Esta nota va firmada para que sepan todos quien escribe: mi nombre es Matías Longoni y trabajo como periodista agropecuario aunque de vez en cuando (cuando amerita) despunto también el vicio del periodismo de investigación. He ganado, en ese papel, dos veces el Premio Fopea, el máximo lauro nacional a quienes hacen investigación periodística. Luego de eso, recibí una mención honorífica por haber investigado las tropelías que se cometieron en el último gobierno de Cristina Kirchner con la asignación de los ROE (permisos de exportación) a diversas empresas muy dudosas.
¿Cómo era ese mecanismo? El secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, manejaba la UCESCI, un organismo que se hizo cargo de algunas tareas residuales de la ex ONCCA, eliminada en 2011 por Cristina para ocultar los casos de corrupción denunciados allí. Entre esas tareas estaba la administración de los permisos de exportación. Las empresas de granos, carnes y lácteos debían ir a la UCESCI para pedir un ROE, ya sea Verde, Rojo o Blanco, cuando querían exportar.
En la UCESCI había quienes hacían su trámite normalmente, por ventanilla, y muchas veces no conseguían el permiso. Pero también había un ducto muy aceitado a través del cual los ROE salían sin el menor control. Y es que Moreno, años antes, había encomendado a su amigo empresario Ider Peretti, un ruralista K a quien ungió como presidente de la vieja CGE (Confederación General Económica), crear una cámara especial de “cerealeras nacionales”. Luego, a este grupo le asignaba especialmente a ellos el 30% de los embarques de trigo y maíz. Una fortuna en exportaciones.
Entre 2012 y 2015 la CAPECO, tal el nombre de esa entidad, se pobló de nombres desconocidos para el comercio de granos. Y la Argentina, de golpe y porrazo, pasó de tener unos 40 exportadoras de trigo a más de cien. Un éxito de la política agroexportadora acuñado en base a… pagos en efectivo que se debían hacer directamente en el edificio de la CGE por los ROE asignados a cada empresa.
Esta historia es vieja y, por supuesto, la justicia casi no investigó a pesar de la abundancia de pruebas. Los dedos quedaron marcados por todos lados. A punto tal que en 2016, cuando cambió el gobierno, Íder Perettoi se fugó de la CGE y lo primero que hizo es comprarse un campo, en dólares y en efectivo.
¿Por qué traemos a la memoria este recuerdo? Básicamente porque en estos días se ha vuelto a hablar de la aplicación de estos ROE y porque este lunes el Ministerio de Agricultura impuso nuevas exigencias a los exportadores de granos, lácteos y carnes que no tengan planta ni instalaciones. Se las pedirá para que mantengan su matrícula en el RUCA (Registro Único de la Cadena Agroalimentaria). Y esa es una condición si quieren trabajar en regla y exportar.
Entre 2011 y 2015, en aquel momento en que los ROE se repartían a empresas amigas de Peretti a cambio de jugosas comisiones, también era un requisito indispensable para recibir esos permisos estar matriculado en el RUCA, un registro que depende del Ministerio de Agricultura y es administrado por la ex ONCCA residual que quedó en esa cartera. Ese filtro es el mismo que ahora exige condiciones abusivas solo para algunos operadores: mostrar sus cuentas bancarias o declarar a quién le van a vender con un año de anticipación.
Lo curioso es que quien maneja el RUCA ahora es el mismo que lo administraba antes, en tiempos del festival de ROE truchos de Guillermo Moreno.
La última trinchera: Una pequeña guía para entender los cambios en Agricultura
Se trata de un contador que desde hace rato es empleado del Estado. Se llama Luciano Zarich, quien en marzo pasado fue designado como nuevo titular de la Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario (la ex ONCCA), el organismo del cual depende la administración del RUCA. Antes tuvo un breve momento de fama en 2020, cuando el Ejecutivo lo envió a Avellaneda, Santa Fe, para comandar el malogrado desembarco estatal en la aceitera Vicentin, que la justicia finalmente rechazó.
Unos años antes Zarich había sido nombrado, por decreto 659 del 7 de mayo de 2014 como Director Nacional de Matriculación y Fiscalización del Ministerio de Agricultura. Es decir, se ocupaba directamente de la gestión del RUCA.
Como parte de mis investigaciones en torno a las empresas sospechosas de recibir ROE a cambio de coimas, tuve que preguntarme varias veces por qué algunas firmas que claramente no producían granos ni eran cerealeras exportadoras sí habían sido habilitados para figurar en el RUCA. La responsabilidad sobre ese trámite recaía directamente sobre Zarich, quien ahora vuelve a tener la misma función e incluso más importante.
Un año antes del cambio de gobierno, en diciembre de 2014, publiqué en Clarín, el medio para el cual trabajaba, la historia de Josema Group. Desde entonces que le pregunto públicamente a Zarich con cierta frecuencia cuáles fueron los argumentos para incorporar esa firma en el RUCA, ya que la misma había recibido ROE para exportar 520 toneladas de arroz y 400 toneladas de soja. No era un gran volumen, pero la pregunta correspondía: Josema Group sido creada en 2012 por dos mujeres que declararon domicilios falsos. Su sede social era un domicilio, la calle Vilarino 2458 Piso 2 CABA, que tampoco existía.
Siguiendo los nombres de dichas mujeres, las direcciones declaradas y la de los contadores que participaron de los trámites aparecieron nuevas empresas truchas: Zulona SA, Artciru SA, Zulona Group SA, La Duquesa Group SA. Alguna de ellas también había sido habilitada en el RUCA que administraba Zarich.
El contador entronizado ahora en la ex ONCCA no respondió nunca a mis preguntas. Pero a los pocos días de aquellas notas, todos los rastros sobre Josema Group y sus primas fueron borrados del registro que él manejaba, y que servía de base para la posterior asignación corrupta de los ROE.
Hay otro ejemplo. Lo presenté en el Congreso de CRA de 2015, en Santa Fe, durante charla al que fui convocado junto al prestigioso Hugo Alconada Mon, un periodista de investigación en serio que finalmente me ganó el tercer premio FOPEA con su investigación sobre Cristóbal López y le evasión de miles de millones en impuestos a las naftas.
Se trataba del caso de la empresa WEAR SRL, que también había recibido de la UCESCI los permisos para exportar 2.000 toneladas de trigo en abril de ese mismo año. Era una firma recontra trucha, que también había atravesado milagrosamente todos los filtros. Si quieren reconstruir esa presentación, aquí va:
No puedo decir que el contador Zarich haya sido parte de esas maniobras. No tengo pruebas ni ánimo de acusarlo. Pero sí puedo afirmar que cuando le tocó hacer el trabajo de administrar el RUCA y controlar a los operadores allí matriculados, como vuelve a hacerlo ahora con mayores exigencias, lo hizo mal, muy mal. Por lo visto controlaba poco y nada. Se le cruzaron por delante de los ojos algunas empresas a todas luces truchas, que después terminaban siendo parta del festival de corrupción en la venta de ROE que habían impulsado Guillermo Moreno y su socio privado de la CAPECO.
No es un buen antecedente como para poder confiar en que los nuevos controles que ahora impulsa el Ministerio de Agricultura conducirán a un buen puerto. Todo lo contrario.