A principios de siglo la República Popular de China comenzó a abrirse paso en el mundo y en poco tiempo se convirtió en una potencia económica. Ese proceso llevó a que en todo el mundo se comience a hablar de China, ese gigante dormido, que para muchos era una gran promesa hasta que los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008 actuaron como bisagra y vidriera.
Es que a partir de entonces, el mapa geopolítico comenzó a cambiar de la mano de este gigante que dejaba de estar dormido, y comenzaba una nueva etapa en el globo. Producto de su fenomenal desarrollo interno, China comenzó a explorar territorios inexplorados mercados internacionales.
Testigo de esta transformación fue Omar Odarda, especialista en comercio internacional y ex agregado agrícola en China, quien además fue protagonista de las relaciones entre Argentina y China, puesto que aterrizó en ese país en 2006 y fue quien trazó todos los acuerdos comerciales que hoy se mantienen vigentes entre ambos países.
Según explica Odarda, cuando llegó a China, el país era “la nueva frontera”, haciendo mención al desconocimiento que había y el mote de promesa. Fue entonces que comenzó el trabajo comercial, justo cuando China se estaba abriendo al mundo.
“Fue un tiempo apasionante, porque fue previo a las Olimpiadas. Entonces el país se estaba abriendo, se estaba preparando para recibir al mundo con las grandes obras de infraestructura”, explica Odarda, quien se desempeñó como agregado agrícola entre 2006 y 2016, cuando en la gestión de Mauricio Macri vuelve para hacerse cargo de las Relaciones Internacionales del Ministerio de Agricultura.
Durante todo ese tiempo se construyó la agenda con China, que es la actual. Todo lo que Argentina exporta se iniciaron en ese período, en mayor o menor medida.
En el escenario agrícola actual argentino, en que el Spiroplasma, está recortando fuertemente la producción de maíz, hay mucho miedo e incertidumbre respecto a la próxima siembra del cereal, por lo que muchos ya están pensando en migrar al sorgo, que se siembra en fechas similares, puede tener buenos rendimientos, y requiere de un manejo similar. La pregunta es si hay mercado para el sorgo, y la discusión se vuelve inevitablemente a China, en pensarlo como mercado.
Sobre esto, Odarda recuerda que Argentina ya es el tercer exportador de sorgo de China, y las particularidades de aquel destino: “La historia del sorgo está ligada a la historia de China como importador de maíz. Cuando China comienza a restringir las importaciones de maíz, ellos descubren al sorgo como una alternativa. Es ahí cuando Argentina negocia su primer protocolo”, dice.
La historia dice que China dejó de ser autosuficiente en maíz en el 2010, que es cuando comienzan a importar, y empiezan a dispararse las importaciones de maíz. “Ya en 2010, 2011, se hablaba de 20 millones de toneladas para el 2013. Y China corta las importaciones de maíz argumentando que los embarques iban con eventos transgénicos. Ellos son grandes productores de sorgo. Ellos producen alrededor de 3 millones de toneladas, pero lo conocían para producción de baijiu. El baijiu es el aguardiente que uno tiene que tomar en los banquetes, como en la película Sorgo Rojo. Pero no lo conocían como forraje. Y es ahí cuando aparece el sorgo como una alternativa”, recuerda Odarda.
A su vez, el sorgo en China es menos problemático que otros productos, porque al ser destinado a forraje, no compite con la alimentación humana, por lo que no contradice ninguna política de seguridad alimentaria. Además, el sorgo no está sujeto a un contingente arancelario: “China tiene una cuota de 7,2 millones de toneladas, que entran con arancel cero prácticamente. Si no, tienen que pagar un arancel del 65%. No es transgénico, entonces comienzan a dispararse las importaciones de sorgo. 10 millones de toneladas para el 2015. Y vuelcan a Argentina como una alternativa”.
Mirá la entrevista completa con Omar Odarda:
Cuenta también Odarda, que ya desde el 2009 se veía un potencial para el sorgo. “Lo que pasa es que todavía no estaba el mercado, y ellos no lo veían como necesidad de importar. Ellos siempre consideraron Australia y Estados Unidos como proveedores tradicionales. Nos hicieron negociar, tuvimos que negociar un protocolo. Un protocolo fitosanitario con estándares muy altos, que fue lo que dificultó el ingreso de Argentina que recién se concreta en 2018, porque los primeros embarques del 2015 fracasaron”.
