El precio de la carne vacuna, según el último relevamiento del IPCVA, se planchó en septiembre. La variación fue de una muy leve baja -de 0,1%- respecto del mes anterior. De todos modos, en términos interanuales se mantiene una diferencia de más del 70%, superando claramente a la inflación.
El freno tuvo que ver con dos cuestiones. Por un lado, el cepo a las exportaciones de carne vacuna inyectó más carne en el mercado local. Por el otro, con la debilidad del poder de compra, el salario viene perdiendo contra la suba de precios de la economía argentina.
Esa estabilidad en el precio de la carne está en línea con lo viene pasando con los precios de la hacienda en el Mercado de Liniers y en particular con las categorías vacunas que se destinan al mercado interno, como son los novillos, novillitos y vaquillonas. Desde el arranque del cepo exportador, allá por mayo pasado, los bovinos estabilizaron sus cotizaciones, lo que significó una retraso en el precios en términos reales de al menos 15/20%, ya que el resto de los precios continuaron subiendo.
La debilidad del mercado interno se expresa también en la evolución de la demanda de la carne de pollo y de cerdo, que son mucho más baratas que la carne vacuna. De hecho, con un kilo de asado se pueden comprar 3,4 kilos de carne aviar y 1,4 de pechito de cerdo.
Mientras la carne de vaca se frena en los mostradores, en el último mes el precio del pollo aumentó 6% y el pechito de cerdo 7,4%, de acuerdo con lo que informa el propio IPCVA. Esto mete presión a una corrección esperada por los operadores para los próximos meses.
En rigor, la estabilidad que se observa en la venta de carne vacuna en la góndola y en el Mercado de Liniers se contrapone con lo que pasa en el mercado de la invernada. Allí donde se venden los terneros, al comienzo de la cadena productiva.
Este miércoles se realizó el remate por el 13º aniversario del Rosgan, que contó con 11.000 cabezas y en el cual los terneros promediaron 265 pesos. Eso significó una diferencia de 35% con relación al precio del ganado con destino a la faena, que promedia los 190 pesos para los novillos de mejor calidad mientras que a los valores máximos de novillitos y vaquillonas les cuesta superar los 200 pesos. La brecha entre invernada y gordo, así las cosas, más que duplica al promedio histórico de 15%.
Raúl Milano, desde el Rosgan, explicó que “los precios fueron muy importantes, fue un muy buen remate. La oferta es difícil de conseguir y la demanda se mostró muy sólida. Estaban los invernadores tradicionales y los feedloteros también trataban de conseguir hacienda”.
Además remarcó que “en los próximos meses será más difícil conseguir estas haciendas porque se perdieron 500.000 terneros”.
Por su parte, Patricio Carli, de la consignatario Alzaga Unzué, señaló: “Fue un remate importante en volumen, calidad y precios. Esto se puede explicar en primer lugar por una falta de oferta, la demanda se mostró muy activa y la hacienda sigue siendo cobertura de valor, la primavera está muy afianzada y una expectativa de suba del gordo que se ve para las próximas semanas”.