San Juan es una provincia que a las claras, se caracteriza por el sol, el viento, el buen vino, las uvas, y los olivos. En los últimos años también por el pistacho, que encontró en esas latitudes condiciones óptimas para su desarrollo.
También se producen en esa provincia variedades uvas que no son para vino, sino para pasa o de mesa, además de tomates para la industria, semillas, melones y sandías, membrillos, espárragos, y otras delicias.
Todo ese abanico agrícola es bien característico de la zona que rodea a la capital provincial, es decir, la ciudad de San Juan. En los alrededores de ese enorme conglomerado urbano, es común encontrar fincas de las más diversas.
Pero San Juan, territorio árido, desértico, necesita, justamente por esta característica última, del agua como condición vital para los cultivos, más que en otras zonas.
San Juan registra precipitaciones anuales iguales o inferiores a los 100 milímetros, y concentra más de 300 días de radiación solar, lo que hace que para cualquier proyecto agrícola, sea necesario contar con riego.
Históricamente, las provincias cuyanas (no solo San Juan), realizan ese riego mediante las cuotas, o turnos, que se asignan para tomar agua del río, que nace del deshielo de la Cordillera de los Andes. Las acequias son los canales por los que circula ese caudal de agua, vital para que los agricultores puedan llevar agua para su finca.
Sin embargo, el cambio climático está haciendo que particularmente San Juan, viva una escasez de agua sin precedentes en la agricultura moderna, con muy magras nevadas en la zona cordillerana, y por ende muy poca irrigación y alimentación a los flujos fluviales de la provincia.
Al menos desde hace 5 años, la cuota que se asigna a cada productor para que pueda regar, ya no alcanza para sostener un cultivo saludable. Este año está siendo “nevador” en la zona de alta montaña, lo que augura una aceptable cantidad de agua, pero aun así, insuficiente, con la incertidumbre de lo que pueda pasar en los próximos inviernos, y el fantasma de la sequía instalado de forma permanente.
Tranqueras adentro de las fincas, particularmente las de olivos, pistachos y uvas, se empezó hace ya tiempo a empezar a pensar en alternativas ante esta escasez hídrica, y la solución que encontraron los productores de la zona es la de perforar hasta encontrar agua de las napas, y extraerla para realizar riego por goteo, en detrimento del riego por manto, que era el que venía del río. Hoy están recibiendo un 20% de agua respecto años anteriores.
Ahí se chocaron los agricultores con otra realidad, que es la de los costos de energía para succionar el agua de las profundidades, que en varias zonas superan los 400 metros de excavación. La energía de red para poner en funcionamiento las bombas, hace que los costos sean muy altos, incluso dejando fuera de la actividad a muchos históricos productores sanjuaninos.
Es por esto que la opción que comienza a componer el paisaje de las fincas sanjuaninas, es el de los paneles solares. Con esta tecnología, se pueden aprovechar las extensas jornadas de radiación solar, reducir costos de energía, succionar el agua del acuífero subterráneo, y además distribuirlo por las fincas. Comienza a ser habitual encontrarse parques solares dentro de cada finca, y de esta forma poder mantener a flote en la actividad.
Si se evalúa el escenario de hoy en día, la opción de los paneles solares se erige como la más rentable, más allá del pago inicial de la compra e instalación de los equipos. La amortización está prevista a pocos años, y con la extensa oferta de equipos que están entrando al país, sumado a los proyecto de fabricación nacional, el valor de los paneles es sensiblemente menor al de unos años.
También comienza a ser una opción para quienes además de la rentabilidad, buscan producir conservando, pues de esta manera se utilizan energías limpias la producción agrícola, se aprovecha el sol.
Francisco “Paco” Lorente es un ingeniero agrónomo del departamento 25 de Mayo, en San Juan, donde se está configurando el polo pistachero. Entre los pistachos, Paco asesora a una finca de 50 hectáreas que produce uvas para pasas, y donde no quedó otra alternativa que instalar paneles solares.
“Con el tema hídrico en San Juan, se entró en emergencia y no tenemos el agua que se entregaba antes a la finca. Nosotros antes teníamos cada 8 días, 4. La hidráulica nos daba a nosotros una dotación de agua 4 días cada 8. Nosotros andábamos muy bien. Cuando comenzó la crisis hídrica nos bajaron a 2 días. Bajó el caudal de los ríos y de los embalses. Hace dos años a la fecha, hidráulica nos entró a bajar también el coeficiente. Antes nosotros recibíamos 0.30, 0.35 en la compuerta, y hoy estamos recibiendo 0.18 centímetros”, describe Paco, quien explica la disminución del caudal de agua que reciben para poder regar. “Hoy día estamos recibiendo 1 día. Estamos en el 20%. No nos cubre el requerimiento hídrico de la planta”, agrega.
