Al campo de Omar Astiz se llega por la ruta que va de Las Flores a Saladillo, pasando unos 10 kilómetros del paraje El Trigo y luego de unos kilómetros más por camino de tierra. Era difícil llegar hasta allí en los viejos tiempos, cuando los caminos estaban en pésimas condiciones, peor incluso de lo mal que están ahora. En 2023, ese mismo mismo campo de solo 120 hectáreas cumplirá 100 años en manos de la familia.
Hace unos años Omar trabajaba solo, pero ahora su hija Julia, que se recibió de ingeniera agrónoma, lo ayuda y dice que su padre le sigue enseñando de ganadería. Los Astiz empezaron “desde muy abajo”. Recuerdan todavía cuando cosechaban el maíz a mano y tenían chanchos, vacas, ovejas, gallinas y hasta huerta. Consumían todo lo que producían. Ahora, a puro empeño y absorbiendo conocimiento de todos los lados disponibles, Omar se ha convertido en un referente ganadero para toda esta región.
-¿Así qué cumplió sus bodas de oro como ganadero? ¿Cuándo comenzó?
-Yo empecé cuando tenía unos 20 años, por el año 1970, ayudando a mi padre, que venía trabajando el campo de mi abuelo. Éste es un campo de familia, donde ahora me ayudan mis hijos, que son cuarta generación, y ya tengo nietos. Mi padre estuvo aquí desde 1923. En 1977 mi padre dejó el campo por razones de salud y quedé yo a cargo y vivo de esto. Mi señora es docente.
-¿Cuántos hijos tiene?
-Tengo dos hijos, una ingeniera agrónoma que me ayuda en lo técnico, y un profesor de historia que viene a ayudarme los fines de semana.
-¿Y usted no pudo estudiar nada?
-En mi época eran pocos los chicos de campo que se iban a estudiar y yo me quedé en el campo. Pero siempre me gustó leer y aprendí un poco solo. En 1993 me metí en un grupo de Cambio Rural y empecé a aprender mucho.
Mirá la entrevista completa a Omar Astiz:
El programa Cambio Rural, en sus primeras ediciones, proviene de los años 90. En ese momento regía la Ley de Convertibilidad y muchos productores chicos estaban en serios problemas, por el atraso cambiario. A Felipe Solá -que en ese momento era secretario de Agricultura- se le ocurrió crear ese programa, asociativo. “En 1993 se decía que había 100.000 productores que desaparecían, especialmente los pequeños. Cambio Rural empezó a cambiar la historia porque empezamos a aprender muchas cosas”, reconoce ahora Astiz.
-¿El secreto de Cambio Rural es compartir conocimientos?
-Se trabaja en grupo y cada grupo tiene una reunión en cada campo, y ese día se trabajaba para ese campo. Todos opinan y sugieren para encontrar una solución viable para ese productor.
-¿Y por qué pone su ingreso al programa como un punto clave en su historia como ganadero?
-Fue un momento bisagra para mí, porque ahí empecé a salir del campo. Uno está enfrascado en lo de uno y no ve muchas cosas y le parece que lo que existe es sólo lo que aprendió de sus padres. Pero las cosas son dinámicas, evolucionan permanentemente.
-Lo que usted no descubría en su propio campo, en el campo de al lado capaz que sí…
-Había uno o dos campos que eran referentes y empezás a pensar “¿Si él lo hace, por qué no lo puedo hacer yo?”. Después empezamos a tener charlas técnicas y asesoramiento con agrónomos, a visitar la experimental de INTA Balcarce, la reserva 6 donde el genial ingeniero Jorge Carrillo nos dio varias charlas. Yo volvía a mi campo y me decía a mí mismo: “Acá tengo que hacer eso mismo”.
-¿Qué fue lo primero que empezaste a modificar?
