Casualidad o no, a nuestro regreso de General Villegas, donde Bichos de Campo pudo entrevistar a varios técnicos de la Estación Experimental que allí tiene el INTA, ese organismo emitió un informe que habla de la necesidad de comenzar a ajustar “la demanda agrícola a la oferta variable de agua” en cada una de las zonas productivas.
Nos llamó la atención la coincidencia. Es que veníamos de conocer a Alejandra Maquiavelo, una agrónoma que trabaja en dicha experimental del INTA y que justamente tiene como principal objetivo de trabajo estudiar el comportamiento de las napas subterráneas de su zona de incumbencia (que incluye nada menos que algunos fenómenos muy particulares, como la Laguna La Picasa) y su vinculación con los cultivos que se siembran sobre ellas. Parece que no, pero ambas cosas están más relacionadas de lo que vulgarmente se supone.
Alejandra nos habló de la “agromodelación”, una especialización que en la Argentina casi no se conoce y que ella está estudiando junto a otros dos colegas agrónomos (Horacio Videla, del INTA Laboulaye; y José Corigliano , de la Universidad de Río Cuarto) mediante un intercambio con una universidad de Holanda, donde tienen una gran cultura sobre el manejo del agua. “La agro-hidrología combina el estudio de la hidrología con el componente de la producción, de los cultivos”, nos resumió.
Mirá la entrevista completa con Alejandra Machiavelo:
La tarea de Alejandra será clave en esa zona del sur de Córdoba y Santa Fe y norte de Buenos Aires, donde las napas han subido de los 4 metros de profundidad a solo 2 metros en promedio, y se han convertido en un factor clave para los rindes agrícolas, cuando hasta hace muy poro tiempo no tenían casi incidencia.
“Nosotros estamos en una zona donde, en los años donde la disponibilidad de agua de lluvia es restringida, las napas freáticas aportan y conforman gran parte del rendimiento. Entonces se ha vuelto muy importante estudiar y predecir cuánto va a ser el aporte de la napa y cuál va a ser el comportamiento”, nos explicó la técnica del INTA Villegas.
En coincidencia con lo que nos contaba Alejandra, el INTA Informa emitió un informe en el que se explica que “la agricultura actual requiere de una mirada sistémica e integrada que les permita a los productores tomar decisiones inteligentes en un contexto de alta variabilidad climática interanual”.
Pensando en un año Niña como el actual, en medio de un contexto de déficit hídrico, desde el INTA proponen adaptar la demanda agrícola a la variabilidad de la oferta de agua. “Esto requiere, como primer paso, conocer la variabilidad climática histórica de la zona y también el pronóstico a mediano plazo”, indicó Jorge Mercau, investigador del INTA San Luis y coordinador del Proyecto Disciplinar Interacción de Agroecosistemas y Napas freáticas.
Por un lado, señaló este investigador, “hay que tener en cuenta el agua que hay en dos metros de suelo para decisiones agrícolas, y la cercanía y calidad de la napa freática mediante freatímetros”. Esa información se usa para apoyar la decisión de incorporar o no un cultivo de servicio o cosecha en invierno, o sembrar más tarde o más temprano los de verano.
En esta línea, el INTA recomendó a los productores analizar cómo la variabilidad climática se transforma en variabilidad de rendimientos. “No alcanza con saber si va a llover más o menos, sino que siempre intentamos estimar si un cultivo va a rendir más o menos de acuerdo a la decisión que se tome”, ponderó Mercau.