A unos 30 kilómetros de la ciudad de Río Cuarto, en la provincia de Córdoba, se encuentra la Escuela Salesiana Ambrosio Olmos. Dentro de un predio de nada menos que 5.000 hectáreas, la institución es reconocida como la más grandes de su tipo en el país y, hay quien se atreve a afirmar que quizás sea una de las escuelas agrotécnicas más grandes del mundo.
Con 203 alumnos que provienen del medio rural, la escuela es una unidad económica muy importante no solo para esa congregación, que con los excedentes económicos que logra allí sostiene una parte importante de su proyecto educativo, incluso en zonas urbanas de escasos recursos. Por su envergadura la escuela es en si misma una importante generadora de actividad en toda la zona.
“La institución pertenece a la firma Inspectoría Salesiana Argentina Norte, que nuclea a todos estos colegios que tienen su sede en Córdoba. Productivamente en esas 4.990 hectáreas se hacen producciones agrícolas sobre unas 3.200 hectáreas y el resto se destina a ganadería, que es más bien de que vacunos y tambo, con un pequeño criadero de cerdos”, explicó a Bichos de Campo Claudio Vignolo, ex alumno de la escuela que hoy se desempeña como coordinador de la parte productiva.
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El establecimiento (en la zona se lo conoce como San Ambrosio) es una escuela que desde 1953 pertenece a los Salesianos de Don Bosco, una congregación religiosa perteneciente a la Iglesia Católica y fundada por San Juan Bosco el 18 de diciembre de 1859, en Turín. La institución lleva a cabo una tarea educativa, formando en este caso técnicos en producción agropecuaria de nivel medio con un plan de estudios de siete años.
“La escuela tiene más de 60 años de historia. En esos 60 años ha hecho un montón de cosas. Entre ellas, por ejemplo, tuvimos un sacerdote pionero que fue el que primero trajo el primer pivote circular de tiego que tuvo la República Argentina. Junto con otro amigo compraron en Nebraska los dos primeros pivote de riego”, cuenta Vignolo.
Gonzalo Gozzarino, un veterinario que también es ex alumno y actualmente está a cargo de la administración agropecuaria de la escuela, relata que en este tipo de escuelas agrotécnicas los alumnos interactúan más con la parte ganadera que con la agrícola.
-¿Cuántos alumnos tiene la escuela?- le preguntamos a Gozzarino.
-Hoy la escuela cuenta con 203 alumnos de primero a séptimo año, porque es una escuela técnica, por eso tienen siete años. En general están relacionados con el campo, viven en el campo o tienen alguna relación con el campo, o han sido de padres alumnos pero tienen una conexión directa con la parte rural.
¿Cuál es la modalidad de estudios? “La modalidad es que se quedan allí, van unos días a su casa y vuelven. Dentro de los alumnos que tenemos hay internos y externos. Tenemos uno 150 alumnos que son internos, o sea, entran los lunes a la mañana a las 9 y se retiran recién el viernes a las 16, a la tarde. Toda la semana un grupo de alumnos de ahí cerca son los que van y vienen todos los días”, continuó explicando.
En la escuela salesiana Ambrosio Olmos las principales actividades productivas son el tambo, la ganadería, la agricultura y la industria láctea. Todas se desarrollan dentro del predio y su destino es el consumo de la institución y la comercialización. ”La escuela hace más o menos 1.500 hectáreas de maíz y 1.500 de soja, rotando obviamente los lotes, y algo de maní todo los años”, comentó Claudio.
–Son estos los tres cultivos característicos de la zona (maíz, maní y la soja). Esto quiere decir que la escuela dispone de suelos de buena aptitud agrícola…
-Los suelos de la escuela son de los mejores para el cultivo. Con esos ingresos, nosotros participamos con una cuota como si fuera un impuesto, en el cual ayudamos a los colegios más bien urbanos. Obviamente que la escuela da un superávit con la parte más bien agrícola, aunque también con la ganadería, pero más bien es la agrícola, y eso mediante una transferencia de fondos se ayuda a los colegios más carenciados de la ciudad de Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán y demás.
