Por Matías Longoni.-
Los tonos familiares de la empresa que supo crear Don Pascual Mastellone no se perdieron tras su muerte. José Moreno, el sucesor y nuevo CEO de La Serenísima, toma el micrófono y actúa como improvisado conductor del acto de inauguración de una nueva planta en Trenque Lauquen, que demandó una inversión de us$ 22 millones. Nadie se anima a contradecirlo. Un cura bendice a los presentes vía teleconferencia y los trabajadores de buzo verdes y cofia blanca se confunden con los políticos y los funcionarios que van de traje oscuros.
Entre todos, incluidos unos pocos periodistas, llenamos el salón que todos los días es colmado por miles de chicos de escuelas que visitan la fábrica de General Rodríguez y se llevan de regalo una chocolatada. Excursión obligada de la infancia, la gobernadora María Eugenia Vidal admite sin embargo que esta es la primera vez que visita el lugar. Recién ahora, casi dos años cumplidos de mandato, y la industria láctea bonaerense puede darle una buena noticia.
La razón de la convocatoria, ya se dijo, es la inauguración de la nueva fábrica “Victorio Mastellone”, hermano de Don Pascual, ubicada 500 kilómetros hacia el oeste, en el complejo fabril de Trenque Lauquén que ya tiene la compañía. Es una planta de secado dual, es decir que tiene capacidad para obtener tanto leche en polvo como suero desmineralizado. Podrá procesar unos 550 mil litros de leche por día y 1,5 millón de litros del suero, que se obtiene de la fábrica de quesos contigua.
La inauguración, de todos modos, parece una excusa. El acto, más bien, tiene gustito a presentación en sociedad de una renovada Mastellone SA, que vuelve a sacar chapa de ser la mayor láctea de La Argentina y parece querer comunicarnos que no seguirá los pasos de la malograda cooperativa SanCor, que hasta hace poco tiempo era su principal competencia.
José Moreno y la plana mayor de Mastellone SA nos recibirán luego del acto en un amplio salón, en torno a una enorme mesa de reuniones que aparece plagada de platos con queso y sanguchitos. El empresario quiere hablar y nos cuenta en extenso los planes de la compañía para seguir en carrera luego de la que define la que fue “una crisis terminal de la lechería”. No son planes de expansión sino más bien de racionalización de los costos y para tratar de dotar a La Serenísima de un perfil mucho más exportador que el actual. “En diez años aspiramos a exportar el 50% de la leche que procesamos. Hoy exportamos solo el 9%”, admite Moreno.
Esa es la apuesta a futuro y está por verse. En Mastellone creen que de aquí a 2027 la Argentina lechera tendrá finalmente la chance de crecer 50% en producción, hasta unos 15 mil millones de litros de leche fluida por año, después de 18 años de estancamiento. “Hemos perdido dos décadas de historia”, se lamentará Moreno en un tramo de la charla. También desliza que el mercado local de lácteos “está maduro” y alcanzó su techo de consumo, y que para adelante solo crecerá vegetativamente de 1 a 2% anual. Por eso cree que lo que viene, de modo necesario e urgente, será la internacionalización, una mayor salida hacia los mercados externos. Suero concentrado y leche en polvo son dos productos que claramente apuntan a los mercados de exportación.
Lo dicho, eso a futuro. La urgencia es ver cómo seguir adelante con el lastre de una industria que tiene una gran capacidad ociosa y problemas de costos muy serios, que la tornan ineficiente. El CEO lo reconoce cuando dice que no es que sean bajos los precios de exportación sino que los altos costos de la industria son los que los convierten en “poco atractivos”.
Párrafo aparte, Moreno se refiere a la negociación con el gremio Atilra para lograr un nuevo convenio colectivo antes de fin de año, que permita encarar una nueva etapa a la industria sin que se repitan crisis como la de SanCor. Envía mensajes: “Me parece extraordinario que los salarios de la industria láctea sean lo más elevados posible; no es ése el problema”, dice el CEO. Luego apunta que los costos laborales no deben ser reducidos allí sino en otra sería de renglones, como ausentismo, contratos a término, juicios por ART y juicios laborales.
Cierro paréntesis. Moreno parece querer decirle a toda la cadena, empezando por el Sindicato, que es tiempo de hacer ajustes que hace mucho tiempo deberían haberse hecho. Solo cambia ese razonamiento frente a una pregunta de Bichos de Campo. Le decimos que muchos productores temen que la llegada de la primavera y la mejoría de la producción sea una razón para que la industria vuelva a propiciar una rebaja de los valores de la materia prima. Pero él nos corta en seco: “Nosotros no vamos a hacer eso”. Como hacía Don Pascual, le gusta anticipar su juego.
¿Y por casa cómo andamos en materia de ajuste? La inversión de 22 millones de dólares en la nueva planta de secado en Trenque Lauquen es el mejor indicio de que también comenzaron tiempos de racionamiento para esta industria láctea, ahora coadministrada junto a la alimenticia Arcor, que le inyectó 85 millones de dólares y debería quedarse paulatinamente con 49% de las acciones.
Hace 50 años, nos cuenta Moreno, la fábrica de General Rodríguez se abastecía con leche que se producía a 55 kilómetros a la redonda de este lugar. Pero ahora las cuencas de producción cambiaron y deben ir a buscarla a tambos ubicados a 300 kilómetros o más de distancia. Más antieconómico que eso no parece posible nada. Cientos de viajes de camión que trasladan leche, pero en realidad transportan agua, porque solo 15% del producto son contenidos sólidos que resultan después útiles para el proceso industrial.
Pues bien, la nueva planta de Trenque Lauquen apunta a reducir por lo menos 75 viajes diarios de camión (con 29 mil litros de leche cada uno) desde la principal cuenca lechera proveedora de La Serenísima, en el oeste bonaerense, hasta la fábrica que se expandió en torno a la casa familiar de los Mastellone. Hay que multiplicar para ver el ahorro. Hasta ahora más de 1 millón de litros de leche por día recorrían esos 500 kilómetros. Ahora una gran parte se procesará en el lugar y solo enfilarán por la Ruta 5 unos 400 mil litros diarios.
En este esquema, la nueva planta de secado podrá procesar cerca de la zona de producción cerca de 1,5 millones de litros de los 3,9 millones de litros que Mastellone está recibiendo cada 24 horas de los 775 tambos que le quedan. Porque sí, el ajuste comenzó a nivel de productor y a esta compañía le “desaparecieron” cerca de 300 tambos.
En carpeta está prevista otra inversión de 10 millones de dólares para actualizar la planta de Villa Mercedes, en San Luis, pero pensando en que allí muy pronto se formará una cuenca lechera que aportará 1 millón de litros diarios de leche. Con ese adicional, la líder láctea piensa en atender el mercado de frescos que se abre de Córdoba para el norte del país, donde hasta ahora tallaba fuerte SanCor.
La lógica de no derrochar y optimizar costos es evidente. En el caso de la nueva planta de Trenque Lauquen, el secado en origen permitirá reutilizar en la planta unos 400 mil litros diarios del agua extraída de la propia leche procesada. Esto abaratará a 8 pesos -desde unos 20 o 30 pesos- el costo por metro cúbico de agua que actualmente utiliza La Serenísima en el oeste bonaerense, donde el recurso suele ser escaso y de baja calida, por su alta salinidad.
-¿Cómo ve el futuro de SanCor?- le pregunta un periodista a José Moreno.
Contesta: “Le quedó muy poca leche y le va a resultar todo muy difícil, muy difícil”. Luego, cuando retoma los planes de su propia empresa, y deja de ledo los tonos graves.