El Ministerio de Agricultura publicó en las últimas horas los números finales del negocio de la carne en 2020, un año récord en el doble sentido, pues la exportación alcanzó marcas históricas mientras el consumo interno cayó a su mínima expresión. En rigor, si uno compara ambos mercados, el año pasado la Argentina vendió en el extranjero unas 50 mil toneladas adicionales (una semana entera de su propio abastecimiento) que antes se consumían internamente.
Según los indicadores del cierre del ciclo, en la Argentina se faenaron 13.967.842 cabezas en 2020, apenas 42.906 bovinos más que el año anterior, lo que representa 0,31%. Como el peso promedio de faena creció levemente, la producción de carne llegó a 3.163.194 toneladas res con hueso. También creció de modo ínfimo respecto de 2019, unas 27.286 toneladas, apenas 0,87%.
Sin un salto productivo de importancia, es innegable que las mayores exportaciones se sostuvieron a costa de quitar mercadería al mercado doméstico de carne vacuna. Para el Ministerio de Agricultura, las exportaciones crecieron en 54.822 toneladas el años pasado hasta cerrar diciembre en 900.699 toneladas. El salto fue mayor al de la producción, del 6,5%.
Lo cierto es que en este escenario los embarques (75% de las cargas tuvieron como destino China) compitieron declaradamente con el mercado doméstico, aunque no siempre coincidan los cortes preferidos en uno y otro mercado. Si se restan las exportaciones de la producción total, los argentinos absorbieron 2.262.500 toneladas de carne vacuna. Es el peor registro desde 2002 (2.181.000 toneladas).
En 2019 la producción destinada al comercio local había sido de 2.307.000 toneladas. Allí están las cerca de 50 mil toneladas que pasaron de uno a otro mercado.
Esto explica por qué, según los registros oficiales, el consumo aparente de carne vacuna también se ubicó en los niveles más bajos de la historia. Para el balance de Agricultura el promedio anual es de 50,16 kilos per cápita, un 2,27% (o 1,4 kilos anuales) menos que el año anterior. Algún informe privado había colocado ese indicador por debajo de los 50 kilos. Sigue siendo, de todos modos, uno de los consumos de carne vacuna más elevados del mundo.
Esto se debe a una mezcla de situaciones, como la reciente suba de los precios y los cambios en los modos de comer de los argentinos. En 1990 se consumían 77,14 kilos pro habitante y año, en 2000 fueron 64,55 kilos; diez años después había caído a 56,75 kilos y en 2020 se superan apenas los 50 kilos.