Cuando una localidad tiene una fiesta que ancla un producto representativo con un lugar específico es que la cosa se va poniendo seria. Esto es lo que viene sucediendo con la Fiesta del Espárrago y el Alcaucil, que se realizó, en su décima tercera edición a principios de octubre en la localidad Médano de Oro, en la provincia de San Juan.
En diálogo con Bichos de Campo, Raúl Lencinas, el presidente de la Asociación de los Esparragueros Unidos sanjuaninos, repasó algunos de los logros de ese grupo, como mantener viva esta fiesta y la denominación de origen de los espárragos de Médano de Oro. También brindó detalles de lo que están viviendo aquellos que se dedican a producir esta singular hortaliza, en aquella provincia cuyana. La competencia de los espárragos importados, en especial desde Perú, son la principal amenaza.

El espárrago (Asparagusofficinalis v altilis L), es una planta perenne que pertenece a la familia de las liliáceas. Posee un sistema radicular muy desarrollado de donde emergen tallos que, en su primer estado de desarrollo, se aprovechan como porción comestible. El cultivo se achaparra con las primeras heladas, para rebrotar cada primavera.
“Es un cultivo muy demandante de mano de obra”, comienza contando Raúl Lencinas. “Acá tanto los productores como los cosecheros, esperamos la temporada con mucha ansia porque venimos del invierno, donde hay poco trabajo, poca entrada de dinero, entonces, cuando arranca julio, todo agosto, septiembre y octubre, sabemos que eso cambia y favorece a toda la comuna”.

La localidad de Médano de Oro, también conocida como Villa Bolaños, está ubicada al sureste de la ciudad de San Juan y es considerada como un enclave agrícola por el volumen y calidad de su producción, que hoy es puesta en relevancia por sus espárragos y alcauciles.
Se podría pensar que su nombre “Médano de Oro” está asociado a esta particularidad productiva, pero no es así. Adquiridas por la familia Barboza, a mediados del siglo XIX, estas tierras provinciales ya eran conocidas como “El Médano” o “El Medanito”. A principio del siglo XX fueron adquiridas 6000 hectáreas por Juvenal de Oro. Según relatos de la época eran tierras sin producción, cenagosas y con salitre. En 1908, se venden esos dominios ya conocidos como Médano de Oro, a la familia de origen italiano Scandroglio/Bonvicini, quienes invertían en tierras para la instalación de colonias agrícolas, que después vendían a precios siderales. Realizada la compra iniciaron los trabajos de desecación y drenaje, lo que permitió la progresiva tarea agrícola y potenció la urbanización de la zona.
“Siempre fue una zona con mucha disponibilidad de agua para la producción, algo que está cambiando en los últimos tiempos”, lamenta Raúl. “Se notan los efectos del cambio climático. El agua se nos está yendo, lamentablemente. Gran parte de Médano de Oro fue, en su momento, un gran humedal, hablamos del año 1950, 1960, cuando la freática estaba flor de tierra. Después se fueron haciendo canales, drenajes y se pudo cultivar más fácilmente. Pero hoy en día no, la falta de nevadas y el uso indiscriminado del agua ha hecho que las freáticas se ubiquen a unos 15 a 20 metros de profundidad. Con lo cual es mucho más costoso sacar el agua artificialmente”.
Pero la asociación que conformaron los productores viene teniendo varios logros, el principal es la denominación de origen de los espárragos de Médano de Oro.
“Esta asociación arrancó hace unos 20 años, en principio, para defendernos entre nosotros, para estar mejor comunicados y poder resguardar el precio del producto, comprar cosas en común o por lo menos conocer de los precios de los insumos”, rememora Lencinas. “Después aparecieron estas otras cuestiones, entre las cuales estuvo el desafío de conseguir la denominación de origen, que arrancó allá por el año 2012, 2013 y finalmente la conseguimos en 2019, 2020″.
“Nuestro objetivo principal era poner en valor lo que significaba producir espárrago acá, en Médano de Oro, y lo que tenía que ver con el entorno y con la historia, con el suelo, con los humedales y, por supuesto, también está el objetivo comercial que uno tiene a través de su trabajo. Quisimos poner en valor nuestro producto, nuestra manera de producir para conseguir una diferenciación con lo que se hacía en otras provincias o con lo que entra del exterior”, explicó Raúl.

