“Mi vieja, muy creyente, organizaba misas para que yo no corra. ¡Hacía misas para la contra!”, recuerda Federico Cola, entre risas, sobre qué le dijeron sus padres cuando les dijo que quería ser corredor de motos profesional. Para entonces ya estaba en Agronomía, se había dado unos buenos golpes y tenía un sueño: correr en África, en especial el Rally Dakar. Ese joven no sabía que años más tarde esos sueños iban a convertirse en realidad.
“Fede” nació en Salto (su abuelo Américo Cola fue intendente allí entre 1948 y 1952), provincia de Buenos Aires, “una ciudad, junto con Arrecifes, muy fierrera”. Tiene 51 años, su esposa se llama María Clara y tiene tres hijos: Lucas, Martina y Luisina.
Toda la vida estuvo relacionado al campo, estudió agronomía y se recibió hace casi 30 años. El campo es un ámbito donde está todo lo que me gusta: “la tierra, la naturaleza, un lugar para producir, ganar plata, hacer crecer una empresa”.
Fue uno de los productores que impulsó desde su origen Bio4, una empresa que compra el maíz de la zona y lo transforma en bioetanol y burlanda. Hoy también generan bioelectricidad a partir de Bioeléctrica y varias cosas más. Cola es un apasionado de las posibilidades que se generan a partir del valor agregado en origen.
Actualmente es productor de la zona de Río Cuarto, miembro del CREA Carnerillo, trabaja en una empresa familiar agropecuaria con explotaciones en San Luis y en Córdoba, y desde 2018 es CEO de Seed Matriz, una empresa también formada por productores o empresarios vinculados al campo, que puso el foco en la innovación tecnológica de la semilla de maíz, para mejorar su sembrabilidad, entre otras cosas.
Sin embargo, más allá de lo interesante que es todo este mundo agropecuario que ha forjado Cola, cuando lo convocamos para el capítulo 56 de Oli-Nada-Garcas, “El podcast de tu vida”, lo hicimos para hablar de una de sus pasiones más allá del campo: los fierros, las motos y todo lo que se puede saber de la competencia motor más exigente del mundo. Finalmente del Dakar, el cual corrió en 2010 (llegó a la meta) y en 2016 (tuvo que abandonar por rotura de su moto).
¿Tuvo algún accidente fuerte? ¿Cómo se lleva con el miedo y la velocidad en una competencia en la que, lamentablemente, casi todos los años mueren competidores, la mayoría de ellos motociclistas? ¿Algo de lo que hace en el campo le sirve para la moto? Pasen y lean…
-¿Hay un punto de conexión entre tu historia vinculada al campo y a los fierros y la velocidad?
-Nací en un ámbito de productores agropecuarios. Y tanto a mi abuelo como a mi viejo y a mi tío, le gustan los fierros. Eran contratistas, había fierros por todos lados. Me crié entre ellos. Otra cosa es que muchas veces en el campo estás solo y tenés que resolver cosas vos mismo, por tus propios medios y se te rompe un tractor en el medio del lote hay que rebuscárselas para arreglarlo. Y en una competencia como el Dakar es lo mismo, estas en medio de la nada y sos vos el que tiene que solucionar los problemas.
-Y ¿Cómo fue tu primer contacto con las motos?
-Yo tenía 8-9 años y como toda mi familia y yo somos de Salto, una ciudad y una zona muy fierrera, siempre había muchos autos dando vueltas, y está lleno de talleres. Mis primos tenían motos y yo ya a esa edad quería andar. Me subí a una moto directa y en la primera curva me pasé de largo, me subí a la vereda… pero quedé contento con la experiencia y nunca más me bajé. Ya pasaron más de 40 años. Soy un apasionado de las motos.
-Si cerrás los ojos, ¿qué olores, sensaciones se te vienen al cuerpo de aquellos años?
-El olor a las mezclas, los motores dos tiempos, el aceite con la nafta, con el humo. Eso te queda grabado para siempre.
