El sueldo básico de un peón yerbatero de Misiones y Corrientes, los famosos tareferos que recolectan la hoja verde, es de 540.000 pesos. Representa sólo un 45% de la canasta básica que, según la última medición del INDEC, ronda en 1.100.000 pesos. En el último año y medio han perdido más de 30% de poder adquisitivo.
Con ese estado de situación es que se sentaron a discutir las últimas paritarias, que estuvo a punto de quedar estancada hasta que el jueves por la tarde se llegó a un acuerdo.
Carmelo Rojas, delegado de Uatre en Misiones, informó a Bichos de Campo que los tareferos tendrán un incremento de poco más del 10% escalonado entre julio, agosto y septiembre. Será un 1,5% más una suma no remunerativa de 9000 pesos por mes, que al siguiente, se torna acumulativo y remunerativo.
El pedido original de los trabajadores era del 15%, y lo que habían recibido tras 3 rondas de negociaciones había sido, lisa y llanamente, la negativa a hacer efectivo un incremento.
Lo que alega el sector primario, que es el empleador, es que es imposible ajustar los salarios dada la crisis que atraviesan, producto de la desregulación y el desguace del mecanismo de fijación de precios del Instituto Nacional de Yerba Mate (INYM).
Esa situación es la que hoy los enfrenta con el sector industrial, en una discusión donde llevan las de perder, pues ya no hay precios de referencia por la hoja verde y yerba canchada que proveen. Y es lo que, alegan, no les permite aumentar los salarios.
“Cuando dejás ciertas economías a criterio de los grandes jugadores, ya sabemos cómo termina”, apuntó el delegado de Uatre.
Parece que allí también funciona la famosa “teoría del derrame”, porque cuando se ajustan clavijas, los cinturones que más aprietan son los de abajo. Sin ir más lejos, un peón yerbatero cobra entre 20 y 30% menos que el de té, citrus o forestal.
“Todo lo demás sube por ascensor y nosotros por escalera”, apuntó Rojas, respecto a los incrementos que hubo en las tarifas, transporte y alimentos, y que el salario de los peones yerbateros no pudo siquiera seguir de cerca. En 2024, la recomposición salarial fue del 76% y la inflación de 114%; y en lo que va del año, dicen, ya han perdido entre 1 y 2 puntos por mes.
En la mesa de negociaciones los miembros enviados por el Gobierno, pertenecientes a la Comisión Nacional de Trabajo Agrario, no se expidieron. Entre quienes se opusieron a un incremento estuvieron Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Coninagro y la Federación Agraria, mientras que la Sociedad Rural y la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) apoyaron la moción de los trabajadores.
“¿Estaremos viviendo en otro país?”, se preguntó el delegado sindical, que dice que el sector hoy atraviesa una “situación lamentable”, porque nadie puede vivir con ese nivel salarial.
Cabe destacar que, además del techo de entre 1 y 2% mensual que ha fijado el Gobierno para cada paritaria -más allá de que luego la inflación sea mayor-, en la de los yerbateros se suma otro condimento: La no retroactividad.
Eso implica que, cada vez que se sientan a discutir, no pueden reclamar por lo no aumentado los meses pasados, y además los condiciona a trabar acuerdos. Sin ir más lejos, fue lo que les sucedió esta vez, porque la paritaria apuntaba a que el primer incremento impactara en el sueldo de junio -a cobrar en julio-, pero como se dilataron las negociaciones tuvo que trasladarse a julio. Por ende, sumaron un mes más de retraso que no pueden recuperar.
“No entiendo por qué hablan de recuperación del salario, si mes a mes el trabajador pierde”, expresó Rojas, visiblemente molesto por las diferencias que hay entre el relato triunfalista de Casa Rosada y la situación que viven los trabajadores rurales en el norte.
Entretanto, más allá de este acuerdo que acaban de sellar, de poco más del 3% mensual, el delegado aseguró que el sector sigue en estado de alerta y movilización, y que esperan con ansias la próxima paritaria, que será en septiembre.
“Queremos hacerle entender a la Comisión Nacional de Trabajo Agrario que los únicos perjudicados son los trabajadores y sus familias”, aseguró Rojas. Además, agregó que en el último tiempo, el proceso de desregulación en el sector, que hoy golpea la situación económica de los productores, ha impulsado el índice de despidos e informalidad.
Así y todo, desde el gremio también advierten que no todo tiene que ver con la crisis del sector primario, porque aún cuando no era época de “vacas flacas” -o yerba mal paga-, hubo renuencia por parte de muchos empleadores de cumplir con las condiciones pactadas.
Y aunque ahora el sector atraviese uno de sus momentos más críticos en los últimos años, Rojas pidió que no se le dé la espalda a los peones. “En las malas también hay que considerar al trabajador, porque es el que levanta la cosecha y sostiene la economía yerbatera”, concluyó.