mezclado con soda, hielo, jugos y gaseosas, frutas y más. Como más te guste, sin reglas. El vino nos une”, se explica.
Este es el video promocional:
Históricamente en la Argentina la producción y consumo de vino ha sido una tradición heredada de los inmigrantes europeos, en cuyas mesas no se dudaba en echar soda o agregar agua al vino en caso de que fuera necesario, para hacerlo más refrescante. Pero a partir de la década de los 90, hubo un giro notable con la incorporación de nuevas variedades, la consolidación del malbec, y la búsqueda de vinos de mayor calidad. A la par, surgió una prédica a favor de un consumo ilustrado, entre cuyos mandamientos figura que el vino se toma solo, sin agregarle nada de nada.
Peor la necesidad tiene cara de hereje y finalmente una buena porción del mercado sigue siendo la de los vinos populares, genéricos. El peor enemigo del consumo de vinos, además, ha sido el exponencial crecimiento en la demanda de cerveza, que se ganó el lugar como “bebida refrescante”. Es ese el territorio de disputa al que apunta esta nueva campaña de El Vino nos Une.
El último informe del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) sobre la comercialización de vino en el mercado interno, , con datos hasta noviembre de 2023, ratifica que existe una disminución en el consumo interno de vino, tal cual se viene observando en los últimos 20 años. “La venta de vino acumulada de enero a noviembre 2023 alcanzó 7.058.091 hectolitros, manifestando una caída del 8,4% respecto a igual período de 2022”, define.
Allí queda claro que el segmento de consumo popular tiene todavía una gran importancia, ya que en dicho consumo la participación de vinos sin mención varietal es del 65,2%, mientras que el 29,6% corresponde a varietales, el 4,8% a espumosos y el 0,4% otros vinos.
La caída del consumo, además, ha sido más elevada en los segmentos más costosos. Los vinos sin mención varietal disminuyeron 3,5%, los varietales 17,2%, los espumosos 7,9% y otros vinos 36,9% respecto a igual período del año anterior. Los vinos blancos cayeron un 9,3% en el total acumulado de ventas y los vinos tintos y rosados un 8% en igual período.”
Si bien la crisis económica y el fuerte reajuste de los precios de estas bebidastiene mucho que ver con esta caída en el consumo de vino, también hay tendencias de fondo. Por eso muchos bodegueros de la principales zonas vitivinícolas coinciden en que la alternativa para mantenerse en el mercado es ser más creativos, en un contexto donde ha escalado el consumo de otras bebidas de menor graduación alcohólica, más dulces y mucho más frescas. Empezando por la cerveza, que va ganando terreno tanto en volumen de ventas como en facturación.
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En este sentido estudios recientes -y en los que se basaron para elegir a los protagonistas de la campaña- han revelado que entre las personas de 18 a 34 años de edad, el mundo de la bebidas alcohólicas se torna cada vez más diverso, por lo que para conquistar a este grupo etario hay que potenciar otras cualidades de la bebida. Hacia eso apunta el término “refrescancia”.
El camino que transita la nueva vitivinicultura, con enólogos innovadores, insiste en proponer vinos mucho mas modernos entre los que se destacan los espumantes y frizzantes. Además de apuntar a la optimización de los tradicionales vinos tinto, blancos y dulce, con el objetivo de adaptar esta tradicional bebida a las exigencias del mercado.
Así que échele lo que quiera al vino, que nadie le va a decir nada.