Luis Majul es uno de los pocos periodistas con acceso directo al presidente Javier Milei. Sabido eso, algunos tramos de su nota editorial en El Observador son más que preocupantes. Allí el columnista describe a un Presidente exultante, entre la “motosierra” y la “licuadora”, a pesar de que el viernes su gobierno anunció que debía retirar el paquete impositivo del proyecto de ley ómnibus que envió al Congreso. Eso incluye la pretensión de subir las retenciones, para recaudar unos 1.500 millones de dólares adicionales de los productores agropecuarios.
Majul construye su nota con diversos entrecomillados que no pueden surgir de nadie más que del propio Milei. Más o menos, esas frases siguen el análisis político que el gobierno quiso instalar en todos los medios este fin de semana, luego de su primera derrota política frente a un Parlamento que se negaba a aprobar la Ley ómnibus sin hacerle varias modificaciones.
El razonamiento es que lo sucedió -con gobernadores y diputados haciendo escuchar su oposición a la suba de impuestos como estaba proyectada- no ha sido una derrota del gobierno de LLA sino una victoria política que permitirá que “la mayoría de los argentinos se den cuenta de que muchos legisladores funcionan como una máquina de impedir”.
Perola cosa va más allá todavía, porque el Presidente desliza mediante este escriba que con el retiro del paquete fiscal se evitó que esos diputados opositores -“la máquina de impedir”- puedan cobrar coimas de los “valijeros” que representan a los diferentes intereses en juego que iban a verse afectados si se sancionaba la ley, con el capítulo fiscal incluido.
“Tenemos identificadas a las valijas y a los valijeros. Hay decenas. Los del tabaco. Los del biodiésel. Los del aceite. Tenemos identificada, en especia, a una aceitera, la gran lobbista de las retenciones. Cada uno de ellos va a quedar en evidencia, detrás de cada artículo en particular”. Esa es la frase que, entre comillas, Majul atribuye al Presidente Milei.
No resulta difícil adivinar a quiénes se refiere al Primer Mandatario, quien curiosamente sugiere que los coimeros están todos vinculados a actividades de base agropecuaria y no a petroleras, o a mineras, o a bancos, o a empresas pesqueras extranjeras, o a compañías que ensamblan electrodomésticos en Tierra del Fuego. Todos esos lobbies, que claramente también jugaron en la discusión de la ley, son ignorados ex profeso en el discurso presidencial.
Según este razonamiento, las “valijas y los valijeros” son todas empresas vinculadas con el agro. Uno puede adivinar fácilmente quiénes son:
- “Los del tabaco” son las cigarreras “nacionales” que se opusieron a la autorización de los dispositivos electrónicos que usan nicotina con una tasa inferior de impuestos que la que pesa sobre los cigarrillos tradicionales.
- “Los del biodiésel” son las pymes (aunque alguna no lo sea tanto) que se dedican desde hace 15 años a proveer de ese combustible renovable a las petroleras para que corten el gasoil, que es no renovable. Lo producen en base al aceite de soja, y se oponían tanto a reducción de ese corte (ahora en 7%) como a la liberalización total del negocio para que las petroleras o las grandes agroexportadoras pudieran ingresar en el negocio, arrasando con todo lo construido hasta ahora.
- “Los del aceite” serán seguramente las empresas socias de la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara), una docena de agroexportadoras que muelen soja y venden el harina y el aceite por miles de millones, de toneladas y de dólares. En este caso, ese sector se oponía a la eliminación de un diferencial de retenciones que viene de la época de Menem, supuestamente para promover el valor agregado local. Si la ley prosperaba, iban a subir de 31 a 33% las retenciones a los derivados de la soja, con impacto de unos 400 millones de dólares sobre las cuentas de los productores.
- “Una aceitera, la gran lobbista de las retenciones”, seguramente será una referencia directa a una empresa de ese rubro que está ubicada en el sur cordobés, más precisamente en el pueblo de General Deheza, que además es la mayor productora y exportadora de maní. Ese cultivo había quedado fuera de la lista de economías regionales exceptuadas de la suba a 15% de retenciones, pero luego había logrado ser incluida en las negociaciones en Diputados, juntos a muchos otros sectores olvidados por la Secretaría de Agricultura.
A todos ellos, Milei los acusó no solo de hacer lobby en función de la defensa de sus intereses sino de pagar coimas mediante valijeros. Seguramente le faltó al presidente citar a “los del bioetanol”, que estaban en las mismas condiciones que “los del biodiésel” y defendían el corte creciente con biocombustibles de las naftas contaminantes, pero esta vez con alcohol proveniente de la industrialización del maíz o de la caña de azúcar.
El viernes, horas antes de que Luis Caputo liquidara toda esta intensa discusión anunciando que sacarían el capítulo fiscal del proyecto de ley, ese bloque de bioetanoleros se desayunó con que el texto que ellos habían podido conciliar con diputados de seis provincias (mediante un intenso lobby legítimo) y con la propia Secretaría de Energía, fue alterado un rato después en la redacción del dictamen final.
Es interesante detenerse en este producto en particular:
- Los bioetanoleros -tanto ingenios como procesadores de maíz- primero se desayunan que un capítulo de la ley ómnibus que nunca habían discutido -y que se sospecha fue escrito en un estudio de abogados de las empresas petroleras- alteraba las reglas de juego de su negocio, y ponía en riesgo sus inversiones.
- Por eso, se reunieron primero entre ellos y luego con los gobiernos de las seis provincias involucradas en esa actividad. Primero cuestionaron los cambios sorpresivos y luego hicieron propuestas para equilibrar la situación.
