Compartimos con nuestros lectores este inmejorable texto de Luis Villa sobre el debate ambiental en la Argentina.
Vivimos en una época en la que hay mucha frivolidad e improvisación, mucho fanatismo. También es una época de paradojas.
Conviven personas sofisticadísimas como Roger Penrose (¿el último polímata?) o nuestro Gustavo Esteban Romero con muchos fanáticos Ambientalistas que ni siquiera pueden emitir un mensaje coherente y con muchos citadinos que sólo reclaman derechos (el Ambiente sano es un Derecho y una Obligación, no sólo lo primero).
La Ciudad impacta en el Ambiente unas 40 a 50 veces más que el Campo, medidos ambos por unidad de superficie y unas 2 a 4 veces, medidos por habitante.
Sin embargo, los señalamientos provienen casi siempre desde la Ciudad hacia el Campo, sin que desde la Ciudad se formulen propuestas o ideas respecto de las responsabilidades que le son propias.
Carecemos de una Ley Nacional de Ordenamiento Territorial (al igual que la también faltante Ley Nacional de Logística, herramientas imprescindibles para una Sociedad y un Estado modernos). Los desastres en materia hidráulica son moneda corriente.
La contaminación del aire, del agua y del suelo constituye un problema ambiental gravísimo, y la Ciudad y el Estado (Nación, Provincias y Municipios y Comunas) son los principales causantes, generalmente la primera por acción y el segundo por omisión.
Tenemos unos 5.000 basurales a cielo abierto donde se practican quemas frecuentemente (responsabilidad mayoritariamente municipal).
La muy buena Ley de Presupuestos Mínimos (PM) de Residuos sólidos urbanos (RSU), luego de vetar algunos artículos fue promulgada parcialmente por Néstor Kirchner en 2004, está vigente. Establece obligaciones de los Municipios. Previó un período de adecuación de 10 años para ciertas prácticas y de 15 para otras. Los plazos están vencidos, la enorme mayoría de los casi 2.400 Municipios y Comunas la incumple.
Existe una ley de 1891, del período presidencial de Carlos Pellegrini (131 años de antigüedad, está vigente), que prohíbe el volcado de efluentes cloacales e industriales a cursos de agua. El incumplimiento por parte de las Ciudades es flagrante.
El despilfarro de agua potable en muchas Ciudades llega a valores increíbles (más de 600 litros por habitante y por día en Rosario).
La Ley que regula la calidad del aire cumplirá 50 años de existencia en muy pocos meses y está plenamente vigente. El incumplimiento por parte de las Ciudades es flagrante.
El Urbanismo no da las respuestas adecuadas en muchos casos, y es así como se invaden Humedales con distintos tipos de desarrollos inmobiliarios e industriales. No existe transición temporal ni espacial entre lo urbano y lo rural. La población urbana crece anualmente al 1,2 % pero la mancha urbana lo hace al 4 %.
El Urbanismo parece haber abrazado el Modelo de la Ciudad Compacta como un dogma. Algo como mínimo poco sofisticado (que intuitivamente vemos como opuesto al crecimiento desmedido de la mancha urbana, pero nos especializamos en tener problemas mutuamente excluyentes simultáneamente).
Las Ciudades de Rosario y de Buenos Aires han suscripto el absurdo “Acuerdo basado en plantas” (Plant Based Treaty), bajo la exclusiva responsabilidad de Pablo Javkin y de Horacio Rodríguez Larreta, quienes han marcado un nuevo jalón en la conducta irracional anti agro. En el caso de Javkin, en línea con su también irracional apoyo al proyecto Grosso sobre PM para Humedales.
Se toleran sistemas constructivos que demandan luego ingente cantidad de Energía para la calefacción y refrigeración de los hogares. Mientras que en el mundo el consumo de Energía crece 0,7% por cada punto de incremento del Producto, en nuestro país crece 1,1% por cada 1% de crecimiento de la Economía. El despilfarro de Energía y la improvisación en la demanda de Potencia son lo que nos caracteriza (aún antes de la masificación de vehículos eléctricos enchufables).
