Desde su salida de la Unión Europea, el Reino Unido ha direccionado todos sus esfuerzos a la apertura de nuevos tratados comerciales, en parte para replicar aquellos que mantenía previo al Brexit y también para reimpulsar su industria.
Dentro de ese esquema, la tecnología agropecuario se ubicó como sector prioritario y el país apuntó a reforzar y reposicionar su genética ovina, que históricamente lo colocó como uno de los principales productores de ese tipo de ganado a nivel mundial y que desde hace casi 30 años no puede comercializar por problemas sanitarios.
No pasa desapercibido el hecho de que fueron los ingleses, los escoceses y los galeses los grandes difusores de la cría de ovinos en la Patagonia argentina, hace ya muchas décadas. ¿Volverán a la carga ahora, tanto tiempo después?
Por ahora no hay nada de eso. Pero recientemente la diplomacia del Reno Unido organizó una gira con delegados de Latinoamérica, provenientes de países con una tradición en la producción de ovinos para carne, en el marco del National Sheep Event (NSA) o Evento Nacional Ovino que se hace en forma anual en Reino Unido.
“Los mercados se cerraron hace 30 años, en la década de 1990, por el Scrapie o enfermedad Prurigo Lumbar, y hace dos o tres años se comenzó un trabajo para abrir mercados y renegociar protocolos sanitarios. Después de muchos años de tratamiento y de esquemas de monitoreo de la enfermedad, ya reconocidos por la OIE, se fueron abriendo esos espacios y se dio paso a esta misión de recolocar a la genética ovina en esta región”, contó a Bichos de Campo Federico Perez Wodtke, coordinador de AgriTech para Latinoamérica dentro del Departamento de Comercio Internacional de Reino Unido.
Del viaje participaron 13 representantes de criadores de Argentina, Uruguay, Chile, Colombia, Brasil y Paraguay, que visitar distintas granjas y conocieron a productores de otras razas difundidas allí.
Dado que las condiciones de producción de Reino Unido no son las mismas que las de Latinoamérica en cuanto a clima y forraje, sobre todo en la región patagónica tanto argentina como chilena, el encuentro sirvió también para analizar qué razas podrían cruzarse con las locales y mantener un buen porcentaje de conversión de carne.
“Queremos conectar a compradores con vendedores. Argentina, por ejemplo, tiene una tradición en general más lanera. Tiene razas ovinas que apuntan a ese fin o que son doble propósito y que brindan más versatilidad como la Corriedale. Pero ellas, compradas con razas cárnicas como Dorset, Hampshire Down o Suffolk que están bien desarrolladas en Reino Unido, tenés menos eficiencia en conversión. Por eso hay que hacer pruebas y ver cuáles se adaptan”, explicó Wodtke.
Y a continuación agregó: “La Patagonia tiene que hacer un viraje hacía la producción cárnica porque el negocio de la lana está en crisis desde hace años. También por una cuestión de seguridad alimentaria. En unos años el mundo va a demandar más proteína animal y hay frigoríficos con capacidad ociosa que pueden absorber más animales”.
Teniendo en cuenta el antecedente de Scraping, para el caso puntual de Argentina el país británico negoció un protocolo sanitario con Senasa, para eventualmente exportar dosis de semen y embriones para la realización de cruzas, que consta de dos criterios.
El primero tiene que ver con un programa de monitoreo de la enfermedad al que las granjas deben someterse. Aquellas que durante siete años no reporte ningún caso en su rodeo quedarán habilitadas para exportar.
El segundo tiene que ver con el genotipo. “Es algo técnico. El genotipo del animal debe ser ARR-ARR porque ellos son mucho menos propensos a contraer Scraping. Hay países que piden uno de los dos criterios pero en la negociación sanitaria con Argentina se solicitaron estos dos”, indicó el coordinador.
Según Wodtke la misión concluyó con un interés muy grande de los delegados por comenzar a importar genética y avanzar con algún tipo de acuerdo comercial, que deberá esperar hasta las pariciones del mes de abril del próximo año, que es cuando el material genético estará disponible.