India logró restablecer sus existencias internas de harina de soja y dio por finalizado el episodio que promovió en el último año un gran factor alcista para los productos del complejo oleaginoso.
En la India, donde no está habilitada la soja modificada genéticamente, los “premios” ofrecidos por la harina de soja sin transgénicos hicieron irresistible la exportación de ese producto hacia Europa y EE.UU. Así es cómo las ventas externas de harina de soja en 2020/21 alcanzaron un récord histórico de 2,0 millones de toneladas.
Pero lo que fue una “fiesta” para las empresas exportadoras, terminó siendo un dolor de cabeza mayúsculo para las industrias usuarias de harina de soja, porque se acabaron las existencias internas de producto y los precios escalaron hacia la estratósfera.
Como los exportadores de harina de soja –fundamentalmente Argentina, Brasil y EE.UU.– sólo elaboran el producto en base a granos modificados genéticamente, entonces India, que no habilitó la producción ni la importación de soja transgénica, estaba realmente en problemas.
El año pasado los productores avícolas, lecheros y acuícolas indios fueron a golpear las puertas de los despachos oficiales del gobierno nacional para que autorice el ingreso de harina de soja elaborada con granos modificados. La medida finalmente se instrumentó de manera temporaria para descomprimir los precios internos. Y este año ese cupo extraordinario fue renovado nuevamente para expirar el pasado 30 de septiembre.
Esa medida, junto con un impulso de la producción interna de soja y restricciones oficiales para exportar harina de soja, finalmente lograron recomponer las reservas internas del producto, lo que hizo que los precios internos del mismo se desplomaran.
Un reciente informe del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) ahora proyecta que en 2022/23 las importaciones de harina de soja por parte de India no sólo se derrumbarán, sino que además el país asiático exportará 1,20 millones de toneladas versus 660.000 toneladas en 2021/22.
Las noticias tampoco son favorables en lo respecta al aceite de soja, porque India, a pesar de las reducción arancelaria implementada en mayo de este año, está priorizando la importación de aceite de palma –tanto crudo como refinado– respecto del de soja.
De hecho, las importaciones de aceite de palma refinado son tan grandes que la propia asociación que nuclea a la industria aceitera india recomendó al gobierno de su país que implemente un arancel específico para intentar frenarlas.