En los últimos meses el precio de la carne viene aumentando menos que la inflación y eso tiene relación directa con la debilidad de una demanda interna que se encuentra a su vez con una alta oferta de cortes vacunos y de carnes en general, porque también es importante el abastecimiento de pollos y carne porcina.
La disponibilidad de ganado vacuno para la faena está garantizada al menos hasta el cierre del año, en función de los números que se conocieron de lo que está pasando en el engorde a corral, la modalidad de engorde que viene ganando protagonismo en el negocio por la continuidad de la sequía.
Los datos de la Cámara de Feedlot indican un alto nivel de ingreso a los corrales. Por cada animal que sale para la faena ingresa otro, lo que da cuenta de que no se dispone del forraje necesario para la retención en los campos. Esas haciendas, si se contara con el pasto, seguramente entrarían al engorde en unos cuantos meses y serían parte de la oferta del 2023.
En estas condiciones se supone que esa oferta por venir será menor y justo en un año electoral, pero para eso todavía falta. El 2023, para la Argentina del cortoplacismo, es el futuro lejano.
Los datos de los feedloteros son respaldados por los oficiales, ya que según analistas en el Senasa tienen registrado que hasta fines de septiembre había 1,8 millones de cabezas encerradas.
Hay mucho ganado en los corrales y saliendo hacia los frigoríficos para abastecer al mercado interno. Allí la demanda está perdiendo poder de compra por la alta inflación, que promedia el 7% mensual y que cerraría el año en niveles cercanos al 100%. Mientras tanto la carne y la hacienda acumulan subas de precios de 65% interanual, lo que da cuenta de pérdidas reales en el eslabón del comercio mayorista. Esto significa menores ingresos a frigoríficos y engordadores aunque todavía el impacto no se siente de igual manera en la invernada.
Los precios de los terneros que venden los criadores bajaron de 440 a 400 pesos en promedio, por kilo vivo, pero siguen siendo altos para la ecuación del engorde a corral, que pierde cada vez más plata. Según el cálculo de los feedloteros por cada animal liviano que va a faena se pierden 6.000 pesos pero cuando se le carga el costo financiero del dinero la pérdida es 26.000 pesos antes del pago de impuestos.
Por eso los que están encerrando hacienda este año son solo aquellos que tienen el sistema atado a otra actividad en la cadena. Se trata principalmente de matarifes y frigoríficos que necesitan de la oferta para transformar el ingreso en otro bien que les haga seguir girando la rueda del negocio.
Con estos niveles de encierre y una sequía que se extiende y que lleva a que el encierre intensivo sea la única salida de emergencia de los ganaderos la oferta de carne está garantizada por varios meses y lamentablemente también los precios bajos, al menos respecto de la inflación que se acelera cada mes.