Los padres de Malena “Male” García Garasa vivían en Cura Brochero y por eso ella nació en Córdoba capital, pero a los meses se mudaron a Mar del Plata, la turística ciudad ubicada al sudeste de la provincia de Buenos Aires. Allí creció y se formó hasta que la joven decidió partir a probar suerte en Australia.
Male empezó a trabajar a sus 16 años, en una famosa cadena de comidas rápidas, mientras estudiaba inglés porque soñaba con viajar por el mundo y conocer Inglaterra. Era buena deportista y jugaba mucho al vóley. “Pero con la situación económica de nuestro país, para lograr eso, hay que ahorrar ‘puchito a puchito’ -se lamenta- y yo pude hacerlo porque en esa empresa podés trabajar siendo menor de edad y los sueldos, si bien no son altos, a quien está estudiando y vive en casa de sus padres como yo, le sirve, ya que podés trabajar 4 o 6 horas diarias y además te disciplina”, reflexiona.
“En 2018, con 17 años me di el gusto de viajar a Inglaterra como ‘backpacker’. Y pensar que yo decía que nunca iba a trabajar en aquella cadena de comidas rápidas, cuando regresé seguí en esa empresa y me pude pagar mi carrera. Estudié una tecnicatura en Márketing con especialización en comercio minorista. Después, mi primer trabajo en ese ámbito, fue en una empresa de software agropecuario”, continúa.
Cuenta Male que estaba muy a gusto, trabajando de lo que había elegido estudiar, pero como seguía soñando con viajar, miraba atenta el portal Yo me animo que trata de viajar y trabajar por el mundo, cuando de repente, a través del mismo, recibió una propuesta de irse a trabajar de tractorista a Australia y no lo dudó. Ya era mayor de edad, pronto sacó la visa y a allí fue.
“Llegué a Sidney el 10 de enero de este año –ella relata su periplo-. Al llegar al aeropuerto, se había extraviado mi valija, pero felizmente apareció a los 3 días. Me fui en tren hasta el hostel, en Bondi Beach, un barrio de la periferia, con playas donde se practica mucho el surf. Al otro día tomé un avión a Perth, que queda en el extremo oeste de Australia y allí pasé la noche. Al día siguiente tomé un tren a Merredin, donde pasé otra noche y a la mañana me buscaron en auto para viajar durante hora y media hasta Bodallin. Allí sería mi trabajo, que consistiría en sembrar a máquina para una empresa agrícola”.
Male comenzó a relatar sobre su nuevo trabajo: “Al llegar, vi enormes tractores John Deere de última generación, que en Argentina no había visto jamás. La mayoría te pide experiencia previa, porque les vas a manejar máquinas de un millón de dólares, pero como era una empresa joven, no era tan exigente, y me tomaron porque les dije que sabía manejar, si bien no les aclaré que nunca había conducido ni un tractor chico”.
“El contrato era por 10 semanas, que era el período de siembra. Empecé el 20 de marzo con un contrato ‘casual’. Significa que podían extendértelo o reducírtelo. Los mismos pueden ser ‘part time’, de 4 a 6 horas, o ‘full time’, de 8 horas. El empleado puede renunciar cuando quiera, y se paga más que otro contrato, que es más formal y seguro. Finalizaba el 31 de mayo”, prosigue.
“Nos daban casa y comida, pero eso no es común que te lo incluyan y algunos te cobran de 80 a 150 dólares australianos el alojamiento. Las casas que nos dieron para vivir eran impecables. Al principio comíamos mucha comida congelada, hasta que nos pusieron una cocinera. Teníamos un domingo libre cada dos semanas y hacíamos asados, y empanadas que hacía un cordobés, Nicolás. Yo hacía brownie o flan de postre. Encendíamos fogatas al anochecer y charlábamos mucho, porque éramos un grupo ‘re-lindo’, de entre 30 y 40 jóvenes, de Argentina, australianos, británicos y hasta una marplatense con un novio alemán y chicos de Zambia, África. A nosotros nos veían raros porque tomábamos mate”.
“Al principio nos capacitaron para manejar ‘semejantes’ máquinas –sigue Male-, pero tomé confianza porque esos tractores modernos se manejan solos, por brújula, son automáticos. Nos monitoreaban por una aplicación y tenían un control total de los movimientos. Después nos llevó 20 días transportar las máquinas y calibrarlas. Al final, el trabajo consistía en tirar de la sembradora y sembrábamos canola, después cebada y al final una especie de trigo particular. Te daban a optar por turnos de 6 AM a 6 PM, o de noche, y yo odiaba el nocturno”.