- Cuando creían que finalmente se había recuperado la cordura, con la Argentina incluso retomando un sendero ascendente de reemplazo de sus hidrocarburos por combustibles renovables, celebraron el acuerdo fruto de la negociación política.
- Pero luego repentinamente se decepcionaron viendo cómo el texto que habían consensuado había sido modificado secretamente en la redacción del dictamen final de la comisión, el que iba a ir al plenario de diputados.
Pese a todo esto, según Javier Milei, al parecer los “valijeros” son ellos y “los del biodiésel”. El presidente no cita en ningún momento en este debate ni a las petroleras ni a quienes de entrada son los responsables de generar tanto jaleo, tratando de alterar en nombre de una mayor libertad las reglas actuales de un mercado que, con sus idas y vueltas, por lo menos funciona y asegura que al menos una mínima porción de los combustibles que son utilizados por los argentinos no provengan de los dinosaurios sino de los cultivos.
Es insultante, claramente insultante, la acusación lanzada por el Presidente -a través de la crónica de Majul- contra diversos sectores de la actividad agropecuaria. Es insultante porque carece de pruebas, carece de equilibrio, carece de honestidad intelectual.
Milei atribuye su fracaso legislativo inicial no a la impericia de sus negociadores o a la brutalidad de los cambios promovidos en la ley ómnibus sino solo a los “valijeros”, supuestos coimeros, que provienen todos ellos de las actividades agropecuarias.
En materia de retenciones, desde esa lectura, esos lobbistas (aceiteros, etanoleros, maniseros) son los que evitaron una suba que hubiera implicado subir la recaudación desde el sector -es decir, desde los productores- de los 8.000 millones de dólares proyectados ahora a 9.500 millones si hubiera prosperado la suba generalizada de retenciones. Suerte que no mencionó el Presidente también a “los de la Mesa de Enlace”.
No es la primera vez que un Presidente acusa de mal modo a los actores del agro simplemente por defender sus intereses, frente a la pretensión oficial de subir retenciones. Era habitual la crítica de Cristina Kirchner a los “piquetes de la abundancia” que no querían compartir una mayor proporción de la renta agrícola con un Estado que impartía la justicia social. En ese caso, Milei ya no aspira a tanto sino simplemente a recaudar 1.500 millones de dólares adicionales que le ayudarían al déficit cero.
Milei, que en campaña electoral había prometido eliminar de cuajo las retenciones, llegó al gobierno primero con la decisión de mantenerlas. Ahora, con la ley ómnibus, intentó subirlas para recaudar del campo un 20% respecto de los valores actuales.
Nunca pidió disculpas públicas por este cambio de rumbo así como tampoco anunció un cronograma de reducción. Es decir, salvo la letra fría de la ley, no se conocen hasta ahora sus planes futuros respecto de un tributo que él mismo calificó, en la jornada del 24 de julio de 2023 en la Exposición Rural de Palermo, como un robo liso y llano a los productores.
“En caso de que La Libertad Avanza llegue al poder y que ganemos las elecciones, nosotros consideramos que el campo argentino es el mejor campo del mundo y vamos a trabajar para devolverle la rentabilidad y la habitabilidad que se le ha quitado en los últimos años chupándole la sangre directamente. Vamos camino a pensar en una unificación cambiaria y en una eliminación total de las retenciones, que implica para el sector triplicar los ingresos, y en ese contexto, la tasa de crecimiento anual compuesto del sector podría pasar a niveles del orden del 15%: esto quiere decir que en 5 años se podría estar más que duplicando la producción. Durante la transición, las retenciones se van a utilizar para adelanto del pago de impuestos a las ganancias, de modo tal que el sector quede liberado de esta situación”, dijo textual Milei ese día.
Muchos productores ya se habían tragado el sapo de resignarse a que el Presidente no iba a cumplir de inmediato con ninguna de estas promesas. Tragaron saliva pensando en que la situación crítica fiscal requeriría un esfuerzo adicional más, y que debían ser solidarios con Milei porque “esta vez va en serio”.
Aceptaron una vez.
Luego, esos mismos productores se tragaron otro sapo con la ley ómnibus, que no solo planteaba que se elevarían las retenciones al 15% para todos los productos del agro, y a 33% para todos los productos de la cadena sojera, sino que además alteraba muchas otras reglas de juego, como el corte de los biocombustibles, las regalías en semillas, las leyes ambientales o la imposición de un límite a la compra de campos por parte de los capitales extranjeros.
Aceptaron dos veces. Finalmente ese paquete habría sido digerido por la mayoría de ellos si se le realizaban los cambios planteados para las economías regionales no soporten una suba de retenciones, o con los reparos normales a que se pateara por completo el hormiguero de los biocombustibles.
Pero no parece suficiente la abnegación de muchos productores: ahora el Presidente, frente a la más mínima dificultad, además los insulta.
Ayy Longoni, Longoni, tanto bardear a los que se fueron para terminar siendo incapaz de bancar a alguien tan liberal o más que ustedes.
Deberían aprender a hacer silencio. Aunque sea una vez.
Espero un editorial pidiéndole disculpas al presidente.
No parece que Longoni se dedique a bardear o bancar a nadie. Más vale pareciera que es de los pocos, si no el único, que nos brinda información veraz e independiente relacionada a lo agropecuario. ¿Un editorial pidiéndole disculpas al que prometió eliminar retenciones y lo primero que hizo fue pretender subirlas bestialmente? No me parece.
“Veraz” es discutible.
“Independiente” seguro que no.
Y el pedido de disculpas a Milei lo sigo esperando. No puede publicar ésto a 50 días de gobierno.
400 días de paciencia.
lo banco a Eduardo tenemos q esperar un poco y luego evaluar,,,