Nicolás Reinoso es consultor en biológicos y fundador de NetZero Project, una firma con base en Raleigh, Carolina del Norte, que asesora a empresas y productores para acelerar la adopción de tecnologías vinculadas a prácticas regenerativas o sustentables. Participó como disertante en el Congreso de Biológicos organizado por Casafe y dialogó con Bichos de Campo sobre la situación de los bioinsumos en Estados Unidos y en América Latina.
“NetZero es una consultora que fundé hace menos de un año, después de haber trabajado ya 30 años en industria y en startups, que se dedica a poder ayudar a las empresas y a los productores a poder acelerar la adopción de nuevas tecnologías, nuevas innovaciones en el campo, siempre relacionadas a lo que son prácticas más regenerativas o sustentables”, explicó Reinoso.
Desde su experiencia en Estados Unidos, Reinoso describió una fuerte segmentación del mercado de bioinsumos: “La radiografía de los biológicos en Estados Unidos tiene que estar dividida en lo que es el cultivo intensivo y lo que es el cultivo extensivo, y dentro de lo que es el cultivo intensivo, lo que es la producción orgánica, que allá es muy grande”.
Según el especialista, la presencia de los productos orgánicos en la góndola norteamericana es un indicador del avance del segmento. “Si uno va a ir a un supermercado te vas a dar cuenta que tenés estantes y estantes de orgánicos. Que acá no es tan fuerte, si bien va creciendo y se va viendo, allá es algo de una realidad muy establecida”.
El marco legal también marca una diferencia: “No solamente avala (el mercado) el uso de los bioinsumos en el campo, sino que está súper común o establecido el uso de biológicos, y además tienen leyes que exigen que no usen ningún tipo de químicos. En orgánico vos no podés producir con ningún tipo de químico. Si vos querés ser certificado orgánico y ganar un premium price (sobreprecio) por la producción que vos tenés, o exportar a mercados que requieren o tienen una demanda de producción orgánica, tenés que estar certificado”.
Y aclaró: “Ser orgánico no significa ser regenerativo. Hay una certificación para orgánico, pero no hay una certificación para regenerativo todavía”.
Consultado sobre la comparación con el mercado argentino, Reinoso subrayó: “Sin duda Estados Unidos tiene mucha más adopción que Argentina. Y si me permitís comparar un poco, acá tenemos que dividir lo que es el inoculante de lo que es la masa crítica de cantidad de biológicos. Porque si vos agarrás el portfolio de biológicos completo de cada país, el inoculante es como un cachito así. Lo que pasa es que en Argentina venimos utilizando inoculantes hace muchos años. Si ves los gráficos, el cincuenta y pico por ciento venía de los inoculantes que se usan hace treinta años. En otros países no pasa eso”.
Al respecto esbozó un diagnóstico certero: “Sacás de la ecuación al inoculante y Argentina se cae muy abajo en cuanto a lo que es la adopción de biológicos. Y eso marca la diferencia”.
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En ese sentido, señaló que en Estados Unidos ya no se discute el uso de biofungicidas o bioinsecticidas en cultivos intensivos: “En todos los cultivos intensivos no se discute. Al contrario, te miran raro si no lo haces”.
Respecto del escenario argentino, Reinoso opinó: “Estamos en un punto de inflexión bastante importante dentro del agro, y yo ruego y espero que vuelva a lo que fue hace 30 o 40 años atrás, o mejor todavía. Creo que hay mucho que aprender ahí de otros países como Brasil, y para no irte a una cultura tan diferente a la nuestra”.
También se refirió a los factores que pueden empujar el crecimiento del mercado local: “Lo económico y todo eso, creo que va a venir mucho más por estos incentivos de programas de empresas que van a requerir comprar. Lo agronómico va a ser el motivo principal, y después, para mí, una cuestión de costos y de efectividad que tengan los productos que se traigan”.
Reconoció además que los tiempos de adopción no siempre se ajustan a las necesidades del productor argentino. En ese marco, recomendó a las empresas del rubro avanzar en ensayos con tiempo: “No pierdas el tiempo. No esperes a tener el producto para andar empezando a hacer ensayos con productores hoy, para que cuando te lances al mercado ya tengas tres años y ese productor sea tu primer cliente, porque tuviste tres años de medición”.
Por último, propuso una revisión del modo en que se evalúa el impacto de los productos biológicos: “Para mí las métricas que se miden hay que reformularlas todas. Estamos acostumbrados a medir rinde nada más, que sin duda la balanza influye. Pero los productos biológicos tienen una forma biológica, valga la redundancia, de actuar dentro de la planta que llega a un punto en donde quizás carece de efecto si el genotipo o el híbrido o la variedad no logra expresar todo aquello que lo biológico le está dejando disponible. Eso también es clave”, resumió.