“Por sobre todas las cosas yo voy a seguir siendo agricultor”. La frase la pronuncia Ricardo Verdugo (55) con el tono tranquilo de alguien que eligió la vida que lleva. Tenemos esta conversación tarde noche, luego de verlo manejar un tractor para cosechar un maizal, tarea que, en este momento ya no tiene tanto tiempo para realizar.
¿Por qué? Porque hoy Ricardo es subsecretario de Ambiente y Producción en Contralmirante Cordero, una ciudad de 10.000 habitantes de la provincia de Río Negro. Pero su cargo, aunque importante, no lo define. Lo que lo define es su historia como productor. Por eso dice que cuando termine “este ciclo” va a volver al tractor.
Ricardo tiene una chacra de una hectárea donde cultiva hortalizas de manera agroecológica. Y ya hace 25 años que “está en esto”. Y aunque hoy tenga un escritorio desde donde junto a un equipo diseña políticas públicas, en el fondo -y en la superficie también- sigue siendo el mismo que un día decidió dedicarse a producir.
“Llegué a la agricultura por dos libros, ´La vida en el campo´ y ´El horticultor autosuficiente´, de John Seymour, que proponía otra manera de habitar el mundo, más ética y más natural. Y ese fue el clic”, describe este agricultor-funcionario que hasta los 30 años fue músico y operador de radio.
Pero hay algo más y que venía de antes. Los viernes, cuando era chico, se iba a pasar el fin de semana con sus abuelos maternos en la localidad de Sargento Vidal, donde tenían una chacra de diez hectáreas. En ese paisaje, que era infancia, juego y trabajo todo mezclado, fue aprendiendo sin saber.
Cuando muchos años más tarde su padre volvió a trabajar esa misma chacra, Ricardo se sumó. Ya no como un chico que mira, sino como un adulto que tiene que “hacer”. “Entonces me largué con mi propia espacio y empecé a producir usando los conocimientos que me había transmitido mi abuela y con todo el apoyo técnico del INTA”, recuerda.
En 2010 comenzó a brindar servicios agrícolas en la zona: tractor, rastra de disco, herramientas para escardillar. Anduvo chacra por chacra, hablando con los productores, viendo de cerca las necesidades. Hasta que en diciembre de 2024 asumió el rol de subsecretario. Y aceptó, pero no para alejarse del campo, sino para hacer algo desde otro lugar.
“Estoy contento porque sé que me eligieron por mi conocimiento de la agricultura”, dice con naturalidad, sin soberbia. “Conozco mucho el territorio y a los organismos que trabajan en él”.
En 2022 Contralmirante Cordero se declaró municipio agroecológico y se propuso que todos los agricultores produzcan sin agroquímicos. Para ello empezó a brindar acompañamiento, capacitaciones, a realizar relevamientos de plagas y a generar propuestas de bioinsumos adaptados a la zona.
Hoy, se está trabajando codo a codo con los horticultores que aún están en transición. La mayoría es de origen boliviano y muchos tienen ganas, pero también miedo a perder cultivos, a que las cosas fallen; Ricardo lo entiende, por eso una de las propuestas más interesantes es el Centro de Experimentación Agroecológica, un predio de 36 hectáreas donde cada productor tendrá dos para probar, ensayar…y equivocarse si hace falta. “Es una forma de dar respuestas concretas”, explica. “De no quedarnos en el discurso, es un laboratorio vivo, a cielo abierto”.
Existe también, otro tema que había que resolver y del que se está ocupando: las chacras frutícolas abandonadas que generan varios problemas: el suelo se empobrece, el riego se desaprovecha y la inseguridad crece. La solución que se impulsa desde el municipio es el sistema de aparcería, que consiste en ofrecerles a los dueños de esas tierras un acuerdo: ceder sus chacras para producir alfalfa durante cinco años. Las ganancias se reparten: 70% para el municipio, 30% para el dueño y con la ventaja de que se regenera el suelo. Pero hay más: esa alfalfa tiene destino seguro en la Línea Sur de Río Negro, donde los inviernos son tan crudos que alimentar el ganado se vuelve una tarea ardua. Con esta alfalfa, se les da una solución.
Ricardo lo cuenta sin estridencias y con entusiasmo. Se nota que le gusta la acción. Dice que siente que hoy, desde este lugar, tiene herramientas para hacer cosas útiles y concretas. Se mueve entre lo técnico y lo humano con naturalidad; habla de suelo, de bioinsumos, de alfalfa y de sistemas de riego. Y también escucha: se sienta con los productores, habla con ellos, entiende lo que les pasa.
-¿Ya se está realizando el trabajo de aparcería?
-Hay ocho propietarios que se sumaron y comenzaron los desmontes para producir alfalfa. En total son unas 30 chacras, que suman unas 400 hectáreas bajo riego y que podrían volver a producir. Detrás de eso, también hay trabajo: se está formando una cooperativa agrícola para ofrecer servicios de laboreo.
-¿Cómo es esto de balancear la vida y los criterios entre ser funcionario y ser productor?
-Para muchos, la función pública es sinónimo de distancia. Pero para mí es una forma de estar cerca del productor y de hacer cosas concretas, porque vengo de ahí y porque conozco el terreno. Y porque sé que cuando se termine este cargo, voy a seguir siendo agricultor.
Hermosa nota de una realidad que se destaca por su acción productiva y territorial. Los municipios son los cimientos institucionales de la sociedad y estas políticas son ejemplos de lo que hay que hacer para evitar el despiblamiento rural al mismo tiempo generar arraigo y ptoducción de alimentos respaldados por la gestión política municipal.