Murió Jorge Rulli. Triste noticia para mi. Rulli era un enemigo implacable (porque lo eran sus argumentos) tanto del modelo sojero como también del modelo berreta y populista encarnado por el kirchnerismo que nos gobernó a lo largo de toda la etapa de expansión de la oleaginosa. Para él, ambas cosas son protagonistas necesarias de la misma pesadilla.
La última vez que lo vi, en 2022, pasamos largas horas de un domingo gris charlando en su casa.
Decepcionado del bajo nivel de la discusión política, angustiado por el poco tiempo que le quedaba para ver resurgir un debate social profundo y serio, Rulli todavía creía que en los productores agropecuarios argentinos podía haber una reserva moral y política como para pensar en un modelo de desarrollo diferente para la Argentina. Me preguntaba mi opinión sobre eso. Yo -que les conozco a esos productores sus muchos valores pero también cada uno de sus renuncios- le contestaba que no lo veía posible. Le decía, sin embargo, que ojalá el mío fuera un diagnóstico equivocado.
Ojalá fuera equivocado. Si Jorge Rulli fue capaz de reinventarse tantas veces, de criticar y descartar sus propias ideas, de desterrar sus propias violencias, de cuestionar sus más íntimas convicciones, entonces por qué no poder soñar con que en el agro argentino, en sus trabajadores y sus empresarios, quede algún resabio de la dignidad perdida que se necesitaría para reconstruir la Argentina, para reinventar el país que ya conocimos y del que nos despojaron tanto la soja como una política cargada de consignas pero carente de ideales. Que finalmente eran la soja y Cristina buenas amigas, contemporáneas en tiempo y espacio, con todo lo demás que cada una representa.
Reconstruir la Argentina era lo que buscaba últimamente Rulli, que se sabía cerca de morir. Una tabla de dónde agarrarse antes de tener que llegar a pensar que todo en este país estaba ya perdido. Por eso pensaba que acaso los productores…
Rulli era, como le pusimos en aquel programa especial que le dedicamos de Bichos de Campo, un rebelde cargado de ternura. Y se fue con esos ideales intactos. Más lleno de preguntas que de respuestas:
Para saber sobre los orígenes de Jorge, robamos esta introducción a una entrevista que le realizó Mona Moncalvillo en una Revista Unidos de abril de 1986. En ese momento la soja casi no existía en la agricultura argentina y el peronismo, derrotado tras una larga y cruenta dictadura, respiraba aires de renovación que luego no serían tales sino apenas un respiro antes de su larga agonía. Jorge había llegado de visita desde el exilio, como para pizpear lo que pasaba, pero ya empezaba a pensar que el peronismo que él había conocido ya estaba muerto.
Escribía Mona:
“Jorge Rulli, un dirigente de la primera juventud peronista resistente, ha enriquecido su reflexión política con el arte de contar su propia biografía. Surgen conmovedores descubrimientos que llevan del ser político a la búsqueda de ‘lo humano, demasiado humano’. Y que llevan también de la condición humana, como raíz de todo comportamiento político, hacia la exploración de todas las alternativas –autogestionarias, indigenistas, tecnológicas, organizativas, militantes, ecológicas, no–violentas, culturales– que con toda propiedad exigen ahora el nombre de revolución”.
Quien ha amado y creído profundamente en el peronismo; quien expuso su vida en aras de esos ideales, quien fue encarcelado, torturado y mutilado; quien debió exiliarse contra su voluntad y conoció la soledad, tiene derecho a hacer autocrítica desde el dolor. Y porque el pasado lo lastima todavía, aunque no ha claudicado, prefiere seguir su lucha desde un país tan distante como Suecia.
Jorge Rulli, militante de la Juventud Peronista desde las épocas de la resistencia, pasó unos pocos días por Buenos Aires, y nuestro encuentro sirvió para repasar tres décadas de alegrías, victorias, horror y lágrimas; la violencia y el poder; la infiltración en el peronismo y la imperiosa necesidad actual de recuperar la mística y el sentido sagrado de lo revolucionario.
A partir de su liberación en el ’81, Rulli trabajó por los derechos humanos, primero en Andalucía y, ahora, específicamente por los de los indios, en Suecia, instrumentando nuevas técnicas y recursos para sobrevivir, asumiendo la pobreza y rescatando al hombre por sobre todo.