-¿Y cuándo empezaste a correr?
-El campo donde me crié tiene médanos asique aprendí a andar en arena desde los 13 años. Pero recién a los 20 años empecé a correr carreras de enduro en la zona de Río Cuarto. He tenido suerte, he ganado varias carreras a nivel provincial y nacional.
-Siempre que hablo con algún corredor pregunto, ¿qué te decían tus viejos?
-Era todo un tema la moto. Pero yo era insistente. Y obviamente no tenía la plata ni el apoyo. Cuando a los 20 le dije a mi viejo que quería empezar a correr en serio me dijo que estaba loco. “No te doy plata ni para la moto ni para el hospital” (se ríe). Mi vieja, muy creyente, encargaba misas para que yo no corriera. ¡Hacía misas para la contra!. Obvio que después mi señora tampoco quería que corriera. Pero mi suegro, su papá, es Carlos “El pájaro” Garro, amante de los autos, ídolo en el rally. Entonces, tenía más apoyo en la familia política que en la propia.
-¿Y cómo surgió lo del Dakar?
-Desde chico me acuerdo de que soñaba ir a correr a África. Me encantaba el rally Dakar. Tenía empapelada mi habitación con fotos y posters de esa competencia que antes se corría de París, en Francia, hasta Dakar, capital de Senegal. En 2005 inicié el proyecto en serio para ir, a juntar plata, pero muy difícil porque había que llegar hasta África. Yo quería correr allá. Me gustaba la aventura y la arena. Años después, un día me llaman y me dicen que el rally venía a Argentina. ¡De locos! Para colmo, las personas que armaban el Dakar en Argentina eran amigos de mi suegro. Se alinearon los planetas para poder correr en 2010. Y no sólo eso, la primera etapa que se corría del Dakar ¡se largaba de Río Cuarto! ¡Donde yo vivía! De locos. La primera etapa Alpa Corral-Carlos Paz era un lugar donde yo entrenaba, lo había hecho cientos de veces.
-Vos corriste ese de 2010 y después el de 2016. ¿Por qué no corriste en cinco años?
-El Dakar 2010 fue muy intenso en lo físico, mental y también en lo económico. Lo quise volver a correr en 2015 y no pude, pero sí seguí corriendo el campeonato argentino de cross country. Y recién pude en 2016. Correr el Dakar lleva un gran esfuerzo también familiar. Y todo se tiene que alinear para que corras en las mejores condiciones. El éxito para corredores como yo es llegar en las mejores condiciones.
-¿Cuántos años tenías en 2010?
-Tenía 38 años.
-O sea que el de 2016 ya lo corriste jugado de edad… grande…
-Si, si, claro. Obviamente con mucha experiencia. Incluso me anoté para correr un tercero en 2018. Yo seguía corriendo en las FIM (Fechas Mundiales), en un Dakar series, que son carreras iguales al Dakar pero más cortas, de 4000 kilómetros en vez de 12.000. En una de esas tuve un accidente muy grande que me quebré por todos lados. Y ahí me sentenció mi familia. La verdad que fue grave.
-¿Cómo te llevabas con el miedo? Porque a medida que uno crece, tiene hijos, piensa más en la familia, accidentes, la muerte… ¿O no?
-De las caídas uno se repone. En un rally como el Dakar el miedo es a que te pase por arriba un camión o un auto. Porque en un camino de guadal que vas a 50 kilómetros por hora, lleno de tierra suspendida, y atrás vienen autos a 150 kilómetros por hora o 180, los camiones también hay un riesgo grande. Y hay muchos accidentes de ese tipo. Te lo confieso. Hubo etapas que salí y pensé, capaz a la noche no llego.
-¿Cómo es la preparación mental y física para correr un Dakar?