El agrónomo Vignolo remarcó que en el caso de otras producciones, como la láctea, los productos se comercializan con marca propia, Durazno y Don Bosco. “La escuela tiene una industria láctea muy importante, obviamente que tiene una estructura armada y montada y puntos de venta donde trasladan esos productos del tambo en forma de quesos, dulce de leche y demás que se venden en la ciudad de Río Cuarto”.
-¿Y en la parte ganadera cuál es el planteo productivo de la escuela?- preguntamos a Gonzalo.
-Toda la escuela colinda con el Río Cuarto, entonces tenemos aproximadamente unas 900 hectáreas de monte. Ahí tenemos aproximadamente 700 vacas de cría y hacemos un sistema de cría e invernada, y dependiendo de las cuestiones económicas se puede hacer ciclo completo o se vende. Por otra parte tenemos el tambo que cuenta con 200 vacas en ordeñe. El tambo se hizo nuevo en el año 2007, se inauguró como tambo modelo. Toda esa leche, el 50% más o menos, se trabaja adentro de la institución y la otra mitad se comercializa.
–Muchos de los alumnos pueden acceder a la escuela porque ella se solventa en parte con este entramado productivo sosteniéndola ¿Cómo los ayudan?
-La escuela cubre el 50% del costo total de ese alumno y el otro 50 lo cubre mediante una cuota el mismo alumno. Después en las prácticas, y eso lo tienen bien organizado los docentes, los chicos salen todos los días, mañanas y tardes a formar parte de esas distintas actividades, ya sea agrícolas, ganadera, vacuna o tambo, o las distintas industrias.
Según los docentes, todos los alumnos participan en cada uno de los módulos con que forman el área productiva de la escuela, excepto en la aplicación de plaguicidas, porque la población es menor de 18 años y no debe estar expuesta a los riegos de usar este tipo de insumos.
Gracias a estas prácticas, las escuelas salesianas, y esta no es una excepción, son grandes porveedoras de mano de obra capacitada para el agro. Generalmente los egresados se quedan a trabajar en el medio rural o se inclinan por carreras universitarias con un perfil agropecuario.
“Hay un sistema actual de la de la nueva ley de Educación que prevé para los chicos de séptimo año pasantías, y eso es una salida laboral muy importante de los chicos. Después terminan quedándose trabajando con esa firma”, refiere Claudio quien al igual que su colega Gonzalo cree que con las pasantías los chicos empiezan a familiarizarse con el entorno laboral y se despierta el interés de los alumnos por carreras como la veterinaria, la agronomía y otras.
Solo hay alguna queja de los docentes cuando preguntamos si es fácil llegar a esa escuela. Ambos coinciden que está muy complicado el acceso a la institución, pues son más de 20 kilómetros de camino rural que se deben recorrer para llegar hasta las instalaciones y están en muy mal estado. “En los días de lluvia los caminos no son fáciles de transitar”, critican. El camino era mejor cuando nosotros éramos alumnos, recuerda Claudio y asegura que “cada día está peor”.
-¿Por qué sienten tanto orgullo los alumnos egresados de las escuelas salesianas de esos establecimientos?
-A mi entender creo que en nuestra escuela se conjugan dos cosas. Una, que los que vamos a estudiar a un colegio agrotécnico o somos de campo o tenemos relación con el. Tenemos un cariño especial por el trabajo diario del hombre de campo. Sumado a eso, los salesianos tienen algo que se denomina el sistema preventivo, que es acompañar al alumno durante todo el día, no retándolos, sino acompañándolo antes de que cometa algún error. Ese acompañamiento queda muy fijado en la memoria. Nuestros salesianos han sido prácticamente nuestros padres.