Los tamberos se preparan para una nueva crisis. Lamentablemente esta actividad agropecuaria no logra evitar los altibajos y recurrentemente enfrenta momentos difíciles que dejan a muchos fuera de carrera.
No es culpa del clima. Este año a muchas regiones lecheras las afectó la seca, pero en otras -como es el caso del oeste bonaerense- la cuestión viene bien, hay forraje y se está sembrando el maíz con el que se alimentará a las vacas. Pero ninguna de las cuencas lecheras puede escapar de los problemas de la macroeconomía o de la suba de costos derivada de los incrementos en el maíz y en soja, y que son potenciados por la devaluación constante del peso.
Matías Peluffo es el presidente de la Cámara de Productores del Oeste de Buenos Aires (Caprolecoba) y contó a Bichos de Campo qué está pasando con los resultados económicos de los tambos. También dio pistas sobre qué estrategias se pueden seguir para zafar de la crisis que ya se instaló en ese sector.
“Lo que vemos es que mes a mes el productor va perdiendo capacidad de compra con su leche y en el último mes analizado (por FADA y OCLA), que es septiembre, el costo es 19,40 pesos (por litro de leche) y el precio de la leche de 19,14 pesos. Esto se agravó en octubre cuando el maíz aumentó 14% y soja 10%, porque eso significa una suba de costos de cerca de 4% cuanto el precio ese mes aumentó 3%”, enmarcó Peluffo.
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Peluffo dijo que está todo dado para que los tambos ingresen en una nueva etapa de crisis. “El costo está aumentando más que el precio y vemos que se está viniendo una nueva crisis. De hecho ya hay productores y técnicos viendo como maniobrar. Se cree que en este semestre se va a trabajar por debajo del costos”, indicó.
El productor dijo que si se le cargan todos demás los costos inherentes a la actividad tambera, como por ejemplo el alquiler del campo o las amortizaciones, el valor de hacer un litro de leche se va a 22,12 pesos. Esto eleva a más de 3 pesos por litro la brecha con el ingreso que reciben.
Peluffo explicó que a los incrementos en los valores del maíz y de la soja se agregan otras cuestiones. “Algo que no está ayudando son los precios máximos”, que limita el precio de venta al consumidor de muchos productos de la cadena láctea. “La verdad es que la mayor parte de los males del sector privado se lo debemos al sector público, como la inestabilidad de la moneda que lleva a la devaluación e inflación y las retenciones a las exportaciones”, razonó el dirigente de Caprolecoba.
De toda la leche que se produce en Argentina, cerca del 80% queda para un mercado interno castigado por la crisis económica y en la cual las industrias deben respetar los precios sugeridos indicados por el gobierno, lo que les impide trasladar subas de costos al valor en góndola. Por el 20% de la producción restante que se exporta se pagan derechos de exportación (oscilan entre 5 y 9%), lo que reduce el poder de pago de las fábricas y en definitiva impacta en el ingreso de los productores.
“Si uno simula que pasaría si se sacaran las retenciones, la exportación podría pagar entre 3 y 4 pesos más y llegaríamos al precio de equilibrio. Eso ayudaría a sostener a la producción”, enfatizó Peluffo.
Según el productor, la lechería “tuvo un buen año en 2019 y por eso se hicieron las inversiones para producir más leche. El productor se preparó para generar más. Pero ahora estamos recibiendo señales de que hay que bajar la producción, porque el precio es una señal de lo que hay que hacer con la producción. Es muy difícil seguir cuando hay tanta volatilidad, cuando un año es negocio y otro no. Eso no le hace bien a la lechería y por eso hace mucho que no crece”, advirtió.
Peluffo dijo que a pesar de esta coyuntura hay alternativas para achicar las pérdidas y se pueden diseñar estrategias que le permitan a los tamberos sostener la cabeza fuera del agua. En tal sentido, consideró que los sistemas productivos en Argentina tienen que ser flexibles para poder adaptarse a cada situación.
“Dos cosas para mí son importantes en las crisis. Primero no hay que perder liquidez para no atrasarse con los pagos y así no tener que afrontar los intereses o sobreprecios por plazo de pago. Y luego se deben hacer las cuentas para ver si uno puede desprenderse de algún activo que no sea necesario para el funcionamiento, o dejar de gastar en algo que no sea esencial. Por ejemplo, descartar las vacas que no sean eficientes pero en una cantidad que no impacte en los costos fijos”, explicó.
Peluffo dijo que la perspectiva no es buena, que la relación maíz/soja versus la leche es de las que hubo en las peores crisis de la actividad.
Pero al mismo tiempo los tamberos esperan que la cosa se ponga más fea: “La percepción de los productores es que no llegamos a lo más profundo de la crisis. La mayoría espera una devaluación, eso nos dejaría todavía peor. Hoy cobramos 24 centavos de dólar cuando debería ser de 30 centavos. Si hubiera una devaluación, el precio bajaría instantáneamente y los costos subirían. Así que hay que estar preparados para eso”, finalizó.