Recientemente se celebró en la Argentina y en todo el mundo la “semana del huevo”, destinada a promocionar ese producto alimenticio y contar sus beneficios para la salud y la economía de la población. En ese contexto, el titular de la cámara argentina de productores avícolas (Capia), Javier Prida, aseguró repetidas veces que el sector en la Argentina tiene la huella de carbono y de agua más baja a nivel internacional.
En Bichos de Campo nos preguntamos de dónde provenía esa información. La frase surge de un informe encomendado por la propia cámara empresaria a técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Se llevó a cabo entre enero y diciembre de 2023, justamente con el objetivo de evaluar las huellas de carbono y agua por escasez conforme a las normas ISO 14067 e ISO 14046 y la Regla de Categoría de Producto del International EPD System.
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Participaron del estudio 5 empresas que en conjunto procesaron 556 millones de huevos en el año 2021/2022. Como se analizó también el proceso desde la provisión de los alimentos balanceados, los inventarios se construyeron con datos agrícolas de la campaña 2021/22.
El análisis realizado por el INTI siguió además los lineamientos del Programa Ambiental de Huellas Europeo, una de las normativas más estrictas y reconocidas a nivel global. “Esto asegura que los métodos empleados en la evaluación sean aceptados y comparables a nivel internacional, permitiendo no solo cumplir con estándares locales, sino también posicionar a la producción argentina en el mercado global bajo criterios de sustentabilidad”, indicó el sector empresario.
“El estudio se concentró en la huella de carbono y la huella de agua porque ambos indicadores son esenciales para entender el impacto ambiental que tiene la producción de un bien determinado, en este caso, los huevos, en términos de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y consumo de recursos hídricos”, explicó la cámara a la hora de presentar los resultados.
Los resultados indican que la huella de carbono de los huevos argentinos es de 0,92 (kilos de dióxido de carbono por cada kilo de huevos a granel (kg de CO2 eq/kg de huevo a granel.
Pero esos indicadores se elevan de forma notable cuando se trata de huevos envasados: La huella trepa a 1,04 kg de CO2 eq/kg de huevo en maple y hasta 1,29 kg de CO2 eq/kg de huevo en estuche.
Dentro de la granja, el impacto se distribuye en las etapas de postura (25,1 %), recría (13,9 %), plantas de alimentos balanceados/piensos (60,3 %), Clasificado (0,8 %). Dentro de la granja de postura se destacan los aportes de los alimentos, la fermentación entérica y gestión del estiércol y el consumo de energía eléctrica.
Respecto a la huella de agua por escasez, el resultado fue de 0,39 metros cúbicos de agua por kilod enhuevo a granel (m3 eq de agua/kg de huevo a granel), indicador que se eleva a 0,43 m3 eq de agua/kg de huevo en maple, y a 0,47 m3 eq de agua/kg de huevo en maple.
En este caso el desempeño ambiental se distribuye en las etapas de postura (19,2 %), recría (21,6 %), plantas de alimentos balanceados/piensos (57,5 %) y clasificación (1,7%).
Según el INTI, “los resultados observados en este estudio se encuentran en los rangos internacionales y en muchos casos por debajo de ellos. El desafío por delante es continuar abordando las mejoras en la utilización y el consumo de energías y combustibles”.
Si se compara esta huella de carbono de los huevos argentinos (que casi en su totalidad provienen de un modelo industrializado en granja, con un sistema de cautiverio que respecta las normas de bienestar animal), la huella de carbono sería solamente de un terció de los 2,77 kilos de carbono equivalente que representa producir 1 kilo de huevo de modo agroecológico en un modelo medido en Bogotá, Colombia.
Según este gráfico anexo, el modelo argentino también salió muy airoso frente a otros modelos medidos con metodologías similares:
Por otro lado, “uno de los hallazgos más significativos del estudio es la competitividad de la producción de huevos en Argentina en términos de huella de carbono. En comparación con otras fuentes de proteínas animales, como la carne de pollo o de vacuno, la producción de huevos presenta una huella de carbono notablemente inferior”. La explicación pasa por varias razones:
- La condición monogástrica de las gallinas: A diferencia de los rumiantes, que producen metano durante el proceso de digestión, las gallinas, siendo monogástricas, generan mucho menos metano entérico. Este gas es uno de los más potentes en términos de efecto invernadero, por lo que su baja producción en las aves es un factor favorable en el balance ambiental.
- La Eficiencia en la Conversión de Alimentos: La producción avícola es altamente eficiente en términos de conversión de alimentos balanceados en proteína animal. Las gallinas requieren menos alimento para producir una unidad de proteína en comparación con otros animales, lo que reduce significativamente las emisiones de GEI asociadas a la producción de piensos.
- Prácticas Agrícolas sustentables: Argentina tiene la ventaja de producir gran parte de los granos utilizados en los piensos bajo condiciones de secano y utilizando prácticas de siembra directa, lo que reduce las emisiones asociadas a la agricultura. La ausencia de riego en la producción de granos también contribuye a minimizar la huella de agua y de carbono, posicionando favorablemente a la producción nacional frente a otros competidores internacionales.
Pero a pesar de los resultados favorables, el estudio también identifica áreas críticas o “hotspots” donde se concentra el mayor impacto ambiental dentro de la cadena productiva. Uno de estos puntos es el consumo de alimento balanceado, que es responsable de una parte considerable de la huella de carbono. Otro punto débil es el Manejo del Estiércol. El estudio señala que, aunque las aves producen menos metano entérico que los rumiantes, el estiércol avícola sigue siendo una fuente de emisiones de gases de efecto invernadero.
En el caso de la Huella de Agua, se trata de un indicador crucial en un país donde la disponibilidad de agua varía significativamente entre regiones. En regiones como Entre Ríos, Santa Fe, el norte de Buenos Aires y el sudeste de Córdoba, donde la disponibilidad de agua es mayor, la huella de agua es relativamente baja. En contraste, en áreas con mayor escasez de agua, el impacto es más significativo.
De todos modos, a nivel internacional, la producción de huevos en Argentina se muestra competitiva también en términos de huella de agua, especialmente al compararse con países como Europa y Estados Unidos, donde la producción agrícola a menudo depende de sistemas de riego. Por otro lado, a diferencia de Brasil, donde la expansión agrícola ha llevado a la deforestación de grandes áreas, la producción de granos en Argentina se realiza sin incurrir en estos impactos.