“Hace más de 15 años que en la cátedra investigamos la fauna de insectos asociada a las flores en el campo San Claudio, que la Facultad posee en Carlos Casares, al oeste de la provincia de Buenos Aires, un típico campo agrícola”, relató Juan Pablo Torretta, que es docente de la cátedra de Botánica General de la FAUBA (Facultad de Agronomía). Junto a dos colaboradores, este investigador se dedicó a analizar las poblaciones de moscas presentes en dicho lugar y a clasificarlas. Resultó de ese trabajo una colección que refleja un “empobrecimiento” de las especies de moscas debido a las actividades productivas.
Entrevistado por el medio de divulgación de esa facultad, Sobre la Tierra, el docente contó que “a lo largo de esos 15 años, además de otros insectos también capturamos sírfidos y realizamos observaciones detalladas sobre esas capturas. Esos ejemplares están en la colección entomológica de la cátedra. En 2020, durante la pandemia, la colección sirvió para que la estudiante Clara López realizara su tesis de grado en la Licenciatura en Ciencias Ambientales”, comentó.
La familia zoológica de los sírfidos incluyen a las llamadas “moscas de las flores”, que son variedades de las tradicionales moscas que están presentes y visitan muchas flores en el medio rural. El estudio realizado por este sector de la Facultad de Agronomía de la UBA representó el primer análisis de la comunidad de sírfidos en la región pampeana. En el trabajo publicado, los coleccionistas de moscas destacaron “la variedad de servicios ecosistémicos que brindan y remarcaron la necesidad de profundizar las investigaciones”.
Torretta, quien también es investigador del Conicet, relató que durante los meses de la pandemia se les dificultó viajar al campo donde realizan sus estudios. Por eso, aprovecharon el tiempo para revisar y clasificar los casi 2000 sírfidos que tienen en la colección. “Se los determinó según su familia, género y especie, se les asignó el nombre correcto y se estudiaron en la bibliografía las características de cada uno”, describió el medio de la FAUBA.
“Fue un gran trabajo de recopilación y clasificación. Al final del estudio conocimos, entre muchas otras cosas, sus hábitos y comportamientos, cómo se crían, si sus larvas son depredadas, qué flores utilizan, si visitan más plantas nativas que exóticas y qué servicios ecosistémicos ofrecen”, describió el investigador. El trabajo completo fue publicado en la Revista de la Sociedad Entomológica Argentina.
El resultado de este estudio muestra que, debido a las actividades productivas, “la fauna de moscas de las flores de la Región Pampeana está bastante empobrecida”.
“Encontramos en total 26 especies, de las cuales 23 son nativas. Lo más sorprendente es que el 95% de los individuos que capturamos sólo pertenecen a cinco especies. Eso significa que hay insectos muy pero muy comunes, mientras que otros que son muy poco comunes. De hecho, hay especies de las que solamente capturamos dos insectos en los 15 años de trabajo en San Claudio”, explicó Torretta, coautor de la publicación junto a Clara López y Hugo Marrero.
En cuanto a las flores que visitaron estos sírfidos pamperos, Juan Pablo resaltó que las moscas de las flores se alimentaron de néctar o de polen en 44 especies vegetales, de las cuales 16 fueron nativas y 28 exóticas.
En particular, solamente 4 especies de plantas (la chiquilla, el cardo negro, la cicuta y la mostacilla) soportaron al 72% de las moscas de las flores presentes en la colección. “Esto remarca la importancia potencial de estos insectos para la polinización de las plantas silvestres de la región”, afirmó el docente.
“También nos interesaba mucho determinar los servicios ecosistémicos que brindan los sírfidos en nuestro sitio de estudio. Vimos que las larvas de las especies recolectadas ofrecen principalmente dos. Uno es el control biológico de áfidos -es decir, de pulgones, unos insectos que dañan los cultivos- y, en menor medida, de hormigas. El otro es la descomposición de materia orgánica de varios orígenes, incluso en aguas polutas”, dijo Torretta.
“Los agroecosistemas son los ecosistemas asociados a los ambientes agropecuarios donde producimos alimentos”, aclaró Juan Pablo. “En términos generales, los sistemas originales están muy modificados; las áreas naturales se han reducido y también las conexiones entre ellas, y una de las consecuencias es la disminución de la biodiversidad de plantas o de animales, obviamente incluyendo a los insectos. Todo esto lleva a que se pierdan servicios ecosistémicos, es decir, los beneficios que brinda la naturaleza al ambiente y a los seres humanos”.
Para profundizar en la situación actual de los agroecosistemas y su diversidad biológica en la Región Pampeana, Torretta indicó que en las últimas décadas sufrieron intensas transformaciones y que se desconoce cómo estos cambios impactaron en la biodiversidad en general y en los insectos en particular. En este marco, agregó que para manejar y conservar estos sistemas es fundamental conocer la fauna nativa que albergan.
“Nuestro trabajo es el primero que describe la diversidad de sírfidos en agroecosistemas de la Región Pampeana. Sin embargo, todavía es muy escasa la información sobre estas moscas en agroecosistemas de todo el país, aun conociendo la potencialidad que poseen de ofrecer diferentes servicios ecosistémicos”, señaló.
“Lo que más me interesa es que esta publicación sea un disparador para que otras investigadoras e investigadores empiecen a trabajar con esta familia de insectos, que es sumamente importante y está poco trabajada. Para mí, fue un lindo trabajo porque aporta información novedosa, porque pude redondear una idea que tenía en mente desde hacía muchos años y porque a Clara le permitió terminar su licenciatura. Creo que ahora se necesitan más estudios que integren diversos aspectos de su ecología”, finalizó Torretta.