“Soy Omar Chiatti, cantor de folclore de Bandera, Santiago del Estero, también dirigente rural, vicepresidente de la Sociedad Rural del Sudeste santiagueño y productor”. En pocas líneas, el protagonista de El podcast de tu vida en Bichos de Campo resume sus pasiones.
Este referente de la ruralidad norteña fue presidente de la Federación de Asociaciones Agropecuarias Santiagueñas y de la Rural de Bandera, ciudad en la que nació en 1964. Hijo de agricultores, Alfredo Chiatti y Elena Burgos. cuenta, en el capítulo 42 de EPV publicado en febrero de 2022, sobre su infancia rural, viendo a su padre “romperse el lomo” en el campo, también recuerda cómo le llegó el amor por la música “tardío, recién a los 21 me regalaron la primera guitarra y cuatro años más tarde empecé a tocar”.
El campo y los sucesos que allí ocurren son fuente de inspiración para sus canciones, porque además de cantor es compositor. Así surgió “Agricultor de mi pueblo”, de sus canciones preferidas. O “Piquetes de la abundancia”, imaginada y escrita al costado de la ruta, en aquellas tardes tristes de 2008 (N de la R: cuando productores de todo el país cortaron las rutas por varios días para oponerse a la Resolución 125 que, entre otras cosas, hablaba de retenciones móviles).
Divorciado, tiene dos hijos, Noelia y Matías. Su padre falleció cuando Omar era pequeño. Después, empezó a vender maquinaria. “Si volviese a nacer haría lo mismo”, dice. Se subió por primera vez al escenario en la Sociedad Rural de Bandera en 1999 y no se bajó más. Ha cantado en los principales escenarios del país, con premios y reconocimientos.
“Marcando huellas” fue su último trabajo discográfico en 2022. “Lo estoy presentando en festivales, eventos privados y otros lugares por todo el país, también lo estamos difundiendo en más de 20 plataformas digitales”. Pasen y escuchen… perdón, lean…
-¿Cuáles son tus primeros recuerdos vinculados con la música?
-Lo mío fue raro porque no tengo antecedentes musicales en la familia. Entonces, hasta los 25 años ni soñaba con una guitarra. Cuando cumplí 21 años una madrina me regaló una guitarra. Me preguntó si quería una guitarra o un anillo. Y la verdad que nunca supe por qué le dije que quería una guitarra. Y lo cierto es que con esa guitarra molesté a medio mundo, me metía, no sabía tocar, fui a un profesor… yo sabía que algo quería hacer con ese instrumento. Pero se presentó el escollo, que la verdad no me daba el cuero, ni siquiera para las rondas de asado.
-¿Y en tu casa de pibe qué música escuchaban?
Mis padres hombres de campo, trabajadores de sol a sol, “agricultores de mi pueblo”, como le puse a mi primer disco. En casa se escuchaba la música de la época, con una radio a pila, pero nadie tenía un instrumento. Ni tampoco amigos que se juntaran a guitarrear con mi viejo. Por eso te digo que después de los 25 me di cuenta de que la música era algo que me gustaba mucho y me hacía falta.
-¿Cómo llegaste al escenario ese de la Sociedad Rural de Bandera donde fue tu primera oportunidad?
-Tenía 35 años. Yo ya hacía unos años que había empezado con un profesor de acá de Bandera, Carlitos Ávila, que ya no está. Y también Heriberto Coronel, que tiene un grupo. Me dio él un empujón importante para estar en ese escenario. Cantábamos 3-4 temas y lo teníamos acomodado, pero subirse a un escenario era otra cosa. Igual, lo que nunca me faltó fue coraje y eso hizo que pueda llegar a muchos lugares que si no tenés empuje aparte de conocimiento musical, no llegás. Ese día descubrí que yo quería estar arriba del escenario. No sé a costa de qué, si de ensayar mucho, cantar más o menos lindo, que le gustara a algunos si y a otros no tanto.
