En Tierra del Fuego los perros asilvestrados acorralaron a gran parte de la producción ovina, al menos de Río Grande para el sur. Las pérdidas en las majadas son grandes y cayó fuerte el stock, según cuentan productores de la zona.
Por eso la familia Pastoriza, que llegó a esa región en 1890 y que ya va por la tercera generación de productores ovejeros, decidió dedicar la mayor parte del campo a la producción vacuna, aunque mantiene un plantel de ovejas porque es la pasión que los une, entre otras cosas.
Martín Pastoriza dice que él es “un fanático de las ovejas, pero sobre todo de la lana”. Recuerda que “en la familia siempre nos preguntábamos qué destino se le daba a nuestra lana”.
Su fanatismo por este producto y el interés por saber qué se hace con la materia prima que sale del campo lo llevó a emprender la fabricación de mantas y ponchos.
“Mi sueño siempre fue el de poder agregarle valor a las excelentes lanas que producimos en esta zona de la Patagonia Argentina, y llegar a la gente con un producto genuino, que refleje y represente parte de la historia y cultura ovejera de nuestra tierra”, contó Martín a Bichos de Campo.
Todo arrancó poco antes de la pandemia, por lo que el proyecto sufrió un parate importante. Pero luego con la reanudación de las actividades apretó el acelerador.
La marca es “Ona Land” o Tierra de los Ona, pueblo originario que habitó la zona. ”Empecé a hacer mantas de lana que den cuenta de la cultura y de la historia de la ganadería ovina, con un producto auténtico y genuino”.
Para eso busca entre los productores de la zona la mejor materia prima posible (eso se define por la finura de la lana y el largo de las fibras), que gracias al trabajo de generaciones tuvo una mejora genética importante:
“Lo que hacemos es comprar lanas Corriedale en función de determinados parámetros de calidad que se miden con datos objetivos de laboratorio. Luego el hilado se hace a fasón en un taller en Río Grande y finalmente se completa con el proceso del tejido”, indicó el productor y emprendedor.
¿Por qué hacen mantas? “Un poco por casualidad. Conocí a una familia de Estados Unidos que hacía lo mismo, viaje a su casa y me enamoré del proceso. Ahora me dedico a esto y me permite vivir”, respondió Martín.
En su sitio web están cargados los productos que tiene en venta, a los que se suma la fabricación de ponchos con la misma materia prima, calidad y empeño.
“Estamos despegando, por ahora hacemos 500 mantas al año, pero proyectamos duplicar la cantidad en dos años más, a medida que vayamos evaluando la respuesta del mercado. Pero somos optimistas de que tenemos mucho por crecer”, finalizó Pastoriza.