La ganadería de cría cierra otro buen año. Desde el inicio de la pandemia, y ante los temores a una mayor debacle económica en la Argentina, el ternero se convirtió no sólo en una inversión sino sobre todo en refugio del capital, sobre todo para recriadores o productores mixtos. Los que no sabían que hacer con sus pesos, compraron terneros.
En el cierre de 2021, así las cosas, los terneros de invernada se venden entre 320 y 340 pesos por kilo vivo, aunque según el Rosgan el promedio es de 331 pesos. La suba en términos nominales ha sido de 75/80% en todo el año, superando así holgadamente a la inflación promedio. Peor si comparamos con el inicio de la pandemia: En los últimos dos años la suba del ternero fue del 225%.
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El mercado está diciendo que la mejora de los valores no terminaría acá. Las perspectivas para 2022 son que esa situación se prolongue. Eso se refleja en los valores de los terneros que se venden a término.
Estas operaciones implican el adelanto de cerca del 80% del valor y el pago de la diferencia contra la entrega de la mercadería a futuro. Ese sistema de pago implicó históricamente que el vendedor resignara parte del ingreso al obtener el beneficio de contar con el dinero en forma anticipada. Pero la situación este año se dio vuelta.
“El interés por asegurarse la mercadería es muy alto y por eso las ventas a término se están concretando con valores 10/15% mayores a lo que se hacen en la venta disponible. En nuestro último remate vendimos lotes a 370 pesos el kilo”, dijo el consignatario Alfredo Mondino, quien agregó: “Si bien la oferta es baja, el punto es que hay mucho interés por asegurarse la mercadería de parte de los recriadores especialmente o de productores mixtos que ponen una pata en la ganadería para cuidar su capital y escapar de la incertidumbre económica, esto que augura una buena demanda en la próxima zafra”.
También mejoraron de forma notable los valores de los vientres. El valor de la vaquillona preñada se triplicó en los últimos dos años. En diciembre de 2019 se vendían esas hembras en 40.000 pesos y para el cierre de este año ya cotizan en 120.000/130.000 pesos. El criador vende terneros y con esa plata compra vientres, insumos o mejora sus estructuras productivas.
En tanto, el valor del ganado para faena también tuvo subas importantes pero de menor porcentaje. Novillos, novillitos y vaquillonas aumentaron entre 55% y 60%, a la par de la inflación.
Esa brecha con la invernada fue la que complicó el negocio del engorde (la producción de carne propiamente dicha), que sólo fue viable en aquellos casos en los cuales se incluyó a la recría para sumar kilos a bajo costos. Según las cuentas de la Cámara de Feedlot, la foto al inicio de diciembre indicaba pérdidas de 2.500 pesos por cabeza dentro del sistema.
En este caso, las perspectivas de mejoras de precios son mucho más dudosas pues en el medio juega la capacidad de compra de un consumo interno dañado por la crisis y un gobierno siempre dispuesto a intervenir en el mercado de la carne.