Mario Torres es un pequeño productor de uvas del partido de Rivadavia, en la zona este de Mendoza, y al igual que muchos otros productores está quedando fuera del sistema al no ver rentabilidad en su actividad. Contó su situación en Bichos de Campo. Trabaja unas 16 hectáreas y su finca es todo lo que tiene, y a la que dedicó muchos años de su vida, al igual que su abuelo y su padre.
“Hace 5 años que no puedo cosechar de modo adecuado. Este año, recién ahora estamos terminando con la poda, y tratando de disminuir el efecto de las heladas. Las vides están muy mal. En 2015 y 2016 sufrí el 90% de daño por el granizo”, relató apesadumbrado el productor.
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Torres comentó que a pesar de que el seguro que paga le cubre parte de los daños que sufrió, no es una gran cantidad de dinero la que le dan. “Sólo de suministro eléctrico, estoy pagando 50.000 pesos por año. Hay productores que tienen la suerte de recibir subsidios de parte de la COVIAR (Corporación Vitivinícola Argentina). Pero yo no recibo porque debo impuestos de Irrigación e Inmobiliario. Y no dan subsidios a quienes deben impuestos. La realidad es que los costos no me dan”.
Torres trabaja junto a su esposa, su hijo y a un vecino al que le presta una casa en su finca a cambio de que le de una mano con el trabajo diario.
“En el caso de los pequeños productores vitivinícolas la cosa no pasa por la mano de obra, sino por el efecto social. Estoy al borde de no poder hacer estudiar a mi hijo. No tenemos actividad social fuera de lo que es el trabajo, simplemente porque no puedo darme ni ese lujo”, se lamentó Torres.
“Estos dos últimos años no pude vender nada. Soy productor de uva y no hago vino, porque debería venderlo en octubre o noviembre (luego del proceso de elaboración) y yo preciso el dinero antes (con la cosecha de uva, en marzo). Vendo la uva además, porque los costos son otros. Pero el clima golpea y también los grandes productores, que nos sofocan y nos hunden. Entonces la figura del pequeño productor desaparece. Muchos vendieron su finca por 3 pesos. Los mismos bodegueros se quedan con las fincas que se venden”, denuncia.
Según Torres, la expulsión del pequeño productor genera desocupación, pero también una mano de obra barata y precarizada. “Tengo un vecino al que le pasó lo mismo que a mi, y hoy trabaja de chofer en la Municipalidad de Rivadavia. Incluso yo comencé a hacer trabajos de poda y limpieza de acequias en el municipio, para subsistir en mi actividad”, describió el viñatero.
Pero el oficio de toda la vida de Mario es el de ser productor de vides.
“Bermejo fue la persona a la que mi familia le compró estas tierras, pero antes de Bermejo, estaban los indios. Eso para mi tiene un valor grandísimo. Perder esa tierra, como la estoy perdiendo yo, es un tiro al corazón. Muero cada día que salgo de esta finca para trabajar en otro lugar”, contó Mario Torres, quebrándose de la emoción.
Otro productor que va quedando fuera del sistema. Y los Bichos, conmovidos, que tragamos saliva.