Desde hace seis años aproximadamente empezó un fuerte crecimiento del consumo de cerveza artesanal en Buenos Aires, que no paró y creció a raíz de 15 a 20% anual. Todavía este boom se encuentra muy circunscrito a la gran ciudad, aunque de a poco se va extendiendo a las provincias. Se estima que solo el 2% del consumo nacional de cerveza corresponde hoy a las variedades artesanales, pero los actores optimistas del sector creen que hay mucho para crecer, hasta llegar al 15 % de participación nacional.
Claro que las ‘industriales’ producidas por grandes marcas multinacionales siempre seguirán liderando, por volumen, llegada y precio. Son dueñas de la materia prima y eso las hace poderosas. Por citar un ejemplo, el 70 % de la cebada cervecera del país la siembra un solo grupo trasnacional, la belga AB InBev, que tiene Quilmes, entre tantas otras marcas.
Pero incluso las grandes compañías no han dejado de ver con atención este fenómeno, que se ha dado a lo largo de la última década en el país. De hecho, muchas firmas han lanzado variantes de cervezas con maltas especiales, trigo o más lúpulo. Y en otros casos, han creado directamente una marca para competir con las artesanales, como es el caso de Patagonia, otra cerveza de la belga.
Detrás de este movimiento artesanal se estima que hay unos 700 productores microcerveceros a nivel nacional, que han desarrollado en estos últimos años muchas capacidades y los recursos necesarios para que hacer cerveza no sea tan dificultoso como lo era hace unos 20 años. Los distintos actores van desde micro malterías, productores pequeños y medianos, escuelas y hasta comercializadores de insumos básicos.
Gabriel Flores fue un adelantado y creo junto a otros tres socios una maltería pequeña en Tres Arroyos dedicada a producir maltas especiales. En 2009 ya la tenía en marcha y confiesa que no es que se vio venir esto; que en principio pensaba en exportar a los países limítrofes -Brasil fundamentalmente-, pero luego de la crisis del 2001 le quedó atender a los locales y cuando comenzó el fuerte crecimiento de consumo de la artesanal, “nos encontró bien parados”, destacó a Bichos de Campo.
Desde Maltear producen 9 mil toneladas al año de 15 variedades distintas de maltas especiales (Quilmes o Cargill maltean entre 100 a 200 mil de cebada por cada planta). Le venden a todo tipo de productores ‘de garage’ o de mayor tamaño y son los únicos que maltean trigo en Sudamérica.
Mirá la entrevista completa con el productor de malta:
Diego Perrota hace cerveza artesanal desde 1999 y cuenta que para el año 2000 no eran más de 30 los que la hacían en el país. “En principio, cualquiera puede hacer cerveza, pero para tomarla. Para venderla hay que tener en cuenta muchos factores, en especial el manejo de la limpieza y sanitización, que son clave”, destacó el propietario de cerveza Zeppelin que con 25 mil litros mensuales atiende entre 12 a 15 bares. Además tiene una escuela de cerveza llamada Ceresvis.
Aquí las palabras del microcervecero:
Otro productor pionero fue Mariano Palma, que empezó en 2001 leyendo revistas y hoy festeja que todos los que deseen insertarse en el sector tengan tantas posibilidades y recursos. “La crisis del 2001 nos hizo más artesanales, sin posibilidad de abastecernos de insumos importados”, destacó.
“La escala no es lo más importante. Podés ser pequeño y hacer una muy buena cerveza y por el contrario, con toda la estructura, hacer una mala cerveza”, explicó. “Hoy estamos atravesando un duro momento en cuanto a precio, no podemos levantar el precio por miedo a que caiga el consumo y con los costos actuales se hace muy difícil”, destacó el propietario de cerveza Antílope.
Aquí las palabras del microcervecero:
En cuanto a los educadores, con cursos y encuentros, está Nicolás Antenucci, director del Centro Internacional de Coctelería. Quien destacó que vio venir esta tendencia de la cervecerías artesanales, por lo que notó en otros países como Estados Unidos, Bélgica y Alemania. En cuanto a lo que enseña, destaca que los factores principales para atender cuando se hace cerveza son el tiempo, la temperatura y el pH. Y que la limpieza es fundamental. Y destacó: “No nos peleemos por precio sino por calidad”.
Aquí sus palabras:
En cuanto a la comercialización de los insumos, Darío Abrameto, creo Maltas del Sud, desde donde ofrecen a los cerveceros chicos, malta, lúpulo, levaduras y hasta productos de limpieza, “después el agua que la pongan ellos”, bromeó.
El tipo se jacta de ser uno de los primeros que trajo cerveza artesanal a Buenos Aires desde el sur. “Hace once años empecé a traer la cerveza Gülmen, que probé en Viedma y me arrancó la cabeza”, contó.
Aquí la entrevista con Abrameto: