La ciudad santafecina de Malabrigo, conocida también como Ciudad Jardín y ubicada en el departamento de General Obligado, en el noreste provincial, resguarda desde hace 126 años –los mismos que han pasado desde su fundación- una producción regional que suele vincularse con otras zonas del país: por su rico sabor, son famosas sus naranjas.
En una superficie aproximada de 200 hectáreas, son 16 los productores que mantienen viva esta actividad que se remonta a la llegada de inmigrantes en el siglo XIX. Pero hay uno de ellos en particular que se asocia con la incursión de la citricultura a esa zona.
Se trata de Antonio Balli, un albañil italiano que adquirió 70 hectáreas de campo allí como pago por la construcción de la casa del fundador de “Colonia Ella” -primer nombre que Don Federico Carlos Sigel le dio a esa ciudad- y que apostó por la producción de mandarinas y posteriormente de naranjas.
Y aunque hoy esa producción ha caído, sobre todo luego de que la actividad de cítricos dulces se afianzara en localidades ubicadas del otro lado del Río Paraná, en las provincias de Entre Ríos y Corrientes, el 70% de las hectáreas citrícolas de Malabrigo aún se destinan a la naranja de ombligo de distintas variedades.
El agrónomo César “Toto” Nardín es uno de los que hoy sigue apostando a esa fruta y lo hace, llamativamente, en un campo de frutales alquilado.
“Junto a mi socio tuvimos la oportunidad de arrendar siete hectáreas. Una productora de años decidió alquilar porque ya se quería desligar un poco y descansar, después de hacer tanto. Allí tenemos distintas variedades como la naranja Washington, la Salustiana y la Lane Late. En este caso, nosotros arrancamos la producción a medianos de mayo finalizamos a mediados o fines de agosto”, dijo a Bichos de Campo Nardín.
“Si uno realiza una buena planificación y manejo, puede estirar tranquilamente la producción. El bache de la producción citrícola está de fines de diciembre hasta mediados de marzo. Pero con planificación uno podría arrancar con una variedad de mandarina a mediados de marzo, seguir con una naranja Newhall, luego una Washington, Lane Late y finalizar o acercarse a fin de año con una de jugo de la variedad Valencia”, detalló a continuación.
Los últimos tres años de sequía resultaron particularmente desafiantes para estos socios santafecinos, ya que, según el agrónomo, la naranja es muy sensible al déficit de presión de vapor.
“Ante el déficit hídrico la hoja no trabajaba. Estaba en latencia porque no tenía perfil hídrico para evapotranspirar, generar fotosíntesis y toda la cuestión metabólica para llenar el fruto”, explicó.
Por eso decidieron invertir en riego, lo que marcó la diferencia entre los arboles ubicados en secano, donde hubo poca fruta y menor tamaño, y aquellos que recibieron mayor volumen de agua.
Para Nardin, la naranja de Malabrigo “tiene un plus” reconocido por los memoriosos. “Es dulce y combina acidez con azúcares. Se vende sola”, celebró. Esto, claro, responde a las condiciones climáticas propias de ese lugar.
“Hay condiciones agroecológicas de un cultivo que uno tiene que saber. Si decís ‘me voy a largar a hacer un frutal en una zona’, tenés que hacer un estudio, ver qué condiciones requiere el cultivo para producir y expresar su máximo potencial. En este caso se dan las condiciones de temperatura, humedad, los vientos, condiciones de suelo que hacen que exprese su potencial y su sabor típico”, indicó.
Y aunque esa producción es exitosa a nivel local, siendo absorbida casi en su totalidad por las ciudades que rodean a Malabrigo como Vera y Avellaneda, no está exenta de complicaciones.
“Las dificultades vienen de la mano de obra para cosecha y poda. En cosecha sí, hay más accesibilidad, pero la cuestión poda es el cuello de botella, porque se realiza en dos momentos del año: saliendo el invierno y terminando el verano. Son momentos clave. Es una producción que demanda mano de obra puntual, y hay momentos del año donde no la necesitas. Es complicado”, lamentó Nardi.
Esto ha llevado a que muchos productores se capaciten para realizar tareas de poda por su cuenta. Una de esas instancias fue la Semana del Citrus, donde un especialista de Entre Ríos visitó esa localidad para aconsejar a los fruticultores. “Puso en condiciones y en sabiduría a los productores para que encaren la poda. Por tenemos esas cuestiones: no hay gente especializada y no hay mano de obra para la actividad”, sostuvo el agrónomo.
Mirá la nota completa acá:
-Aún así, ¿disfrutas de esto que estás haciendo?
-Sí, se disfruta. Es una actividad al aire libre, una oficina al aire libre. Y lo bueno es eso, que tiene salida. La gente está contenta, tiene demanda, consultan, preguntan. Tenés que tener pasión o te tiene que gustar la actividad, porque si no es en vano hacer o invertir en algo así.
-¿Podemos decir que hay naranja de Malabrigo para rato?
-Sí. Y te podría decir que es la mejor naranja del país.
“ciudades que rodean a Malabrigo como Vera y Avellaneda” me imagino que se habrán olvidado de Reconquista, cabecera del departamento con 90.000 habitantes…
Felicitaciones Toto por esta linda nota!!! Realmente expresas un buen entusiasmo por la citricultura. Éxitos y que sigan progresando