Este año, el Gobierno de Milei no sólo medirá su progreso en las urnas, sino también en el campo. Su relación con el sector, las últimas semanas, ha sido de “tire y afloje”, pero las señales que ha enviado fueron, al menos hasta el momento, suficientes para no sumarse un nuevo adversario político. Y más aún, porque en marzo se han registrado mejoras en todos los índices de confianza de los productores agropecuarios.
Así lo determina el último informe Ag Barometer difundido por el Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral. El indicador presenta una mejora del 17% respecto al mes de enero, ubicándose en 137 puntos contra 117. Se obtienen a partir de una serie de preguntas que se hicieron a 406 productores de diferentes sectores. El valor significa un rebote que corta una tendencia a la baja de la última medición bimestral.
En concreto, el informe ilustra que la confianza del sector está motorizada, casi en su totalidad, por las expectativas a futuro. Un 62% de los encuestados cree que su situación financiera va a mejorar los próximos meses y la mayoría confía en que el sector mismo asomará cabeza este año.
Con un dólar que, tras la salida del cepo, ha quedado más cerca del piso de la banda y, con la posibilidad concreta de que vuelvan a aumentar las retenciones, lo que mantiene el índice de confianza en el sector son las políticas macroeconómicas del Gobierno. La insistencia sobre el equilibrio fiscal, el freno a la emisión monetaria y la desregulación de los mercados son bien vistos por el agro.
“Los productores agropecuarios, a igualdad de circunstancias de clima, mercados y precios, siempre sienten una mayor confianza con los gobiernos liberales que con los populistas”, detalla el informe de la Universidad Austral.
Este gráfico muestra bien esas preferencias políticas:
Por eso es que el resultado de las elecciones de octubre ocupa el tercer lugar en la tabla de las principales preocupaciones, por detrás del clima (59%) y los bajos precios internacionales (34%). Ese índice también demuestra que otras cuestiones en agenda, como el vínculo Milei-Trump, el caso $Libra o el nombramiento de jueces de la Corte Suprema de Justicia, no mueve la aguja en el sector.
Lo que sí lo hace es la rentabilidad, uno de los aspectos que no ha mostrado visibles mejoras en los últimos meses y que, indefectiblemente, condiciona las intenciones de inversión. Según detalla el informe, un 59% de los productores piensa que aún no es un buen momento para invertir, ya que eso afecta a las ganancias en el corto plazo y no hay espalda suficiente para proyectar una amortización por la incorporación de tecnología.
Esto también se observa cuando se pregunta por la compra de maquinarias. En concreto, la mayor parte del sector no considera adecuadas las tasas de financiamiento y, aunque considera importante sumar capital fijo, no lo juzga imprescindible en lo inmediato. Dentro del 41% dispuesto a invertir en el presente, se cree que la incorporación de vientres vacunos será la categoría más elegida, por el buen año que afronta la ganadería en toda su cadena.
Por último, el informe bimestral también traza un panorama de lo que puede esperarse de cara a los próximos años en el agro, ya que 40% de los entrevistados está interesado en participar en programas de certificación ambiental. Si se tiene en cuenta las exigencias que pronto empezarían a regir desde la Unión Europea, que haya predisposición en el sector es muy positivo.