El ministro de Agricultura, Julián Domínguez, insiste en afirmar que a partir de su llegada al cargo se pudo desmontar el “cepo” a la exportación de carne vacuna que el gobierno de Alberto y Cristina puso en marcha en mayo de 2021 para -sin ningún tipo de éxito- controlar los precios internos del alimento. “No hay cepo, no hay cepo”, cacarea el funcionario cuando lo consultan por este tema.
Lo cierto es que el 1 de enero pasado Domínguez puso en marcha un nuevo sistema para regular las exportaciones de carne, que consiste en prohibir directamente siete cortes populares y otras restricciones mucho menos claras y por demás vidriosas. Bichos de Campo ha venido dando cuenta de estos grises.
A partir de ese cambio en las reglas, el dato concreto es que en enero pasado -según las cifras oficiales- las exportaciones de carne se desplomaron otro 20% en relación a diciembre. Es decir, Domínguez asegura haber despejado de trabas el comercio de carne con el inicio de 2022. Pero la realidad es que los negocios se desplomaron.
Lo dice, en base a los datos del INDEC, el último informe del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna: “En enero de 2022 las ventas al exterior de carne y huesos bovinos se ubicaron en niveles significativamente inferiores (-20,7%) a los de diciembre último y también resultaron significativamente inferiores (-24,6%) a las de enero del año 2021”. Un genio el ministro Domínguez: se supone que iba a liberar las exportaciones, pero las mismas siguieron achicándose.
Este es el informe del IPCVA:
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Los embarques de cortes enfriados, congelados, y carne procesada correspondientes al mes de enero de 2022 totalizaron en 30.600 toneladas peso producto de carne bovina y aproximadamente 6100 toneladas de huesos bovinos (que para “inflar” los números, se incluyen en la estadísticas oficiales). En peso res es el equivalente a unas 52.000 toneladas.
En su defensa, el ministro Domínguez podría explicar la fuerte caída de los embarques de enero pasado en causas exógenas, como la caída de la demanda internacional. Pero sería un argumento falaz, pues le mercado sigue altamente demandante. En rigor, los valores de la carne se han mantenido y eso permitió que los frigoríficos embolsaran el primer mes del año 206,7 millones de dólares, es decir 2,6% más que los 201,4 millones de dólares obtenidos en enero de 2021.
Esta perplejidad (ganan lo mismo exportando un 25% menos) fue posible porque el precio promedio de exportación correspondiente a enero fue “significativamente superior”, nada menos que 36,2%, al del primer mes del año pasado. Mejor indicador de que los países compradores siguen ávidos de carne argentina es imposible encontrar.
Resulta llamativo que con el nuevo esquema de exportaciones de carne sin cuotas, los envíos de enero cayeron un 20% con respecto a diciembre pasado.
— Nicolás Pino (@NicolasPinoSRA) February 23, 2022
“El precio FOB promedio por tonelada para el periodo en cuestión fue de aproximadamente 8.200 dólares para los cortes enfriados sin hueso; y superior a los 5.900 dólares para los cortes congelados sin hueso”, precisó el informe del IPCVA.
Domínguez también podría decir que la caída de los embarques obedece a una menor faena, pero no es el caso, porque en enero pasado, según cifras oficiales, se procesaron 971.796 cabezas bovinas, una cifra 2,6% inferior a la registrada en enero de 2021.
El presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Nicolás Pino, ya había anticipado este retroceso de las exportaciones y, peor todavía, insinuó que muchos de los embarques eran rechazados por el gobierno con argumentos poco transparentes en base a las reglas oscuras impuestas por la gestión de Domínguez. A mediados de enero, el jefe de Gabinete de ese organismo, Jorge Ruiz, se reunión con los frigoríficos exportadores y, sin que mediara resolución o decreto, les pidió que se ajustaran a los cupos por planta que estaban vigentes en 2021.
En este sentido, más que transparentar el negocio, la intervención de Domínguez puede ser caracterizada como menos transparente que la de su par del Gabinete, el ministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas, quien hasta octubre de 2021 llevó la voz cantante en el asunto. ¿Por qué? Porque al menos Kulfas tuvo la delicadeza de emitir una resolución disponiendo los cupos permitidos a cada empresa.
En cambio ahora todo es oscuridad. Tanta que asusta y recuerda los desmanejos y casos de corrupción que se produjeron con la vigencia de los ROE Rojos (permisos de exportación) vigentes entre 2008 y 2015. ¿Por qué? Porque la actual gestión de Agricultura no publica las Declaraciones Juradas de Exportación de Carnes (DJEC) aprobadas ni las rechazadas. Y mucho menos explica los motivos de cada rechazo.
El organismo a cargo de administrar ese tema depende directamente de Domínguez y del nuevo secretario de Agricultura, Matías Lestani, quien pasó a las filas del gobierno después de ser el principal asesor económico de Confederaciones Rurales (CRA). Se trata de la Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario (la ex ONCCA), que está a cargo del contador Luciano Zarich desde marzo de 2021, es decir desde un mes antes de que se pusieran en marcha las primeras restricciones a la exportación de carne.