Con este panorama, es que Lorente recomendó la instalación de los paneles, para poder mantener a su asesorado en carrera productiva: “La humedad ambiente es muy baja. Las plantas están permanentemente requiriendo una cantidad de agua de suelo para poder hidratarse y poder vivir. Hemos llegado a la conclusión de que la única manera de hacer andar el pozo, que antes lo hacíamos andar 3 o 4 veces en el mes, ahora lo tenemos que hacer andar prácticamente permanente. Y en base a eso, directamente se optó por poner el parque solar para aliviar el tema de la tarifa eléctrica. Ahora lo estamos manejando en forma eficiente”.
Mirá la entrevista completa con Francisco Paco Lorente:
La instalación de los paneles data de un año hacia atrás solamente, y tanto el productor como Paco están satisfechos. Tanto, que el propio Paco está instalando unos paneles en una finca propia, donde cultiva olivos.
Para el manejo eficiente de esta tecnología, Lorente explica que instalaron la opción de los equipos sin batería, es decir, que se usan solo cuando hay energía solar. Si bien intercalan las horas energía solar con las de la electricidad de red, se tiene que cuidar de no usarla en los horarios pico, donde sale más cara y la ecuación productiva no resulta positiva.
“Llegamos a la hora que el parque solar funciona a pleno. Siempre se sobredimensiona un poco el parque, para que la bomba entre en funcionamiento antes de lo que tiene que entrar. Por ejemplo, si yo le pusiera los paneles que necesito para la bomba, a lo mejor la bomba me va a entrar a ser eficiente en 100% del parque a las 10 de la mañana, pero si yo le pongo más paneles, entro a las 8 de la mañana a ser a full y ya no consumo de la línea. Y eso es mucha plata. Mucha plata que nos estamos ahorrando”, explica Lorente.
En cuanto a lo agronómico, según el ingeniero el resultado es visible, manteniendo la infraestructura que ya se tenía, solo que se le agregaron los paneles: “La bomba estaba, es la misma bomba que estaba en la finca. No hemos tenido que cambiar bomba. El tablero también estaba. Hemos conectado el parque solar y anda perfecto, pero hemos pasado a ser eficientes, es decir, hemos pasado a que la planta, se nota hídricamente, que está bien, se nota que los brotes están bien y que produce”.
Esta situación que explica el agrónomo, que conoce al dedillo la región, hizo que varias fincas queden abandonadas por la falta de inversión en los pozos, tornando el paisaje sanjuanino en el desierto de antaño: “En San Juan ya hubo 2 o 3 crisis hídricas muy grandes, y en general todas las fincas tienen su perforación. Lo que pasa es que se usaban antes para los meses críticos, que eran noviembre, diciembre y algo de enero. Lo demás se manejaba con el agua hidráulica del turno. Con el tema de la disminución de las nevadas y de la crisis hídrica, entramos a hacer prioritario el uso de los pozos, y pasó a ser el caballo de batalla. Si no tenemos pozos, hay fincas en la actualidad que se han entrado a abandonar. El agua no es suficiente y no tienen pozos”, insiste el agrónomo.
Según Francisco, “las energías renovables han venido para una solución. Hay gente que a lo mejor dice que no, porque cuando vos te sentás, capaz que el costo inicial te pega. No tenés esa plata. Pero cuando vos lo ves funcionar, y ves cuando te viene la factura, o cuando vos le das una utilidad prolongada al equipo de riego, el costo se minimiza, se cae, un costo de una factura hoy día es del 30, 40%. No es caro para el valor de la producción. Y con este contexto de crisis hídrica es por demás de necesario”.
Respecto de la producción de uva para pasas que realiza bajo esta modalidad eficiente, Paco explica que a veces se vende la producción para pasas, y otras veces a la industria para que se haga mostro, endulzante que en mayor medida se exporta. Esta decisión tiene que ver con el valor, y unos dos meses antes de la recolección, deben decidir que harán con la cosecha.
“Las variedades que tenemos en la finca son Flame, Fiesta y Sultanina, que son sin semillas. Son variedades muy requeridas en el mercado. La Flame en Brasil, y la Fiesta y la Sultanina en Estados Unidos. Son uvas que se destinan para pasas por el tema de la cantidad de pulpa que tienen y cuando se deshidrata queda una fruta con mucha carne. Esa es la diferencia quizá con la que se usa para el vino, la humedad. La del vino es casi toda agua, esta tiene más carne”, detalla Lorente.
“El objetivo del proyecto es hacer todo pasa, pero hay años que realmente los mercados están con mucho stock de pasa, o el dólar no da el intercambio comercial y directamente la hemos destinado a bodega. La bodega la destina para mosto o para vinos comunes”, completa Francisco.