Ya hemos contado de Andy Storey, quien es cuarta generación de productores agropecuarios en Gualeguaychú, donde combina la ganadería y la agricultura. Siempre le interesó cuidado del ambiente y movido por ese interés un día se acercó a la Alianza del Pastizal que agrupa a ganaderos que producen en armonía con la naturaleza.
En este contexto de producir de forma agro-responsable es que nace Cycle Beef: cuando Andy y familia comenzaron a comercializar su producción de carne de pastizal se dieron cuenta de que sus volúmenes no alcanzaban para alimentar la demanda de forma sostenida. Entonces crearon esta marca que es el paraguas que se encarga de vender la carne de distintos ganaderos que producen según los parámetros de la Alianza del Pastizal, es decir, cuidando el suelo, el ambiente y teniendo en cuenta el bienestar animal.
“Cycle Beef es el aliado comercial de las carnes a pasto y de carácter regenerativo”, describe. “Vendemos al exterior los cortes que son para exportación y el resto se distribuye en Argentina en supermercados y en carnicerías boutique”.
Es una marca de carne con un respaldo conservacionista que le paga un buen precio al productor y, a la vez, se encarga de comunicar al consumidor las ventajas de este producto: más sano, más responsable y cuidadoso del ambiente. Actualmente exportan a Italia, España y próximamente harán negocios con Alemania e Inglaterra.
“Hoy en góndola estamos al mismo valor que carnes convencionales y al productor le pagamos un poco más; compramos ganado en pie y nos encargamos de la faena y del envasado al vacío cuando corresponde, según el mercado”, detalla. Y agrega: “Tenemos dos categorías de animales: como estamos en la cuota Hilton faenamos a 500 kilos y luego tenemos una categoría más chica porque hay productores que salen en 380 o 400 kilos para mercado interno”.
Con respecto al mercado, realizaron investigaciones que dieron el siguiente diagnóstico: hay muchas personas que son vegetarianas y veganas no porque no les guste la carne sino porque no quieren avalar el maltrato animal ni el deterioro ambiental que realizan algunos planteos ganaderos. En este sentido, el panorama es prometedor.
“Si comunicamos bien nuestra forma de criar animales hay un mercado permeable para consumir nuestra carne tanto a nivel internacional como local”, se entusiasma Andy, a la vez que remarca que tienen una barrera a sortear y es que con los años el consumidor argentino se acostumbró al sabor de la carne de feedlot -que es todo lo contrario a producir de forma regenerativa y cuidando a los animales y al ambiente- y eso va a llevar un tiempo cambiarlo.
“Hoy nuestro desafío más grande es la comunicación, no la producción y ni siquiera las limitaciones que nos pone el gobierno”, reflexiona Andy. “Es clave que podamos comunicar de forma eficaz este tipo de ganadería que estamos haciendo para que el consumidor la valore y la elija, por eso hacemos hincapié en que hacemos carne con el sabor de antes y como se hacía antes: con un animal en libertad, en un entorno natural y comiendo pasto”.