A nivel mundial, al menos el 70% de la emisión de gases con efecto invernadero proviene de las Ciudades. En nuestro país es más aún.
La constelación de satélites europeos Sentinel detecta emisiones de metano. En fecha reciente un equipo neerlandés observó que varios vertederos importantes de RSU en la Provincia de Buenos Aires exceden en mucho el ritmo de 3 Tn CH4 / hora, ubicándolos entre los peores del mundo.
El Desarrollo Sustentable (DS) es la visión predominante en el mundo. Consiste en producir cuidando y administrando los recursos naturales renovables y los no renovables de modo de no causar agotamientos ni daños irreversibles, permitiendo así la viabilidad de las generaciones futuras.
La Solidaridad Intergeneracional es otro concepto importante. Puede verse en una doble perspectiva. Si se opina que la Tecnología del futuro resolverá mucho mejor un asunto puede decidirse no cargar sobre la generación actual el peso de la resolución con los recursos limitados del presente. A la inversa, si un problema pudiese estar agravándose con el paso del tiempo hasta hacerse inmanejable, sería ético y eficaz que la generación adulta actual encare su solución.
Opino que un ejemplo del primer caso es todo lo relacionado con el Cambio climático (Entendido según la definición del IPCC, un cambio en el promedio o en la variabilidad de cualquier variable climática, por causas humanas o por otras causas) y sus consecuencias y uno del segundo caso es el deterioro socioeconómico y macroeconómico de nuestro país.
Otro ejemplo del primer caso es la idea de un Inventario de Humedales en escala 1:50.000 hecho desde cero e in situ (una idea absolutamente extravagante, pero presente en los proyectos de ley con estado parlamentario en ambas Cámaras).
No en un sentido jurídico estricto pero sí filosóficamente, podría decirse que la corriente de Abogados Ecologistas que descree del Desarrollo Sustentable en realidad también está en contra de la “Cláusula del progreso” de la Constitución Nacional (Art. 75, inc. 19; si bien modestamente opino que el inc. 18 también es una cláusula de ese tipo con lo que serían 2).
Esos Abogados, junto con muchas agrupaciones de Activistas, fogonean un odio irracional e inaceptable hacia el agro, hacia el campo, utilizando incluso no sólo la difamación sino también un trato despectivo, el uso del vocablo “Agronegocio” así en singular es un caso y la invención de vocablos es otro (“Agrotóxicos”, “Ecocidio”, etc.).
El infantilismo no está ausente en el activismo ambiental, por caso el de Rosario. Podríamos pensar que ante una perspectiva de 30º C y 20 % de HR los ecologistas se autolimitarían en su peregrinación hacia las islas. Pero no es así. Unas 1.500 lanchas cruzan cada fin de semana desde Rosario, incluso con esa condición.
Ya se dijo, muchos derechos ninguna obligación, la isla es pública para hacer asados y es privada para apagar los incendios y atajar los juicios por supuestos daños a los llamados intereses difusos.
Es hora de poner aunque más no sea un mínimo de racionalidad en la caracterización de todos estos asuntos.
Luis M. Villa – Ingeniero agrónomo y consultor de empresas
Malísima la nota. Esto no es un Boca River del Campo vs la Ciudad. Ese es un enfoque pedorro. La pérdida de biodiversidad es un problema serio que requiere que el tema se ponga en agenda y se encaren soluciones, sin que un sector le estén echando la culpa a otro.
Aburrida. Muy mala esta nota. No aporta absolutamente nada, mezcla demasiado, no cita las fuentes de lo que dice, no hace ni media autocrítica, es un extremista criticando otro extremismo.
Además de que dice cosas contrarias al consenso científico. Ver reportes del IPBES por favor.