Hay mercados internacionales dispuestos a pagar por un trigo premium y el ingeniero agrónomo Pablo Panza encontró el suyo. El ex gerente para Latinoamérica de la división de cereales de Syngenta inició un proyecto para producir un tipo de trigo de baja proteína. “Esas variedades existen, son tendencia. Hay que encontrarle el mercado, el comprador y desarrollar un negocio confiable”, contó Panza a Bichos de Campo.
Lo producido se exporta en su totalidad al sur de Brasil, donde Panza ya tiene vinculaciones con las molinerías. “Este mercado no está generalizado porque la industria local prefiere comprar trigo más barato y de mala calidad. Le agregan una cantidad de aditivos para hacer los productos”, aseguró Panza. Pero agregó que para hacer panificados de alta calidad la única opción era importar trigo de Canadá o Estados Unidos.
La pureza del grano, que obtienen de manera exclusiva de un semillero en Necochea, es el factor central para poder colocarlos en el exterior, y por eso debe seguir un protocolo de producción. Desde antes de la siembra se definen los fertilizantes a usar, las malezas a controlar y los productos químicos prohibidos. Además, se observan recomendaciones de nutrición y de buenas prácticas agropecuarias.
Dado que se trabaja a contrato cerrado, donde el productor ya tiene certeza de que lo sembrado será vendido –incluso tiene fecha estimada de embarque antes de comenzar-, es importante asegurar la trazabilidad del grano.
Los lotes se controlan por monitoreo satelital, visitas a los campos e imágenes por drones. “De esa manera mantengo el control y le voy informando a los molinos que ya lo tienen comprado”, afirmó el ingeniero. Los granos deben acopiarse en silobolsa y las cosechadoras tienen que tener los carros limpios. Al llegar al puerto, una certificadora internacional controla que las normas de calidad hayan sido cumplidas.
Panza compartió un video sobre su producción de trigos especiales en las redes sociales:
Este proyecto, que tiene su epicentro en el sur-oeste de la provincia de Buenos Aires –entre las localidades de Tres Arroyos, Bahía Blanca y Sierra de la Ventana-, le asegura al productor un sobreprecio de entre un 10% y 12% sobre el valor fijado. De los diez productores que participan este año, en promedio se logró un sobreprecio de entre 20 y 25 dólares.
“Eso es una metodología de trabajo con un operador de mercado de futuros. Cuando al productor le gusta el precio, decide vender y fija ese valor”, explicó Panza.
Mientras este proyecto, que tiene fecha aproximada de embarque para Abril, sigue su curso, Pablo se encuentra desarrollando en paralelo otras dos variedades de trigo: una con alta proteína y otro con mucho almidón para panificados especiales.