-¿Qué te pasa por el cuerpo cuando estás arriba del escenario?
-Lo primero que te pasa es que no te querés bajar más. Eso nos pasa a todos los artistas. Yo ya en 1999 tenía una samba escrita, que se llama “agricultor de mi pueblo”, que la escribí a poco de haber fallecido mi padre. Pero no me animaba a cantarla. Porque no creía que sea samba podía tener un reconocimiento como el que tuvo. Hoy, años después, en los escenarios donde canto esa samba, la alegría más grande que tengo es que aún gente que no sabe nada de campo, y no tiene por qué saberlo, valora esa letra. Y eso me llega al alma.
-Vos también sos compositor y el campo está mucho en tus letras. ¿Qué cosas te inspiran?
-“Agricultor de mi pueblo” es una samba especialmente dedicada a mi padre por haber visto el sufrimiento. A ver. Yo digo que los agricultores de ahora somos “agricultores VIP”, no como los de hace 50 años que veía a mi padre y era chiquito, y las condiciones eran otras para el trabajo en el campo. Se andaba en sulky, caballo, carreta, camionetas viejas. Viendo ese sacrificio que era el de mi padre, pero también el de los agricultores en general de mi querida Bandera, decidí escribir ese tema. Y, obviamente, las mujeres y todas las madres que acompañaban a esos agricultores. Y después tengo un tema muy dedicado al campo que se llama el piquete de la abundancia que es una milonga que la escribí en los cortes de ruta del 2008, inspirado por semejante movimiento. Esa está en el tercer disco. Y después, canciones que uno le escribe a las cosas que va viviendo en la vida. Por ejemplo, una samba que le escribí a Jesús María, “Cuando se estremece el alma”, porque es lo que te pasa arriba de ese escenario.
-¿Y cuándo y cómo compones? ¿Cómo es el proceso de composición?
-Creo que perdí más canciones de las que escribí por no tener siempre a mano un teléfono como los que hay hoy que podés grabar. Yo cuando empecé a componer andaba conduciendo mi camioneta, viajando, y cantaba canciones enteras, que nunca más me las acordé. Es una inspiración del momento. Yo me inspiré en una canción en la que nombro a mis hijos y yo ya escribo con la música, después vienen los ajustes. Yo te escribo las siete estrofas de una chacarera en una sola tirada.
-Te vuelvo a los escenarios, has estado en Jesús María…
-La historia de Jesús María te la cuento rápido. Nosotros en 2003 con mi grupo, que siempre digo lo mismo, son de Bandera. Fuimos a tocar a un festival de un pueblo, Vilela en Santiago del Estero y cuando nos bajamos se acercó un señor y me dice que le había gustado y que si me gustaría estar en Jesús María en 2004. ¡Imaginate! Era mi sueño. Dije que sí. Y desde 2004 hasta 2011 estuvimos en horario televisivo. Y en ese momento también hacíamos Cosquín. Donde no llegamos al escenario principal por pequeños detalles. Pero muy bien. En 2006 gané el festival de la canción de Cayastá. También en el de la Salamanca, en Santiago del Estero.
-¿Y cómo se entrelazan todas las cosas que hacés? Todas tus pasiones…
-Hoy busco un equilibrio, entre el trabajo, la música y la vida. Porque tengo casi 60 y no me voy a abocar a una cosa sola.
-¿Y de todos los escenarios hubo alguno que te haya transmitido especial emoción?
-Jesús María me pegó mucho a mí. No el primer año porque no había caído. Antes mío cantaron Los Guaraníes y después Los Nocheros. La verdad no sabía ni donde estaba. Sí, el segundo año empezás a encontrar reconocimiento. Ese segundo año compartimos la peña con Daniel Altamirano, que después vino a Bandera. “Los Guaraníes”, “Los Izkierdos de la Cueva”. Entonces, cada año se va armando en los camarines un saludo, una charla. Para mí fue muy grande la sensación y por eso le puse a la samba “Se estremece el alma”. Eso fue lo que más me pegó. Y hace poco pude cantar con el Chaqueño Palavecino.
