Para el analista Ignacio Iriarte, el consumo de carne vacuna cayó en el primer bimestre del año hasta un nivel históricamente bajo, de solo 45 kilos por habitante y por año. esto marca un fuerte descenso respecto de los 50 kilos consumidos como promedio de 2020.
Todavía no hay datos oficiales publicados que permitan corroborar esta situación. El Ministerio de Agricultura, que comenzó a dilatar la publicación de algunas estadísticas ganaderas, hizo publico el dato de enero pasado y resulta dramático en materia de consumo interno de carnes: redondeó 41 kilos, con un brusco descenso del 21% respecto del primer mes de 2020.
Iriarte, al hablar en la última Jornada Ganadera organizada por la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas (Fifra), dio por descontado que en el acumulado de enero y febrero el consumo anualizado redondeará los 45 kilos per cápita, aunque lo consideró como un dato positivo. “Hay una clara resistencia a consumir menos carne”, indicó.
Para el analista, este fue un claro ejemplo de inelasticidad de la demanda, ya que ante una caída de 10% en la oferta de carne (se pasó de 50 kilos promedio de 2020 a 45 de febrero de 2021), los precios aumentaron en forma interanual 80% y en similar porcentaje subieron los valores del ganado para la faena.
Iriarte considera que la oferta de carne ha llegado a su techo e incluso comienza a decrecer, mientras que la demanda sigue firme.
Como prueba de esto, y tomando los promedios del Mercado de Liniers, aseguró que en 2017 la facturación por la faena de bovinos -en términos reales y a valores constantes- fue de 40.600 millones de pesos. Tres años después, en 2020, esa misma cifra alcanzó los 67.600 millones, lo que significó un incremento de 66%.
El analista consideró que esta fuerte suba de la facturación de la cadena ganadera no se originó desde una mayor oferta de carne sino desde el interés de la demanda.. Para él, la recomposición de los precios de la hacienda vacuna en los últimos cuatro años se produjo porque, si bien las faenas fueron altas, la demanda convalidó de alguna manera estos nuevos precios.
En ese sentido, consideró que el consumo doméstico se muestra interesado en seguir adquiriendo carne vacuna y consideró un hecho positivo que se resista a bajar de los 45 kilos anuales en promedio, que es la mitad de lo que se comía en los años 70 u 80. “En los últimos años la demanda se llevó puesta a la oferta”, afirmó Iriarte.
Remarcó que en este escenario se afirma también la demanda internacional. Si bien el mercado europeo sigue manifestando volatilidad, los precios de China se vienen afirmando y en esto tiene mucho que ver el rebrote de la peste porcina africana que incrementa las exigencias de abastecimiento en un país con 1.500 millones de personas. China compra el 80% de la carne exportada por la Argentina.
Esta alta demanda asiática choca contra problemas de abastecimiento de los países proveedores de ese mercado como Australia, Brasil, Argentina y Uruguay, por lo que “el desfasaje entre oferta y demanda se va a acentuar”, indicó Iriarte.