“Soy productor vitivinícola desde que nací” asegura Marcelo Núñez, quien le debe todo lo que sabe de esta actividad a su abuelo y su padre, antiguos viñateros de la zona de Lavalle, al norte de la provincia de Mendoza.
El productor que alterna entre su propia finca y las 25 hectáreas de viña familiar, se siente orgulloso de ser socio de la cooperativa 3 de Mayo, una estructura que por muchos años ha sido el soporte productivo para las tres generaciones.
Como tantos otros, Marcelo es uno de los jóvenes de la viña, es decir, productores que en su mayoría son tercera o cuarta generación, manteniendo vigente el legado familiar. A la vez, al ser pibes de no más de 25 o 30 años, traen a la finca nuevas herramientas, tecnologías y modos de pensar la producción. El cooperativismo en esto juega un rol importante, ya que los pibes conforman Jucovi, la rama juvenil de las cooperativas vitivinícolas.
“Mi abuelo me llevaba a la finca de chico y mi viejo también. Empecé a ejercer, digamos, a partir de los 18 años. Terminé el colegio secundario y sentía que ahí estaba lo mío. Entonces aposté a eso y, es lo que hago. Siempre digo que es lo que sé hacer y lo que me gusta hacer”, contó Núñez a Bichos de Campo.
En estos momentos, Núñez cuenta con un poquito más de experiencia en el rubro. Por eso -tal como lo hizo su abuelo con él- se empeña en trasmitirle a los jóvenes vitivinicultores el amor por esta actividad, aprovechando espacios como el de Jucovi.
Si bien la historia de Marcelo está estrechamente vinculada a la vitivinicultura mendocina, el año 2023 iba a ser un punto de giro, ya que aspiraba a tener su primera cosecha. Sin embargo el clima lo volvió hacer y las clásicas heladas que afectan a la región, arruinaron las pocas hileras de vid que cultiva en 8 hectáreas de tierra.
“Este año tenía la primera cosecha y la helada en realidad fue terrible, me devastó. Por suerte en la finca familiar afectó, pero no tanto. Esto afectó mi finca, que es una finca chica. Hace ya tres años que la llevo peleando, pero ya estamos un poco acostumbrados a que estas cosas pueden pasar. El productor vitivinícola sabe que alguna inclemencia climática o algún factor como crisis hídrica que puede te puede azotar. Entonces tenía que estar preparado, dijo Núñez a Bichos de Campo.
Mirá la entrevista completa:
-Decís que el productor vitivinícola está acostumbrado a estos fenómenos y hay tecnologías para minimizar los daños ¿ Vos como te preparás para enfrentarlos?
-Primero tratás de hacer las mejoras de la finca para minimizar estas inclemencias. Y bueno, cuando te toca perder vos tenés que tener siempre algún plan B. Mi abuelo siempre decía: vos para dormir tranquilo, tenés que tener dos cosechas adentro, es decir dos cosechas guardadas en el banco. Eso es imposible hoy, con esta inestabilidad económica, la plata se desvaloriza. Así que me vuelco a otras producciones como la ciruela, y voy a buscar otros rubros.
Sin embargo Marcelo no disimula su pasión por esta actividad y así lo socializa entre los jóvenes vitivinicultores que dan sus primeros pasos. “Nosotros siempre defendemos y decimos a la juventud de la cooperativa vitivinícola: vos estudiá lo que quieras, pero aprendé a querer y aprendé a amar esto que es tan lindo, que es la vitivinicultura. Pero no abandonés la unidad productiva. Hacete doctor, escribano o abogado, pero volvé que te enseñamos. Así tenemos muchos chicos que están bien arraigados y te van a decir si me quiero quedar”, explicó.
-¿Cuando suceden estas afectaciones el Estado aparece de alguna manera?
– Es un poco ausente. Nos apoyamos más en la Federación, en la cooperativa y entidades, que en el gobierno nacional en sí. Por ejemplo, tenés diferentes entidades, como Acovi. La cooperativa es como nuestra segunda casa. Uno tiene que quererla como una casa, sentirse parte. O sea, no verla como un establecimiento. En la cooperativa, vos sos socio con una hectárea o 100 hectárea y tenés un voto. Eso es lo lindo del cooperativismo.
-Entonces, la cooperativa no es una figura vieja que perdió vigencia para vos…
-Para mí hoy en día está en auge el cooperativismo. Para mí es la manera hoy de defender algún producto, ya sea la vitivinicultura, sea el vino, o sea el producto que sea. Me parece que es la salida para competir contra grandes industrias y marcas.
En definitiva Marcelo y su padre son pequeños productores que entre ambos suman un poco más de 30 hectáreas dedicadas a producir uvas. Pero la experiencia en la actividad les ha demostrado que es necesario diversificar producciones, para sostenerse.
“Siempre hay que tener alguna otra escapadita. El productor vitivinícola sabe que no debe poner siempre todos los huevos la misma canasta. Aparte de ser productor vitivinícola, en nuestra zona, por ejemplo, se da mucho tomate, mucho melón, sandía, mucho ajo. O sea no hacemos una sola producción. Por ahí, lo fuerte es la vinicultura, pero hacen otras actividades también agrícolas”, apuntó Núñez.
-¿Desde los 18 años dijiste, me voy a dedicar a la vitivinicultura a pesar de todo?
– Si. Iba a trabajar a veces por decisión mía, porque en mi casa me dijeron siempre de estudiar algo. Por suerte tuve eso. Pero lo veía a mi abuelo que murió con 84 años y hasta los 82 años trabajaba. Él realmente fue mi prócer, mi ídolo, mi abuelo fue una persona que te dejaba hacer y hacer. Entonces yo creo que por él, le tomé tanto cariño a esto. Siempre tenés que tener a alguien que te apadrine, que te enseñe o que te guíe. Mi abuelo me transmitió la identidad del trabajo.
-¿Crees que todos los jóvenes tienen esa cultura o la suerte de tener un un mentor para dedicarse a la vitivinicultura?
-Desde mi experiencia, yo creo que tuve la suerte. Pero por ejemplo, en la juventud de la cual fui vicepresidente y tuve bastante contacto con la mayoría de los chicos, encontré la misma situación. O sea, el abuelo o el padre de los chicos le hacían entender lo que costó tener un viñedo. Entonces está ese aprecio por saber y respetar la cultura. Y cuando hablan del vino lo hacen con orgullo y cuando lo tienen que defender lo defienden. Lo siguen eligiendo y eso es lo que me pone contento.