-Hablabas de andar por el país, de hacer las cosas que te gustan… ¿Qué lugar tiene el folclore en Argentina? ¿Qué lugar ves que tienen los jóvenes? Porque hoy tenemos acceso a toda la música del mundo desde el teléfono.
-La verdad que lo veo cada vez más difícil. Por el contexto mismo. Esta es una profesión muy cara. Porque ir tocando de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, se hace muy costoso. Si no sos conocido no hay mucha plata. Si es verdad que las plataformas virtuales hoy te dan la posibilidad de darte a conocer. A muchos cantores que no hubieran aparecido en los escenarios en otra época. Sigo sosteniendo que si no estás en el pico máximo de la comercialización de tu música no tenés los lugares que te merecés. Por eso también dejé de ir a Jesús María. Y no lo digo sólo por mí, sino por amigos cantores muy buenos que quedan fuera de los estándares de marketing. Como en todas las cosas en la vida. Se arma un núcleo de artistas y son 14-15 artistas que están en todos los festivales. Y después los que pueden colarte entre medio.
-¿Qué sueños cumpliste con la música?
-El principal sueño cumplido es disfrutar los grupos de amigos que tengo con el folclore. Los escenarios son magníficos. Pero lo que se da antes y después, y te juntás con los amigos, los que son fieles a vos, y eso es hermoso. Capaz tenés una carpeta de 100 temas, porque cantamos tangos, boleros, lo que se nos cruza, total estamos en familia, pero es gratificante divertirte con los amigos en cualquier lado a guitarrear.
-Si, claro, me imagino como en el rugby o el hockey “el tercer tiempo”. Compartir un asado, una charla con otro cantante…
-Si, eso es sensaciones. Cuando te instalás 6-7 días, compartís, ves lo que hacen los otros. Yo en 2006 tuve la oportunidad de cerrar un festival muy grande con Tamara Castro en Brandsen. Y con ella, era sentarte a hablar de igual a igual. La parte más rica de esto es el pre y el post.
-Bien Omar, vamos a meternos en el pin-pong de El podcast de tu vida. La primera pregunta es un país o ciudad que conozcas y que más te guste.
-Bandera, Santiago del Estero. Puedo recorrer el mundo, pero quiero morir acá.
-¿Un país, ciudad o lugar que te gustaría conocer?
-Tengo pendiendo conocer Italia, por mis ancestros.
-¿Tu comida favorita?
-El asado.
-¿Qué añorás de cuando eras chico?
-La familia. Aquellos años de chico donde éramos muchos, nos juntábamos en mesas de 40-50 personas. Eso se ha perdido. Eso era muy gratificante. Todos los tíos, abuelos, primos.
-Si tenés tatuajes cuál te gusta y si no ¿qué te tatuarías?
-En el caso de tener que hacerlo, sería los nombres de mis dos hijos.
-¿Un hobbie?
-Jugar fútbol y ver fútbol.
-¿Carne, pasta o sushi?
-Preferentemente carne, pero como de todo. Aunque después de dos días sin carne busco carne en cualquier lado. El sushi va muy bien, pero para un día. La carne puede andar todos los días.
-¿Algún superpoder?
-Me gustaría poder tener uno para acomodar la situación que tenemos en Argentina. Para que seamos un país normal. Que ya no lo somos.
-Si pudieses subirte al Delorean, el auto de “Volver al futuro”, ¿A qué momento viajarías?
-Volvería el tiempo para juntarme un rato de nuevo con mi viejo que es lo que más extraño.
-¿Un tema musical para cerrar esta charla?
-“Agricultor de mi pueblo” que es el ícono mío.
Es ZAMBA, no samba, corrijan ese horror!!!