“Nosotros estamos convencidos de que el agrosistema argentino está libre de colza transgénica”, enfatizó ante Bichos de Campo el presidente del Instituto Nacional de Semillas (INASE), Raimundo Lavignolle. De esta manera, el gobierno local reaccionó con cierto enfado ante una denuncia surgida desde Bayer en Francia, que echaba un manto de dudas luego de la detección de una variedad OGM prohibida dentro de un lote de semillas de colza producidas en la Argentina.
Lavignolle, que ordenó suspender oficialmente todas las exportaciones de semillas de colza hasta tanto se aclare este entredicho, se mostró molesto con la empresa alemana que adquirió Monsanto y con ella el negocio de producción de semillas en contraestación de Dekalb, la semillera del grupo. “Vamos a buscar toda la información y se tendrán que rectificar, porque en la Argentina no se contaminó esa semilla”, destacó.
El malestar argentino se originó porque, primero, no hubo una comunicación formal por parte de Bayer/Monsanto del hallazgo de colza “contaminada” en tres lotes de semillas de colza vendidas en Francia y Alemania bajo la marca Dekalb. La noticia llegó a oídos de las autoridades por el mismo cable de la agencia Reuters fechado en París el miércoles pasado.
Ver cable original de Reuters con la denuncia de Bayer/Monsanto
En segundo lugar molestó que Catherine Lamboley, la directora de operaciones de Bayer para Francia, al dar a conocer el episodio sugiriera que la contaminación podría haber llegado desde Argentina, donde se produjeron esas semillas. “Decidimos detener de inmediato toda la producción de semillas de colza en Argentina”, dijo incluso a Reuters la directiva de Bayer.
Aunque en realidad la proporción de contaminación de esas semillas resulta insignificante (es de apenas 0,005% del volumen, por lo que es considerada incidental y no dolosa), la firma se vió forzada a retirarlas del mercado y anunció que indemnizará con unos 20 millones de euros a los productores franceses y alemanes que ya la habían sembrado sobre unas 11.000 hectáreas en ambos países. Es que las trazas halladas correspondían a una variedad de colza transgénica habilitada en Canadá pero prohibida tanto en Europa como en la Argentina.
Lavignolle explicó que desde hace mucho tiempo la Argentina recibe semillas parentales de colza desde la Unión Europea, que son multiplicadas en campos locales para generar una oferta mayor de semillas, que vuelven a exportarse a Europa y se vende a los productores. Este negocio de exportación de semillas “en contraestación” tiene múltiples controles de los organismos reguladores, debido justamente a los peligros de contaminación.
En el caso de la colza que se multiplica para Europa, todas las semillas “parentales” son controladas dos veces, a su salida de Europa y luego en su ingreso a la Argentina, en el Instituto de Biotecnología del INTA. Amparándose en esos análisis, el titular del INASE destacó que “este lote de semillas, como todos los demás, salió certificado bajo ese sistema”.
“Si hubiera habido un problema vino de allá”, aseguró Lavignolle, que destacó que la Argentina es un país donde jamás se autorizó ni siquiera un ensayo de colza transgénica y por lo tanto es considerado un país libre de ese OGM. Las superficies sembradas con esa oleaginosa aquí son muy marginales.
Como ejemplo de que los controles funcionan bien, el funcionario citó que el año pasado ya se había rechazado una carga de semillas parentales de colza que llegaron de Europa con rastros de ese mismo transgénico. La carga también correspondía a Dekalb.
“Estamos tratando de identificar con precisión de qué lote salieron las semillas que ahora se cuestionan, pero estamos seguros de que aquí no hubo contaminación porque la multiplicación se realiza en campos rodeados por muchos kilómetros de trigo”, abundó Lavignolle.
Los embarques de las semillas listas para sembrar desde la Argentina a Francia se realiza usualmente en enormes bolsas llamadas “big bag”, que porten entre 500 y 700 kilos. Una de las hipótesis que maneja el INASE es que la contaminación finalmente se produjo en Europa, a la hora de fraccionar esa carga en envases más pequeños. Incluso en este caso cabe la posibilidad de que haya habido un “blendeado” (mezcla) con semillas de origen español, según una información que ahora deberá analizarse.
Lavignolle consideró que hay muchas más chances de que esa contaminación incidental se haya producido dentro del continente europeo porque ya hubo antecdentes. Por ejemplo, el hallazgo previo de esa colza transgénica en Gran Bretaña en 2015. “Vamos a hacer un informe para demostrar que el problema no es nuestro sino de ellos”, repitió.