Faltan cuatro días para el 30 de junio. Para ese día, que cae domingo, las entidades agropecuarias de la Mesa de Enlace esperan un pequeño gesto de amor del nuevo gobierno encabezado por Javier Milei. Es un gesto pequeño, delicado, sin demasiado efecto concreto en la realidad diaria de la mayoría de los productores. Pero es un gesto que en todo caso servirá para mostrar que la buena relación entre el campo y el extraño presidente libertario continúa. Que goza de buena salud.
Está casi cantado, es lo más probable, que el gobierno hará el gesto de amor que le pide el campo, porque es casi lo mismo que no hacer nada: Lo que tiene que hacer, o mejor dicho no hacer, es no renovar el 30 de junio “una de las medidas más injustas aplicadas en los últimos años”, según recordó un comunicado de las cuatro entidades rurales, publicado esta mañana, bien temprano. El Banco Central tiene que dejar morir su Comunicación “A” 7931, que se muere sola si no fuera prorrogada. Es una resolución absurda pero dolorosa para os agropecuarios, porque es la que establece un recargo en la tasa de interés de aquellos productores de trigo y soja que decidan guardar más del 5% de sus cosechas.
Eso es lo que tiene que hacer el gobierno para mantener viva su relación con las entidades rurales: dejar morir una norma absurda, no renovarla. Me quiere mucho, poquito o nada. Los dirigentes agropecuarios deshojan por estas horas la margarita.
¿Por qué piden en público y a viva voz algo es que absolutamente razonable? No debería ser necesario y los mismos dirigentes rurales lo dicen en su comunicado. “Se trata de un gravamen que va a contramano con la desregulación y la liberación económica pregonada por la actual administración nacional”, explican. Y sí, porque no es de buen libertario castigar financieramente a aquellos empresarios que deciden (o necesitan) administrar su capital (los granos) del modo que consideren. Finalmente es la bendita propiedad privada la que está en juego, la que todos dicen defender.
Pero el gobierno, pese a los intensos planteos, histérico, no se define. Podría haber dado de baja esa resolución hace mucho tiempo, pero no lo hace.
Federación Agraria, Coninagro, Sociedad Rural Argentina y CRA, que firmaron un comunicado conjunto reclamando por ese gesto tardío de la administración de Milei, saben que una prórroga de esa medida -que nació en el gobierno anterior, el de Alberto, Cristina y Massa, para “forzar” a los productores a vender más rápido sus granos, de modo de acelerar el ingreso de divisas- sería como una sonora bofetada, un punto límite a una relación amorosa pagada hasta aquí de gestos de tolerancia.
Ya lo habían pedido a fines de diciembre de 2023, y el gobierno de MIlei (quizás aprendiz en amoríos) se les rio en la cara y se siguió con la joda.
“Los productores agropecuarios de la Argentina esperaban ansiosos la derogación de dicha medida, pero ante la fecha límite al menos aguardan que no se renueve”, suplican, imploran, los dirigentes del campo. Es que en efecto el gobierno de Milei, ni bien desembarcó en diciembre, hizo todo lo contrario de lo que se le pide ahora, y nunca explicó nada: el 31 de diciembre, fecha de su anterior vencimiento, el BCRA prorrogó por seis meses (hasta este 30 de junio) este singular “castigo financiero” a los productores.
Más adelante levantan el tono, haciendo gala de un histrionismo inofensivo: “Es inadmisible que se continúe aplicando una medida copiada del kirchnerismo que sólo conlleva discriminación y hasta ignorancia. El gobierno debiera saber que los productores agropecuarios no utilizan sus granos de manera especulativa, simplemente guardan parte de su producción como reaseguro, ahorro y hasta forma de pago”, enfatizó el bloque agropecuario.
Recuperando la compostura, el comunicado explica: “Desde la Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias se ha venido insistiendo en la eliminación de la norma nacida en la administración de Alberto Fernández y renovada en diciembre por el gobierno de Milei. El gobierno nacional está ante una inmensa oportunidad de subsanar un grave error que resulta arbitrario y desconocedor de las costumbres y operatorias del mundo agropecuario como lo es acopiar parte de su producción para hacer frente a las obligaciones y futuras campañas. Esta medida significa un mayor costo financiero y atenta contra el crecimiento del sector”, fue el argumento de la Mesa de Enlace.
¿Me quiere mucho, poquito o nada?
Con esa pequeña caricia reclamada, que no le cuesta nada, el gobierno de Milei se podría asegurar incluso la paz social con las entidades de productores agropecuarios, que incluso se muestran dóciles para arriar otros reclamos históricos, o al menos moderarlos en función de preservar una relación amorosa provechosa.
En ese sentido, es llamativo este párrafo del documento rural: “El campo necesita gestos y en este caso la no continuidad de la norma sería un aliciente, que deberá ratificarse con la quita total de las retenciones -siempre dentro de un esquema razonable- y la eliminación de los impuestos País y al Cheque”.
“Razonable”, argumentan hablando de la rebaja de las retenciones, su reclamo histórico más visceral, el que sí le pega sin contemplaciones a todos los productores, grandes o chicos, ganaderos o agricultores. Finalmente los amores “razonables” son los que perduran, aunque hagan falta pequeños gestos cotidianos y constantes para mantenerlos encendidos.