-Al ser amateur, uno trabaja durante el día. Por lo tanto entrenás a la mañana temprano o a la noche. Está bueno porque uno aprende a modelar el cansancio, a ser consiente de las energías que te quedan. Muchas veces entrenás a las 3-4 de la mañana porque en el Dakar muchas etapas se arrancan a preparar a esa hora. Además del gimnasio, pero el entrenamiento más importante es estar convencido. Y eso no lo agarras de un día para otro, sino que yo estuve toda la vida enfocado en correr un Dakar. Además, se puede hacer entrenamiento psicológico, que lo he hecho también, trabajar con la concentración, porque son carreras largas y hay que mantenerse focalizado.
-¿Hay algo de tu trabajo en el campo y en las empresas que te haya servido como corredor?
-Hace tiempo soy miembro CREA y trabajamos en equipo. Buscamos resultados y sobre todo nos planteamos objetivos. Con mi primo, mi hermano y amigos armamos un equipo de apoyo para estar preparados para momentos críticos, donde hay que jugarse muchas cosas. Hicimos un entrenamiento también con un coach que es asesor CREA y nos ayudó a pasar problemas graves.
-¿En qué vas pensando mientras vas corriendo? Porque tenés que mirar el camino, el mapa, no pasarte ningún punto georreferenciado, estar atento a los autos y camiones que vienen atrás, a las otras motos… uff.. es mucho… ¿Podés disfrutar algo?
-Y… 90% concentrado y 10% viendo o disfrutando dónde estás. Hay lugares críticos donde tomás conciencia de dónde estás. Muchos son lugares a los que no accede el ser humano. Yo siempre digo que son lugares donde los humanos no son bienvenidos, por lo difícil de la geografía. Caminos de piedras, altura, calor, desierto… pero cuando ves fotos te impresiona ver dónde estuviste.
-¿Nunca pensaste en probar en el cuatriciclo? ¿O nada que ver?
-No. Hay una rivalidad entre motos y cuatriciclos. Yo me siento inseguro en un cuatriciclo. Si tuviera alguna posibilidad en el futuro me gustaría correr en un vehículo tipo UTV (unos buggies), un paso intermedio a las camionetas y los autos. En el Dakar, el superhéroe, el Terminator, es el que corre en moto. Además, tiene mucho de mística.
-¿Qué aprendiste del Dakar?
-Me puse más sensible. A la familia, a los amigos, valoras más las relaciones. También a dar y recibir cariño. Desde emocionarte mucho cuando entrás a la Quiaca, que te reciban chicos con banderitas y guardapolvos, ¡te ponés a llorar! También aprendí a tomar dimensión de lo vulnerable que somos, estás en medio del desierto, solo. También es una forma de dar testimonio de que, con compromiso, esfuerzo, convicción se pueden hacer cosas más allá de lo común. Y eso se traslada después a tu empresa, a animarse a hacer cosas. Se traslada a la vida diaria. Yo digo que, así como competís, sos en tu vida.
-¿Cuál fue tu peor momento en el Dakar?
-Me he perdido, y eso es feo. Pero el momento más triste que tuve en una competencia fue cuando en mi segundo Dakar quedé tirado en el Infiernillo y faltando 2-3 etapas se me rompió la moto. Estuve 5 horas desarmándola, armándola de nuevo, haciendo lo imposible para resolver el problema. Lo que hacemos los chacareros en el campo… Pero no pude seguir, y me tuvieron que evacuar en helicóptero. Un momento de mucha frustración porque es mucho esfuerzo tuyo, pero también de todas las personas que te apoyan. Ese momento en el que te alejás en el helicóptero y ves tu moto tirada en medio de la nada, es terrible.
-¿Supiste qué tenía y si se hubiera podido arreglar?
-Si. Por dentro estaba consumida por temperatura y las válvulas se habían limado con la arena. Hacían 47 grados… El Infiernillo le dicen… imagínate… No hubiera podido arreglarlo.
-¿Hiciste amigos en el Dakar?
