El Estado, temeroso y tonto, usualmente no interviene en los mercados de productos agropecuarios para defender a los productores. Generalmente lo hace para perjudicarlos. En el caso del vino, es evidente que los productores de uva están siendo afectados desde hace varias campañas por los bajos precios que les pagan las bodegas, que además imponen largos periodos de pago. Tampoco aquí el Estado ha intervenido salvo con paliativos.
En los últimos días, desde el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) se han esforzado por enviar señales a los industriales para que en esta Vendimia 2021 no se hagan los distraídos y mejoren los valores. Hace unos días el organismo que depende del Ministerio de Agricultura difundió su estimación de cosecha para la zona norte, que resultaría ser muy pobre, semejante a la del año pasado, que estuvo 20% por debajo de los promedios.
Ahora el INV, a través de otro comunicado, estableció que, según sus proyecciones, los stocks técnicos de vino en el país al 1 de junio de 2021 (es decir luego de la presente cosecha y antes de conocer la nueva disponibilidad de vinos) se reducirán a solo 2,9 meses, lo que equivaldría a una existencia de 3.245.911 hectolitros.
Tener 3 meses de vino de reserva es un dato claramente alcista, según dirían los especialistas. El propio INV recordó que “durante los años 2017 y 2018 las ventas al exterior y mercado interno (los stocks) habían caído en volumen a los niveles más bajos de la historia, generando excedentes que superaban las proyecciones de stock en más de 7 meses”.
Es decir que ahora serían de menos de la mitad de aquellos. En aquel momento de bajos stocks, cuando comenzó esta crisis actual, el Estado avaló incluso la importación de grandes volúmenes de vino chileno, lo que comenzó a deprimir los precios. ¿Qué sucederá ahora?
Como sea, la recuperación de los stocks vínicos medidos por el INV comenzó a fines del 2019 y durante todo 2020. Ahora, tras una pobre cosecha el año pasado que se proyecta ahora igualmente mala (al menos en la Zona Norte), el registro de existencias es de los más bajos.
“Estos datos son importantes para el sector, sobre todo luego de varios años de sobre stock vínico”, sugirió el INV, dando a entender que esta señal debería ser captada por los formadores de precios.
Los bajísimos stocks no responderían solo a la pobre oferta de uvas sino también por una mejoría de la demanda. El Instituto citó “el caso del aumento de las exportaciones totales 2020 del 26,7%, con un volumen total 395 millones de litros de vinos, representando el volumen más alto de los últimos 10 años”.
Y también que “el 2020 también marcó un crecimiento en ventas al mercado interno, creciendo un 6,5%, representando 57 millones de litros más que en los doce meses del 2019 y con un aumento de consumo per cápita de 21 litros, el más alto de los últimos 5 años”.
“Estos factores claramente propiciaron a que las proyecciones de stock vínico a nivel país bajaran en los últimos meses. Cabe indicar, que la actual situación de stock bajos, debido a un año tan exitoso, quizás comience a impactar en las exportaciones de vinos durante el primer semestre del 2021. Sobre todo, podría impactar en las exportaciones a granel, ya que, con menos oferta exportable y expectativas sobre la nueva cosecha, los envíos podrían retroceder”, se agregó.
Y todavía más: “Este panorama, podría darse a pesar de que la demanda del exterior continúa sostenida por países como China, Canadá, USA, República Checa, entre otros, por lo que en el segundo semestre los envíos de graneles podrían aumentar con la nueva producción”.
El INV evaluó que distinta situación se presenta para vinos fraccionados, ya que los compromisos asumidos por las bodegas exportadoras están “calzadas” con niveles de stock adecuados. En este segmento, no impactaría tanto la situación, según esta evaluación, que el Instituto hizo extensiva al mercado interno, del cual se dijo: “Todo indicaría que tiene garantizado su abastecimiento para varietales y genéricos”.