-A mejorar la eficiencia, la gestión, ordenarnos, llevar registros de producción, los gastos, la tecnología de los procesos. Uno suele creer que hay que salir a comprar tecnología, pero muchas veces, antes hay que aprender a gestionar la producción, que tiene costo cero. Con estacionamiento de servicios, sanidad, manejo del pasto con alambre eléctrico, interpretar a la naturaleza, cómo es la demanda de una vaca, que en el momento que ha parido es cuando más requiere porque debe alimentar a su ternero y tener buen estado para volver a preñarse. Todo eso lleva tiempo de aprendizaje. Pero cuando uno empieza a ordenarse, se comienza a ordenar todo: mejoran los índices de preñez, se logra uniformidad en los terneros.
-¿Lleva mucho esfuerzo de observación entonces?
-Sobre todo entender cómo funciona un sistema en forma integral, no de cosas aisladas. Si la mayor producción de pasto es en primavera, pues en ese tiempo la vaca debe parir y hay que sincronizar todo. La naturaleza, generalmente lo hace sola. Si dejás un rodeo, las vacas paren solas en primavera, pero hay que cuidar la sanidad. Y luego, debemos empezar a trabajar en genética.
-¿Y este proceso te evita salir a comprar una receta?
-Muchas veces te venden una cosa enlatada. Cada campo es distinto. El mío es bajo, se inunda en un 80% pero es de rápido escurrimiento porque tiene un canal importante que se lleva el agua. También sufre mucho la sequía. Y uno debe entender qué problemas tiene, porque no todos tienen los mismos problemas sanitarios. La adaptación de los animales al campo quiere decir mucho. Yo tengo un rodeo totalmente cerrado, no entra una vaca que no haya sido criada en el campo. Sólo entran toros.
-¿Por qué? ¿Para controlar la sanidad?
-Sí, y además es un animal adaptado al lugar. Porque uno compra un animal bueno, pero viene de una zona con mejores pastos, y entonces cuando llega al mío, sufre. En cambio los que se crían en mi campo, ya están adaptados. Y la ternera que llega a madre, es porque ya se adaptó y superó todos esos problemas.
-¿Qué otras cosas aprendió con el tiempo?
-Es un paquete de no muchas cosas. Por ejemplo: hoy no hay que tener animales improductivos en el campo. Y los que está produciendo, deben producir bien. Por eso estamos tratando, hace unos cuantos años, a través de inseminación artificial o comprando un toro con genética superior, para lograr animales adaptados al campo, que transformen el pasto en carne, en forma más eficiente. De modo que un ternero, al destete, pese 180 o 185 kilos, en vez de 170. Son 10 o 15 kilos de diferencia que a lo mejor, con un lote de diez terneros menos, producimos los mismos kilos. Y además si uno va a vender una vaquillona con una genética y una sanidad reconocidas, vale más.
-¿En su 120 hectáreas cuál es finalmente su planteo productivo?
-Yo tengo 90 vacas preñadas, casi todas ya paridas, con una parición concentrada, alrededor de 65 % y algunas veces más, en los primeros 30 días. Y en los segundos 30 días, otro 20 o 25 % más. Y la “colita”, que sea lo más chiquita posible. Y si uno tiene una buena reposición de terneras, esas vacas, salen. Porque si no, se van atrasando y un ternero que nace en octubre, es “cola”, no produce lo mismo.
-¿Cuál es finalmente tu índice de destete?
-Este año voy a andar en el 90%, pero el promedio es 85 % u 87 %. El año pasado tuve problemas de diarrea de terneros y tuve más pérdidas de las normales. En esta zona el índice promedio, creo que está en un 68% a 70%, dependiendo de la lluvia.
-Así que está sacando 90 terneros de cada 100 vacas en una superficie chica y solo con tecnología de procesos.
-Sí, y ese ternero no sale del campo, sale gordo, no lo vendo, lo recrío a pasto, no uso suplemento. A veces puedo terminarlo a pasto, en una buena primavera, y sacar un novillo gordo. No siempre se da. Lo hago en un lugar con un molino, con una manga, un silo de autoconsumo, compro alimento y ahí los termino, los engordo.