Con el paso del tiempo Argentina llegó a exportar a China dos millones de toneladas en 2021 y 2022, con un posicionamiento del mercado, y con precios a veces superiores a los del maíz. “Se logró entender que el mercado de China es un mercado de especialidad. No es el mercado tradicional a donde se exportaba el sorgo que se barría y se mandaba. El mercado de China es un mercado de especialidad que lo fija este protocolo, y hay que cumplir con 25 plagas, con requisitos sobre materias extrañas, requisitos de calidad, etc. Entonces por eso China paga más que Japón. Mucho más. Y eso se reflejó en lo que fue el mercado argentino con mejores precios para el sorgo de exportación, con ese incentivo y se empezó a recuperar. Un cultivo que era totalmente marginal, pasó a ser un grano de exportación que ahora hay que sostenerlo con varios deberes que tenemos que hacer”.
Es con esta historia reciente, que Odarda explica que la reputación Argentina tiene que recuperarse de esta historia fallida, de los embarques de 2015 que fracasaron: “En esta historia los embarques de 2015 que se mandó lo que se mandó generó una mala reputación en el mercado chino que hasta el día de hoy hay que vencerla. Y también había mucha resistencia del exportador argentino, porque decía que no podemos cumplir con ese protocolo, hay que cambiarlo. El protocolo es muy estricto, tiene 25 plagas que hay que certificar que no están con ciertas tolerancias, y también hay requisitos en materia de calidad que hay que cumplir y los requisitos contractuales”.
En China, el sorgo argentino tiene algunos cuestionamientos u observaciones, como el alto contenido de tanino, respecto al sorgo australiano y norteamericano. “Esto puede ser desfavorable para el sorgo forrajero, porque prefieren al maíz. Pero en cambio, el productor de aguardiente, de este baijiu de aguardiente, lo aprecia mucho porque es muy parecido al sorgo local chino. Entonces si bien están dispuestos a pagar un premio, van por el precio más bajo del mercado, que es el sorgo forrajero. y el importador, el trader, no quiere fracasar en un negocio. Si no se lo puede vender a una destilera, lo va a tener que vender como forraje. Entonces, entre los desafíos que nosotros tenemos, hay un desafío muy importante, que es que aprendamos a valorizar, digamos que lo hemos hecho, pero ya tomar conciencia toda la cadena de que hay que cumplir ese protocolo, de que este es un mercado donde no se improvisa”, destaca Odarda.
Con este panorama, el especialista describe lo que le queda a Argentina puertas adentro para mejorar y de esta forma profesionalizar un cultivo que nunca gozó de protagonismo, y puede llegar a jugar en primera, pero haciendo los deberes: “Tenemos una norma de sorgo forrajero de 1994 que no se actualiza, y ha quedado totalmente desfasada con respecto a los requerimientos del mercado mundial. Australia la actualiza todos los meses de agosto. No tiene el parámetro de peso hectolítrico. Hay que revisar los parámetros de calidad de esa norma. Australia y Estados Unidos exportan sin protocolo porque ellos tienen estándares mucho más altos. Y después llega un producto más limpio. Y acá tenemos también un problema”.
“Hay un problema con nuestros elevadores. Porque no saben, y no están manejando bien el sorgo. Entonces llega el sorgo con un mayor contenido de materias extrañas. Sí, hay que empezar a tomar en serio al grano. Entonces hoy a lo mejor nos hacen una deducción en el precio del sorgo argentino, porque uno lo compara y sí, el sorgo australiano es una belleza, y el sorgo argentino viene con un montón de materias extrañas. Por más que se cumpla contractualmente con los límites de las tolerancias contractuales. Pero para ellos también es un costo. Es reputación”, finalizó Omar Odarda.
El sorgo es el producto con mayor peso geopolítico en la campaña 2024/25 ¿Eso es bueno o malo?