Hay que sacarse el sombrero frente a Roberto Domenech, el eterno directivo de la entidad que representa a los frigorificos avícolas, quien una vez más logró hacer valer su buena disposición al diálogo con las autoridades de turno y construyó -a diferencia de lo que sucede con sus pares de la carne vacuna- un acuerdo con el gobierno que implicará, en principio, la asignación de una línea de créditos con tasas subsidiadas para que las empresas procesadoras de pollos puedan hacer inversiones por unos 2.000 millones de pesos.
Es un tema para el diván, realmente. El consumo de carne vacuna y el de carne aviar están en estos primeros seis meses de 2021 a la par, ambos cerca de los 45/47 kilos anuales per cápita. La carne vacuna subió casi 90% el último año, pero el pollo no se quedó demasiado atrás y también retocó sus precios más arriba que la inflación promedio de los alimentos, en torno a un 65%. Y, sin embargo, el comportamiento del gobierno frente a uno y otro sector es completamente diferente.
Ayer lunes el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, se reunió con toda la cadena de la carne vacuna, en todas sus expresiones (frigoríficos, entidades de la Mesa de Enlace menos CRA, Consejo Agroindustrial Argentino, Mesa de las Carnes, sindicatos y demás). La idea era trabajar para diseñar un plan ganadero que se espera desde hace tres o cuatro décadas, pero no hubo acuerdo. Con las exportaciones semicerradas de prepo por las autoridades desde mayo, no hay mucho margen para discutir nada con seriedad. Está todo mal, pues Kulfas incluso promete una flexibilización del cepo exportador que se demora sin mayores explicaciones.
Como contraste, hasta parece a propósito que sea el mismo Kulfas el que se reunió hoy martes con la cadena avícola, por cierto mucho más concentrada en pocas empresas y ordenada por el estilo sereno del histórico presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), Roberto Domenech. Siempre de buen trato con todos los gobierno, tras esa reunión el sector logró que Kulfas anunciara un cupo específico de créditos por 2.000 millones de pesos para financiar inversiones productivas de la cadena avícola y la conformación de una Mesa de Trabajo que “permita la identificación de las necesidades del sector”.
Está todo mal con los representantes del sector de la carne vacuna, a quienes les pidió hacer una reunión virtual, mientras que con los avícolas está todo bien y no tuvo empacho el ministro en recibirlos en su despacho y sacarse una foto con todos sonrientes y felices. Fueron tantos que incluso resulta dudoso que se hayan cumplido las distancias preventivas.
“Esperamos que esta nueva línea sea un aliciente para todo el sector, para que la cadena avícola continúe con su proceso de modernización y de crecimiento. Esto va a generar más producción nacional, con bienes de capital fabricados en el país, con trabajo argentino, para exportar más, y así generar más divisas. Es un círculo virtuoso que permite fortalecer la producción, la inversión, tanto en la etapa primaria e industrial de la cadena alimenticia, como en la producción de los bienes de capital”, aseguró Kulfas, quien ya había anticipado el lanzamiento de esta línea en el Día Nacional de la Avicultura.
Aunque ninguna de las empresas avícolas puede ser considerada una Pyme, la línea especial de financiamiento -según informó el gobierno- se instrumentará a través del Fondo Nacional de Desarrollo Productivo (Fondep), destinados a MiPyMEs que tienen dificultades de acceso al sistema bancario; de la Línea de Inversión Productiva LIP PyMEs, disponible en 25 entidades bancarias públicas y privadas; y de la de Desarrollo Federal para Inversión Productiva con los bancos provinciales. También a través de la Línea de Proyectos Estratégicos con el Banco de la Nación Argentina para medianas y grandes empresas.
“Para el sector avícola es un día especial. Poner en funcionamiento esta línea de crédito es vital porque nos estamos quedando sin lugar para aumentar la producción, nos faltan galpones, y estos 2.000 millones de pesos con un plazo razonable y con una tasa promocional importante, nos incentiva poder tomarlos”, dijo el eterno Domenech, quien desde la década de los ’90 es directivo del CEPA y conoce bien los resortes de la administración pública, porque fue subsecretario de Alimentos, en la Secretaría de Agricultura, a comienzos del milenio.
Pero sobre todo, Domenech puede mostrar unidad y poder de negociación, algo que la fragmentada cadena de la carne vacuna jamás pudo lograr. En rigor, para sentarse con Kulfas convocó al vice de Granja Tres Arroyos, Marcelo De Grazia; al presidente de Soychú, Francisco Santangelo; a los titulares de Las Camelias, Raul Marso y Pablo Marso. Pero también se convocó para el anuncio a la Asociación de Industriales Metalúrgicos (ADIMRA), represetada por Aldo Costa. ¿Por qué? Porque la mayoría de las inversiones serán hechas en el país, con proveedores nacionales.
De hecho, el representante de ADIMRA resaltó que este acuerdo es “sumamente valioso e importante porque va a traccionar a nuestras empresas asociadas proveedoras de máquinas para alimentos, que justamente estamos trabajando con la Sepyme y con otras cámaras”.
Repetimos que ninguna de las empresas avícolas es una Pyme, y sin embargo lograron que el secretario de la Pequeña y Mediana Empresa y los Emprendedores, Guillermo Merediz, se ponga a su disposición: “Estamos acompañando a las inversiones del sector avícola. Sabemos que una PyME que accede a un crédito, es una PyME que amplía su producción, que genera más trabajo, y ese es el camino que tenemos que seguir transitando para impulsar la reactivación productiva”.
Hasta el secretario de Industria, Economía del Conocimiento y Gestión Comercial Externa, Ariel Schale, señaló: “Se trata de un esquema de financiamiento fundamental para el sector avícola que va a permitir modernizar las granjas, aumentar la productividad de la cadena de valor, y mejorar la competitividad internacional”.
El acuerdo también prevé la conformación de la Mesa de Trabajo del sector avícola que estará integrada por el Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA) y el Ministerio de Desarrollo Productivo, que trabajará en “identificar las necesidades del sector productivo avícola, el análisis para la generación de las herramientas públicas que den respuesta a esas demandas, y el estudio de las potenciales alternativas en sustitución de importaciones de los insumos y bienes vinculados al desarrollo y puesta en marcha”. Una vez más, el Ministerio de Agricultura fue borrado por completo de la cancha.
En la gacetilla oficial, el Ministerio de Kulfas elogió al sector, en vez de vapulearlo como suele hacer con los productores de carne vacuna. Remarcó que la Argentina produce 2.400.000 toneladas de carne de pollo y 885.000 toneladas de huevos, y que en 2020 las exportaciones de pollo sumaron 250.000 toneladas. Entre las dos producciones, nuestro país transforma más de 5 millones de toneladas de maíz y 2 millones de toneladas de soja, y genera trabajo para 100.000 personas.
Kulfas, que al parece lo único que necesita que le acerquen los empresarios son buenas noticias para repetir, hasta compró el argumento del sector privado respecto de que “la suma del consumo de carne de pollo y de huevos convirtió a la producción avícola en la proteína animal más consumida en nuestro país con 68 kilos por habitante/año, compuesto por 48,5 kilos de pollo y 19,5 kilos de huevos”.
La carne de vaca ya fue. Bienvenidos a un nuevo mundo.
Ilustración de portada: Marga Puncel