Para principios de esta década, China se erigía como la principal productora de espárragos con una cifra que alcanza los 8,6 millones de toneladas, seguida por Perú y México, con más de 300 mil toneladas. Sin embargo, estos dos países son los mayores exportadores mundiales, con cifras cercanas a las 150 mil toneladas cada uno. Los mayores importadores son los países del norte de nuestro continente (Estados Unidos y Canadá), junto a otros europeos como Alemania, Países Bajos y el Reino Unido.
“Este año ha entrado bastante espárrago de Perú. Todo el invierno el producto que había en el Mercado Central era importado de ese país. Hace poco ha explotado la producción de espárragos convencional en Perú. Se les ha facilitado a los peruanos por las cuestiones económicas que tenían con el mercado de Estados Unidos. Antes mandaban todo para allá, les era mucho más rentable pero ahora, con esto de los impuestos que tienen que pagar para mandar a ese país, es más fácil enviar su producción a la Argentina”, alertó Lencinas.
De todas maneras, aclaró, “es algo que sucede con muchas hortalizas, que entran de otros países a competir con las nuestras que están por el suelo. Hay un montón de productos regionales que están, de alguna manera, vendiéndose muy baratos o no vendiéndose” contextualizó preocupado, este productor sanjuanino.
Los espárragos llegaron a Médano de Oro a mediados del siglo pasado. En la década del 80 se registraban 10 hectáreas en esa localidad. “La visión y la llegada de Jorge José Herrmann, que tenía un transporte de San Juan a Buenos Aires, y que siempre estaba atento al potencial de producción nuestro y las demandas de Buenos Aires, es lo que promovió este cultivo. A mediados de los 90 se contaban unas 30 a 40 hectáreas y a finales de siglo tuvo un exponencial crecimiento de hasta 1000 hectáreas, con un pico negativo de sobreproducción. También hubo experiencias de exportación que resultaron muy importantes, pero los cambios económicos hicieron no se pudieran seguir y comenzó a decaer nuevamente la producción, manteniéndose un promedio cercano a las 300 o 400 hectáreas”.
Esta superficie, para un cultivo que requiere mano de obra diaria para su cosecha y empaque, renueva las expectativas de los productores y cosecheros cada primavera. La planta tiene, a lo largo de su ciclo productivo, aproximadamente, un promedio 50 o 60 yemas que no salen todas juntas. Es decir va soltando de una o dos por día, con un crecimiento promedio de 2 o 3 centímetros diarios, según la temperatura.
“Depende de la variedad del espárrago”, siguió contando Raúl, “se puede llegar a cosechar hasta fines de octubre, o fines de noviembre. Hay variedades que les gusta más el frío y arrancan a fines de julio, y hay otras que se llevan mejor con el calor, arrancan más tarde y llegan hasta principios de diciembre”.

Lencinas tiene una larguísima relación con este cultivo. Recapituló: “Yo tenía un vecino, Miguel Maldonado, que tenía a finales de los 70 unos 20 borditos de 100 metros de espárrago criollo, porque era semilla sacada de las plantas silvestres, que alguna vez habían llegado de otras partes del mundo. Yo veía esa cosecha de espárrago, lo veía a don Miguel, y me quedé siempre prendido”.
“Unos años después llega don Jorge José Herrmann y empieza a producir de manera más fuerte y con semillas importadas. Yo ingreso como jornalero a esa finca y trabajo ahí unos dos o tres años. Después me voy a otra finca también con el tema espárrago y habrán pasado unos seis, siete años hasta que decidí empezar por mi propia cuenta con la producción”, agregó.
Y prosiguió: “Además, yo veía que hacía falta una hortaliza que te diera cierto respaldo saliendo del invierno, o sea, teniendo algo con que sobrevivir hasta llegar a la otra cosecha. Entonces el espárrago venía muy bien en ese momento. Cuando yo arranqué, hace 30 años, hacíamos choclo, zapallo crespo, tomate, y algunas otras cosas. Pero lo que me atrapa del espárrago es el hecho de que produce un derrame real de economía dentro de lo que es Médano de Oro”.

Tanto la denominación de origen como la Fiesta del Espárrago y el Alcaucil son dos claros logros de esta asociación que ahora nuclea a 16 productores y que se encuentra inmersa en un universo de 50 productores de espárragos, aproximadamente.
De todos modos, Raúl está inquieto: “Los espárragos son un beneficio, pero es algo que hay que hacer conocer más, hay que poner en valor y somos los productores los que debemos hacerlo. Nuestro desafío más importante ahora es utilizar esta denominación de origen que nos da un lugar distinguido en el mercado, que nos abre las puertas. También debemos aprovechar la visibilidad que nos da la fiesta y el vínculo con las autoridades locales y provinciales”.
“Este año, cuando estábamos preparando el tema de la fiesta, un amigo de acá me dice ´estamos haciendo la Fiesta de Espárrago y el Alcaucil cuando los precios están bastante caídos´ a lo que le respondí: ´hay que ponerle ganas, hay que ponerle fe, hagamos una gran fiesta que en algún momento esto va a mejorar”, se despidió Lencinas, orgulloso productor de espárragos de la localidad sanjuanina, de Médano de Oro.