La marplatense continúa detallando: “Los argentinos fuimos los que menos errores cometimos. Entre líneas, no dejábamos ni un centímetro sin sembrar. Vi amaneceres y atardeceres hermosos, y vi pasar muchos canguros. Llegamos a trabajar 170 horas por quincena y terminábamos las jornadas tan agotados, que sólo queríamos comer rápido y dormir. Había lotes llenos de piedras y los llamábamos ‘pesadilla’. Había tractores con orugas. Había lotes con médanos y nos decían que también los sembráramos”.
“Competíamos entre todos a ver quién sembraba más. Debíamos conducir a 9 kilómetros por hora. Aprendí muchísimo, fue una experiencia enorme para mí. Mi mayor orgullo fue que nunca rompí una máquina. En dos meses y medio batimos récord habiendo sembrado 30.000 hectáreas”.
Malena describe la cuestión financiera: “Nos pagaban 28 dólares australianos por hora, y las horas extra u “over time” se pagaban 33 dólares a partir de las 76 horas trabajadas. Nosotros, tratábamos de pasarnos siempre. La mayoría, ganábamos entre 1600 y 2000 dólares australianos por semana, que serían unos 1072 a casi 1340 dólares estadounidenses (1 dólar australiano = u$s 0,67 EEUU). Acá te descuentan 15% del salario en impuestos al Estado. Algunos trabajos te dan alojamiento y te descuentan 225 dólares australianos por semana, pero es muy difícil conseguir alquilar”.
“Parte de mis ahorros se los mandé a mis padres y les regalé un viaje a Europa. Pero si me la guardaba toda, podía vivir 4 meses sin trabajar. Tal vez me compre un auto y tengo ganas de viajar en enero de 2024 al sudeste asiático para conocer”.
“Apenas terminé de trabajar en la temporada de siembra –va culminando Male- me tomé un avión y me vine a trabajar a Cooma, a un local de artículos para la nieve, en la cadena más grande del hemisferio sur. Me ofrecieron trasladarme a una sucursal en Japón, pero no acepté. Somos 125 empleados y nadie habla español. Me pagan entre 30 y 40 dólares australianos la hora. Regreso muy tarde a dormir, pero camino tranquila por la calle, cosa que en Mar del Plata no podía hacer, y eso me quita las ganas de regresar a mi país. El contrato es hasta octubre”.
Pero Malena concluye que no todo es color de rosa y valora su identidad: “La cosecha será del 1 de noviembre hasta mediados de diciembre y ya acordé volver a los “farms” porque me encantó el trabajo rural. Pero además estudiaría algo de programación de computadoras. Por ahora disfruto esta vida nómade de conocer gente de culturas tan diversas. Australia tiene playas paradisíacas y paisajes maravillosos. Pero acá te venden que esto es ‘El Primer Mundo’ y no me parece que lo sea”.
“Desayuno mate, pero consigo yerba por 20 a 25 dólares australianos el kilo. Me asombró ver que la juventud de acá fuma demasiado, bebe mucho alcohol y es común consumir drogas, porque como tienen una vida confortable, se crean los problemas y se ‘vuelan’ la cabeza. Cuando me ven tomar mate me preguntan qué droga es, y se sorprenden cuando les digo que no me drogo. Les convido, soplan la bombilla y en general no les gusta”.
“En los tractores fumaban dentro de la cabina y el día de franco se emborrachan hasta desconocerse. Una noche vi bajar 600 latas de cerveza para 40 gringos. La comida es desabrida y comen muchas ‘rapiditas’ porque acá son baratas. Me bajé un ‘play list’ de folklore y acá soy la primera en levantar la bandera argentina. Porque los argentinos, en todas las partes del mundo, somos ‘top de gama’”.
Le dedicamos a Malena García Garasa el tema “Cocina ‘e chacra”, de don Luis Domingo Berho -que vivió en Mar del Plata, si bien nació en lo que supo ser su capital, Lobería- por Alberto Merlo.
SINO GANA MILEI. NO VEO CAMBIOS EN LA POLITICA ECONÓMICA ACTUAL…
ASI QUE SOLO QUEDA IRSE DEL PAIS PARA BUSCAR UN FUTURO MEJOR Y CON MAS SEGURIDAD
Dejen de romantizar a estos chicos que no entienden nada de la vida, hablan mal de su patria y se venden x dólares en trabajos esclavizados y lo cuentan con orgullo vergüenza tendría q darles, ARGENTINA es un país hermoso con buenas costumbres y culturas que los políticos sean unos ladrones no justifica salir hablar mal de nuestra bandera, ingratos!
Se ve que no leyó la nota, le pagan para opinar??
Sin duda no la leyó o no la pudo comprender.
Creo que estos chicos como vos decís tienen mas huevos que vos y yo juntos. No es nada sencillo partir de la zona de confort de tu país. Pero sabés que sucede, ellos son jóvenes y necesitan forjar su futuro,, aquí el panorama es triste y decadente. Vos te animarías a partir?
Acá un tractorista gana menos de 200 lucas por mes. Imposible inculcar cultura del trabajo con esos salarios.