Según el tucumano Carlos Federico Kohn, quien es magister consultor en carnes y ganados y docente en la Universidad Austral y la Universidad de San Pablo, la Argentina enfrenta un nuevo escenario para la venta minorista de la carne vacuna.
Según el experto, las carnicerías entrarán ahora en franca crisis y se deberán reconvertir para sobrevivir. Esta es la nota de opinión que el experto envió a Bichos de Campo:
“Pasada la sequía 2022-2023, con su consecuente sobreoferta de hacienda, y entrado el nuevo gobierno se exacerba una tendencia que venía aunque de manera incipiente, la caída de ventas de carne vacuna. La suba de precios sumada a la caída del poder adquisitivo de la población lograron que en enero de 2024 tuviéramos el peor indicador para ese mes en al menos 10 años.
El negocio de la carne vacuna se estructura básicamente sobre dos variables, el margen por kilogramo producido y/o vendido, y la escala o sea la cantidad de kilogramos.
La variable que definitivamente quebró un piso es la escala. Cualquier carnicería de barrio está por debajo de los kilogramos mínimos de venta para sostener sus negocios. Por lo pronto, los problemas de solvencia se van a manifestar en pocas semanas en la cadena de pagos de toda la ganadería.
Urge una modernización de la cadena, en particular el eslabón final, promoviendo la venta en cortes para ir suplantando la ya obsoleta media res, por la simple razón de que las ventas son segmentadas por barrio o región, se vende más determinados cortes y muy en forma excepcional todos de manera pareja.
Un real plan ganadero debe incluir la difusión de frigoríficos de desposte, incluso generando valor y trabajo. La modernización no es una opción, sino más bien una necesidad de toda la cadena ganadera.
Con simplemente liberar las exportaciones no alcanza, ya que sin un mercado interno que tenga aceitada la comercialización de cortes excedentes se hace inviable.
Mientras esto no suceda veremos la transformación del principal actor demandante de la cadena de carne vacuna, las carnicerías que representan al menos el 60% de las ventas minoristas, en una especie de UBER, escasa inversión y esquema apenas de supervivencia”.