Con el diario del lunes cualquiera podría afirmar que el negocio que realizó Ignacio Rodríguez Vidal para mejorar su rodeo de cabras y ovejas, a través de la importación de embriones de campeones mundiales, es uno de los mejores que cualquiera en ese sector productivo podría concretar. Pero si se le preguntara al Ignacio de 2020, probablemente afirmaría que se trata de uno de los objetivos más engorrosos que se propuso alguna vez cumplir.
Por suerte para él, esta historia tiene un final más que feliz.
Junto a su familia, Ignacio Vidal, productor agropecuario de la localidad entrerriana de Villaguay, mantiene un campo en la provincia de Chaco, que se dedica a la producción y cría de reproductores de chivos y ovejas. Con el tiempo el trabajo de desdobló y el productor abrió su propia cabaña de reproductores en Entre Ríos, bajo el nombre de Cabañas del Impenetrable.
Las razas con las que trabaja son Dorper y White Dorper, en ovinos, y Boer en caprinos. Su trabajo en el mejoramiento genético ha sido más que un éxito si se tiene en cuenta que la cabaña obtuvo grandes campeones durante las exposiciones rurales de Palermo en 2014, 2015, 2016, 2017, 2018 y 2019. La de 2020 no se hizo. Por eso sea que quizás no ganó.
“Hacemos el mismo trabajo que las cabañas de toros, con el agregado de que somos una de las únicas cabañas en Argentina, te diría la única, que trabaja con la tecnología de transferencia embrionaria y lavado de embriones de donantes. Tenemos nuestras madres seleccionadas y sobre esas madres producimos nuestros propios embriones que son de hembras de élite”, explicó Rodríguez Vidal a Bichos de Campo.
“Los embriones se sacan y se congelan para guardar, o se implantan en el momento en hembras receptoras para multiplicar genéticamente a esa hembra de élite. Nosotros apuntamos mucho al mejoramiento genético y tratamos de difundir a nuestras hembras. Si haces un servicio natural tenés una cría. Por embriones, en cambio, tenés un promedio de ocho a diez crías por cada lavado que hagas”, agregó el productor.
En 2015 Vidal viajó hasta Sudáfrica para trabajar dos meses en una cabaña de criadores de Dorper y Boer. ¿Y por qué ese destino en particular? Porque allí se encuentran las cabañas con las mejores genéticas del mundo que, sorprendentemente, nutren de material genético a otros países que producen ovinos y caprinos.
De hecho, Argentina importa estas genéticas pero lo hace con algunas dificultades. “Sudáfrica le vende mucho a Australia. Australia se queda con lo mejor que llega y lo restante lo saca a la venta. Mucho de ese producto va a nueva Zelanda, que a su vez se queda con lo mejor y vuelve a vender lo restante. Eso es lo que llega a la Argentina. El origen que tenemos de Boer y Dorper viene generalmente de Nueva Zelanda”, indicó Vidal.
¿Y qué tienen de distintivo las genéticas sudafricanas? En líneas generales sus biotipos favorecen un mayor peso de los animales en el nacimiento, una mejor conversión de kilos a carne, un mayor peso del animal en su adultez y hasta mejores características raciales.
Todo esto fue lo que motivó al entrerriano a visitar Sudáfrica nuevamente en 2019, para elegir donantes de élite, producir embriones e importarlos de forma directa y sin intermediarios a la Argentina.
De esta forma el cabañero se hizo con las genéticas del Gran Campeón Mundial Dorper de 2018, del Gran Campeón Mundial Dorper de 2016 y del hijo del Gran Campeón Mundial Dorper 2018, además del Gran Campeón Mundial Boer de 2019. Pero la noticia quizás más importante para los productores caprinos es que Vidal también adquirió la genética Kalahari, un tipo de cabra colorada de la que Argentina no tenía línea pura hasta este momento. De ella trajo al Gran Campeón Kalahari 2019.
Ahora bien, hasta aquí el negocio parece sencillo, pero ¿es realmente así? Vidal respondió a Bichos de Campo con un rotundo “no”.
“Es totalmente desgastante. Imaginate que arranqué en 2019 y me llegó todo hace diez días. Por diferencias sanitarias y políticas, de acuerdo al gobierno de turno de Argentina y de Sudáfrica, cambian las políticas de reciprocidad constantemente. Lo que venía un día, al día siguiente no funcionaba porque me decían que se rompían las relaciones. Fue terrible”, confesó el productor.
Para poder iniciar con el proceso de inseminación de las hembras y posterior recolección de los embriones, los países deben ponerse de acuerdo en el protocolo sanitario. Es recién allí que comienzan las tareas que culminarán con el congelamiento de embriones, que después deberán afrontar inspecciones sanitarias y mucho papelerío.
A eso hubo que sumarle el estallido de la pandemia, que afectó por obvias razones a todas las rutas aéreas, por lo se tornó una odisea conseguir un vuelo que pudiese transportar el tanque con nitrógeno líquido que refrigeraba al material genético.
“Económicamente es una inversión enorme. Vos tenés entre un 70% y un 80% más de impuestos por sobre lo que vale esa genética en Sudáfrica. Un embrión en promedio está entre 350 y 450 dólares. Se pone precio por unidad pero se venden por paquetes de a diez prácticamente. Un paquete te puede salir 3.500 dólares, pero si comprás más, baja el precio”, detalló Vidal.
Pero como dijimos al comienzo de esta nota, la historia tuvo un final feliz. Luego de mucho esperar el productor consiguió un vuelo que conectó a Sudáfrica con Holanda y Argentina, y hace poco más de diez días los embriones llegaron de forma exitosa a Entre Ríos. Fueron 78 en total: 32 embriones de la raza Boer, 32 de la Dorper y 14 de la Kalahari.
Y como frutilla del postre, ocurrió lo impensado: como consecuencia de un brote de fiebre aftosa que el país africano tuvo a comienzos de 2020, este no podrá vender ningún material genético a ninguna parte del mundo durante los próximos ocho años. Esto convirtió a Vidal en el único productor de la región en tener genéticas de élite y le otorgó una ventaja importantísima respecto a otros que quieran eventualmente emprender este mismo negocio.
“Gracias a Dios, en lo que es América del Sur, Australia y Nueva Zelanda compartimos el mismo protocolo. Ninguno de estos países podrá ingresar genéticas sudafricanas”, señaló emocionado el entrerriano.
Ahora solo resta iniciar el proceso de multiplicación y lograr uno de los mejores y más competitivos rodeos de caprinos y ovinos del sector.