Muchos amigos del camino, como le digo yo. Compartís muchas vivencias. Nos llamamos, nos vemos. Pero menciono uno, en particular, porque tenemos una experiencia increíble. En mi primer Dakar, se me rompió la moto en el desierto de Nihuil en la etapa previa a llegar, y un compañero, Julio Estanguet, con el que habíamos entrenado todo el año me arrastró con una linga más de 300 km por el desierto, más de 12 horas tirándome por distintos lugares en los que había piedras, arena, de todo. Se me había roto el manubrio y el motor, sin frenos andaba con una llave cruz agarrada al manubrio para llevar la moto derecha. Fue una tortura pero llegamos. Nos decían de la organización que estábamos locos. Me la querían subir a un camión y yo les pedía una chance más para seguir. Cuando llegamos a la última etapa nos abrazamos y para mí había sido como llegar. Gran parte de ese Dakar se lo debo a él. Fue un momento muy emotivo.
-Si tuvieses que armar un podio de corredores, ¿Cuáles son?
-Los referentes en esto son Marc Coma (N de la R: español, ganó en cinco oportunidades), Cyril Despres (francés, ganó 5 veces en moto, luego corrió en autos) y tercero pongo uno de Argentina, Kevin Benavides, que ganó dos Dakar (el de 2021 y el último de 2023). Compartí con él competencia unos años. Es un monstruo. Tiene todos los atributos para ser un gran campeón y está en el top de corredores para mí.
-¿Qué es lo que tienen esos campeones desde lo mental o la conducción?
-Tienen un talento innato, pero también esfuerzo y profesionalismo. Si a nosotros nos dieran los mismos elementos que a ellos no llegaríamos al mismo nivel. Si nos ponen a jugar al fútbol todo el tiempo del mundo no vamos a jugar como (Lionel) Messi. Estos son los Messi o (Diego) Maradona de las motos. Tienen cosas distintas, cosas que les salen naturalmente.
-¿Cuál es el país o ciudad que más te gusta?
-Hoy tengo todo lo que quiero en Río Cuarto. Amigos, familia. En dos minutos armás un partido de fútbol o un asado. No tenés que hacer colas. Tenés seguridad.
-¿Y alguno que te gustaría conocer y por qué?
Me gustaría conocer Sudáfrica, la selva, esos lugares vírgenes. Conozco el norte de África un poco. Me gustaría más al sur.
-¿Tu comida favorita?
-Un buen asado de costilla ancha con un buen tinto.
-Una serie, pelis, libros…
-Me gustan las películas de acción. Y algunas épicas. Por ejemplo, “Rescatando al soldado Ryan”, y tiene un lindo mensaje. Se arriesgan muchas personas para que un tipo pueda vivir y después se ve si lo que hizo en su vida valió la pena.
-Llegás a tu casa después de un día largo. ¿Cómo te reseteás para volver a empezar?
-Hago algo de gimnasia en casa, charlo con mi familia, también me siento al lado del hogar a leña, tomo algo. Todo me sirve para bajar la actividad del día. Me gusta mucho.
-¿Y al fútbol en qué posición jugás?
-Juego de delantero, de 8 de 10 u 11. Me gusta hacer goles. Tuve la posibilidad de jugar en la bombonera. Fue en el Campeonato Argentino de Peñas. Yo jugué para la Peña de Río Cuarto. Llegamos a la final. Fue muy lindo. Soy fanático de Boca.
-Te dejan volver el tiempo atrás, ¿A dónde viajás y por qué o para qué?
-Me gustaría volver a disfrutar momentos con mi familia. Pensás ¿cómo no los disfruté más? O momentos de la infancia con mis abuelos en el campo. Y de momentos históricos me gustaría volver al momento donde Jesucristo resucita.
-¿Un tema musical para cerrar la nota?
-Un tema que me ha acompañado mucho en las carreras que tiene una mezcla de pop con reggae, que es la canción oficial del Rally Dakar, “Wock”, de Sama Amie.