Luis Barcos es un médico veterinario de reconocida trayectoria en la función pública: llegó a presidir el Senasa en los 90 y fue también candidato a la conducción de la OIE, ahora llamada OMSA (Organización Mundial de la Salud Animal).
Desde hace ya algunos años dejó esa actividad y se metió con el trabajo tranqueras adentro de su campo, en la provincia de Entre Ríos, donde hace el ciclo completo de la raza Wagyu, caracterizada por su intenso marmóreo y precios muy altos. Bichos de Campo lo entrevistó hace poco tiempo.
Ese proyecto privado arrancó a inicios del nuevo milenio: “El país estaba en crisis y yo decidía una inversión a por lo menos 20 años”, recordó el ganadero.
Si bien el Wagyu es una raza bovina que se origina en Japón, como no se puede traer genética de ese país la importación la hizo de rodeos de Canadá. En el país ya es su mayor exponente: cuenta con 300 animales de esa raza, lo que supone el 50% de las existencias a nivel local.
El planteo productivo de Barcos, en la localidad de Enrique Carbó y sobre la costa del río Gualeguay, fue recientemente distinguido con el “Sello Verde Raíz Nativa”, que es emitido por el gobierno entrerriano. Le fue entregado por el propio gobernador Rogelio Frigerio. Se trata de una certificación que acredita el manejo que se hace en áreas naturales protegidas.
“Siempre trabajamos sin usar agroquímicos ni pesticidas. Aplicamos para la certificación y nuestro campo fue reconocido como área natural protegida, en la que se trabaja respetando el medio ambiente. Nos dieron el sello por la carne y también por la miel que producimos, que mejora la calidad de la flora. Este año haremos la primer cosecha de este producto”, explicó Barcos.
Por ahora no espera que eso le reporte beneficios económicos. Por el contrario, debió resignar ingresos, ya que para adaptarse a las exigencias del sello en cuestión debió reducir la carga animal en su campo. Antes tenían el equivalente a una vaca por hectárea, que ahora bajó a 0,6.
“A corto plazo no vemos mayores ingresos económicos por producir de esta manera, pero a mediano y largo plazo habrá beneficios porque mejora la calidad del campo y del monte. En definitiva, este es el estilo de vida que nos gusta”, sostuvo.
Barcos sigue de cerca no solo cada paso que dan sus animales sino también todo el proceso de faena, ya que los negocios que cierra son por volúmenes chicos, lo que implica una venta por especialidad y no como un commodity.
Eso se refleja en los valores del producto, que Barcos exporta a diferentes mercados del mundo bajo la marca Barcos and Sons (Barcos e hijos).
“En el campo hacemos el ciclo completo”, explicó. Eso supone hacer la cría, la recría y el engorde de los novillos dentro del propio planteo, hasta alcanzar el kilaje que demanda la exportación.
“El costo de producción es más alto, pero también el precio de venta. La tonelada de cortes como el lomo o los bifes vale 85.000 dólares. La relación es de casi 6 a 1 con los mismos cortes de las razas británicas”, señaló.
Lo que busca Barcos es trabajar con un nicho de mercado que, indicó, “se encuentra en todo el mundo”. De hecho cuenta con clientes en países como Colombia, Perú, Francia, España y Qatar.
Respecto de la difusión de la raza Wagyu, el ganadero sostuvo que hay una docena de criadores que la están desarrollando.
“Lo importante es tener en cuenta por qué se quiere hacer Wagyu. El objetivo debería ser lograr un novillo pesado, ya que el marmóreo se expresa pasada la pubertad. Por lo tanto, no tiene sentido la cruza si luego se van a faenar novillitos de 18 o 20 meses. Y en segundo lugar, hay que apuntar a producir cortes de muy alto valor, que tienen su nicho de mercado”, puntualizó.