Los diálogos fueron duros, con silencios prolongados, pero sinceros y fructíferos… Cuando todo terminó y él ya había partido, pude comprobar la verdadera dimensión de una de sus frases lapidarias. ‘No me he visto con quienes en otros tiempos fueron compañeros y hoy están en el candelero; no sé si yo los estoy esquivando, o ellos me están rehuyendo… Hablan del peronismo en términos muy distintos a los míos…'”.
Desde entonces Rulli comenzaba a tomar distancia.
Años después, ya de regreso al país y trabajando para la ex Secretaría de Agricultura, es dónde yo conozco a un Rulli que ya había tomado grandes distancias del peronismo y de la politiquería que rehuía de él, porque se habían convertido en una cáscara vacía, muy útil para hacer negocios privados con el futuro colectivo.
El menemismo mandaba y ya venía alumbrando su sucesión en el kirchnerismo que conoceríamos años después. Uno aprobaba la soja transgénica y el otro se aprovecharía de toda aquella riqueza mediante las retenciones u otras argucias, pero a costa de claudicar todo tipo de debate sobre el desarrollo rural, la independencia económica o la justicia social. Mucho menos sobre soberanía política.
Fue por entonces que Rulli creó el Grupo de Reflexión Rural (GRR) y se convirtió en el crítico más afilado de un modelo sojero y político que más que contener, excluía. Si lo hubiéramos escuchado entonces, si acaso deteníamos nuestra alocada marcha ante alguna de sus advertencias, quizás nos hubiéramos ahorrado muchas de las cosas que ahora padecemos: la involución social, la pobreza elevada, la pulverización de la cultura del trabajo, la concentración del poder, la crisis de muchas economías regionales, el despoblamiento del medio rural, la falta de recursos humanos capacitados para poder volver a empezar…
Juan Mendoza escribió una biografía sobre Rulli llamada “El Guerrero de la Periferia”. La presentó como “la epopeya de un hombre que nunca cesó en su afán descomunal de luchar por un mundo mejor” y que en ese afán fue desmantelando sus propias creencias.
“Su propia historia personal irá de la mano de los distintos procesos históricos que vivió el país, y su vida de militante político lo llevará a atravesar innumerables avatares y tragedias, plasmando en él las dolorosas huellas que marcaron también a toda una generación: las torturas a las que fue sometido, sus doce años de cárceles, el asesinato de sus seres queridos, el terrible destino de muchos amigos que hoy figuran como “desaparecidos”, el desmembramiento de su propia familia, la desolación de su exilio europeo; de ese largo derrotero de tragedias Jorge Rulli devendrá en otro ser, descubrirá que existen otros medios de lucha -tal vez más profundos y también más riesgosos- que el de las armas. Hoy, su nombre es un referente indiscutido de las luchas ecológicas y antiglobales que se dan en todo el mundo”.
Frente a la noticia de su muerte, en esta nueva tarde gris, consulté a una de sus mejores discípulas, que me confirmó la triste novedad: “Descansa el guerrero. Defendamos su legado. Partió preocupado por la tergiversación de la historia, que es la suya. Partió preocupado por la patria”.
Antes no fue posible que remontara su decepción profunda con el peronismo y la esquelética discusión política. Tampoco fue posible para mi mantener encendida su ilusión de que en el sector agropecuario -tan mentalmente sojizado y colonizado, tan mercantilizado- pudiera existir algún rastro como para imaginarse una nueva resistencia.
Se fue ,tal vez ,el último visionario. Sin dudas anticipó muchos de los males que aquejan nuestro país. Levantó su voz contra toda la infame clase política que nos gobierna.
Honesto a rajatabla
Ojalá su huella siga siendo transitada.
Adiós Jorge
Matías: gracias por hacer visibles , a través de muchas y diversas notas, a personas como Jorge Rulli, esos baqueanos del camino humano que van adelantándose, buscando y encontrando las sendas del verdadero progreso, el de las conciencias. Los que en su trabajo están atentos a las enseñanzas de la naturaleza, que van entendiendo al medio ambiente que nos crea y alimenta y también nos exige, y se dejan guiar por sus leyes y, por pura lógica, toman en cuenta a todos los seres y componentes involucrados. Inevitablemente concluyen en el pensamiento que Jorge Rulli estuvo exponiendo y defendiendo en estos últimos años, el cual abarca, también por pura lógica, a la política, la economía, la sociología, las ciencias, etc etc. Pienso que él fue muy exitoso, porque pudo revisarse, reflexionar y encontrar el mensaje que verdaderamente expresaba a su conciencia. Confiemos en que esa semilla germine y se expanda.