Cuando Miguel Ángel Tomasella se mudó al campo de su abuelo para dedicarse a la producción de tomates, jamás pensó que llegaría el día en que su mercadería no tendría un precio. Desde hace varios meses ese sector atraviesa una crisis que se replica en el resto de las economías regionales: la fruta parece no tener valor. Por eso decidió ofrecer sus cajones “al precio que la gente pueda pagar” y evitar así desperdiciarlos.
“Venimos desde junio prácticamente regalando el tomate. No lo quieren pagar en las chacras porque dicen que no vale nada. Terminamos tirando los cajones. Ayer me llamo el comprador y me dijo que no iba a querer mi fruta porque son muy altos los costos. Eso nos arruinó. No sabíamos si dársela a las vacas, si regalarlos, y una amiga me dijo que los de en consideración”, relató a Bichos de Campo Tomasella.
Por año el productor obtiene un promedio de 2300 cajones, lo que representa alrededor de 46.000 kilos (a razón de 20 kilos por cajón). Su precio varía según el momento del año pero el correntino afirma que suele recibir entre 50 y 80 pesos por cajón.
“Cada planta me cuesta un dólar entre insumos y manejos. El año pasado estaba 85 centavos de dólar. Y cada carpa vale 50.000 pesos. Acá el que gana es el intermediario. El no tiene problema con el clima, la piedra, con nada. Nosotros somos quienes no ganamos. No hay contrato, te llaman, te piden cajones y te dan un precio que encima no te pagan en el acto”, sostuvo Tomasella.
Y tras la decisión del tomatero de no pagar por los cajones, el correntino decidió ofrecer este jueves 91 de ellos sobre la ruta 12, en la rotonda de ingreso a la ciudad de Goya, al precio que los vecinos consideren conveniente. Para su sorpresa mucha gente se acercó.
“Son 2000 kilos de tomate más o menos. Acá el kilo está 100 pesos en las verdulerías, es decir que el cajón debería estar 2000. Es verdad que el tomate tiene mucha inversión pero a nosotros a penas nos pagan 50. Entonces que la gente aporte lo que le parece”, concluyó el productor.
La intermediación se queda con el esfuerzo del productor . Con el agravante que el consumidor final paga muy bien el producto. Todo es injusto. A mi me sucede algo parecido con los pimientos….. si lo sabré!!!!!!
Desde que apareció el mercado central de Buenos Aires desaparecio la ley de la oferta y demanda. Mandan los puesteros. Debería volverse al viejo sistema de varios mercados pequeños.