-Así que tiene un gran carga encima de su campo.
-Sí, tengo una carga de 1,3 o 1,4 por hectárea.
-¿Y la pastura aguanta, siembra pasturas?
-No. Sembraba pasturas hasta hace unos 15 años, pero hoy en día unas buenas pasturas son muy caras, hay que hablar de unos 300 dólares por hectárea. Una vez me vino una inundación y perdí todas las pasturas. Consulté a referentes del INTA que trabajan con campos naturales y me di cuenta de que haciendo un buen manejo, con alambrado eléctrico y fertilizando, el campo natural rinde mucho. Porque la diversidad de pastos naturales que tenemos es mucha y ya están adaptados desde hace mucho. Han soportado sequías, inundaciones, incendios y han sobrevivido.
-¿Entonces armó un esquema de rotación intensivo?
-Sí, no hay que comer todo el campo junto. Uno puede dividir 120 hectáreas de modo infinito. Tengo calles de agua para los molinos, y potreros de 7 u 8 hectáreas. Pero después, adentro, con electropiolín y varillas plásticas, uno lo va manejando. Entonces hacés potreros y los animales no entran al resto del campo por 3 o 4 meses, tanto que parece vacío. Y eso produce un descanso en el pasto que favorece la semillazón y el crecimiento.
-¿Y qué lo distingue de tener ganadería regenerativa o agroecológica?
-Sólo para los destetes, les paso algún herbicida a algunas parcelas chiquitas de 7 u 8 hectáreas, a campitos de más de media loma. Pero después, si no hay mucha maleza, lo hago a pata de vaca. En febrero le echamos una carga alta de animales para que lo pisen, lo bosteen y lo arrasen. Y cuando llueve, en febrero, todas las semillas de raigrás y cebadilla, salen solas. En 2 o 3 meses tenés un campo verde, de buena calidad.
-¿Y está contento de haber dedicado 50 años, toda su vida, a la profesión de ganadero?
-No he visto otra cosa, así es que no me quedó más remedio. Pero a mí siempre me gustó hacer esto. Y ahora que mis hijos me acompañan porque han terminado sus estudios, uno toma un nuevo impulso.
-Me parece que lo que motivó a sus hijos es el hecho de que usted se tome el campo, no como una carga o una queja, sino como un desafío…
-Lo que pasa es que cuando uno se queda en la queja, es medio difícil salir. ¿En 50 años cuántos vaivenes pasaron? Pasamos de todo. La década del ’90 fue muy dura. Y la superamos porque uno tiene un sentido de pertenencia y como le gusta lo que hace, siempre estamos con la esperanza de que va a venir algo mejor. Con la vista puesta hacia adelante podés seguir, pero si te vas a quedar en la queja, con que “esto no va a andar”, te deprimís y aflojás.
Hermosa nota…una verdadera historia de vida
Me encantan éstas historias de pequeños productores de éste país. Se parece bastante a la de mi papá, me encantaría tambien que él pudiera contar lo que hace en su campo que tambien és bastante exitoso.
escribime a matiaslongoni@gmail.com y pasame los datos básicos, a ver si podemos hacer esa nota también. Será un placer.
Muy buen reportaje
Ejemplo a seguir
Excelente reportaje! Envidiable lo que hace esta familia, ejemplo para difundirlo…así debería ser toda la región pampeana que la han destrozado..
Linda nota!
Muy buena nota, felicitaciones. Me siento identificado, también tenemos un campo chico y estamos mejorando mucho la ganadería en los últimos años. Tiene razón el productor en no quedar en la queja, mejor salir a buscar soluciones y muchas veces el ejemplo está en los campos vecinos, hay que hacer cambio rural, tomárselo como una inversión en conocimiento y no como una pérdida de tiempo. Saludos